Hoy marché al Teatro del Mercado a ver danza. Corría a cargo de L'Explose (Colombia), y el espectáculo se convertía ante mis ojos en una mezcla de danza y cierto estado teatral. Al comenzar, tanto por el escenario como por los movimientos de la danzarina, se podía apreciar que estábamos ante una presentación del mundo de esa mujer que se debate entre los miedos y las ganas de poder empezar a amar. Entre una especie de prisión, de opresión, de propio encarcelamiento, y la liberación de dejarse llevar. Por ello, al principio, sobre todo, transmitía una angustia difícil de soportar. A medida que avanzaba, ella se dejaba llevar cada vez más por el deseo sexual. Y, finalmente, se ve claramemte como rompe todas esas barreras y, por fin, encuentra la manera de amar, de encontrar la ternura, presentándolo con la suavidad del deslizamiento, y el acurrucamiento y la paz.
Para ello, se vale de un escenario totalmente limpio de decorado, pero abarrotado de vasos de cristal, pequeños obstáculos que irá quitando a medida que avanza la danza. Vasos que acaba rompiendo, sobre los que termina bailando (incluso se aprecia la sangre en su minúsculo y transparente vestido). Sus movimientos, tan bruscos como mecánicos, se mezclaban, sobre todo al final, con otros más suaves y harmónicos.
Así, se convertía en una obra que me hacía sentir, que me tocaba por dentro.
La única pega, por ser algo exigente, es el momento en que la bailarina mueve los vasos, prepara el escenario, pues corta un poco el desarrollo. Mas, al formar parte del drama, hay que ser consciente de que es necesario. Sin embargo, la primera vez que retira vasos, tarda mucho tiempo y se hace un poco eterno. Pero, bueno, ha sido una obra que me ha encantado y que me ha llegado muy adentro.
Para ello, se vale de un escenario totalmente limpio de decorado, pero abarrotado de vasos de cristal, pequeños obstáculos que irá quitando a medida que avanza la danza. Vasos que acaba rompiendo, sobre los que termina bailando (incluso se aprecia la sangre en su minúsculo y transparente vestido). Sus movimientos, tan bruscos como mecánicos, se mezclaban, sobre todo al final, con otros más suaves y harmónicos.
Así, se convertía en una obra que me hacía sentir, que me tocaba por dentro.
La única pega, por ser algo exigente, es el momento en que la bailarina mueve los vasos, prepara el escenario, pues corta un poco el desarrollo. Mas, al formar parte del drama, hay que ser consciente de que es necesario. Sin embargo, la primera vez que retira vasos, tarda mucho tiempo y se hace un poco eterno. Pero, bueno, ha sido una obra que me ha encantado y que me ha llegado muy adentro.
Lo curioso es que hoy también me ha sorprendido encontrarme con Colombia, pues acudí al teatro sin saberlo. Ayer con el boogaloo y hoy con la danza. Algo me llama...
2 comentarios:
Busca en tus origenes, yo lo estoy haciendo y encuentro respuestas a dudas anteriores de mi comportamiento y el de los mios.
Cuando sabes las respuestas no tienes otra opción que levantarte y sanar todo lo pasado y crecer, crecer desde el alma y sentirte cada día más poderoso.
Te lo dice un indio Diaguita del norte de Chile.
¿Más poderoso? Más no, por favor, jajajaja.
Yo me levanté hace tiempo y sané todo lo que tenía que sanar. En mí no hay miedos, ni trabas, ni na' de na'. Yo, al igual que decía Henry Miller: "siempre estoy disponible para el amor, siempre hambriento de amor. Estoy hablando de amor, no de sexo".
Que pase malos momentos a veces, pues eso es normal, y más en ser tan pasional como yo. Pero, intento que duren lo mínimo y que no me afecten para afrontar la vida. Eso lo tengo clarísimo.
Besicos, quillo.
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