viernes, 12 de agosto de 2011

Nos vamos...

Imagen extraída de: http://elhumordejulio.blogspot.com/

... ¡a mi querida Colombia!
Así que, como bien señala Bart, no deberé actualizar el Blog hasta nuestro regreso.

¡Y el montón de cosas que tendré que contar! Libretita, fotos y más material, para poder reconstruir este deseado viaje que nos vamos a dar.

Pásenlo rebueno estos días. En Septiembre retomaremos la actividad con nueva pista del concurso, que aún no hay acertante...

martes, 9 de agosto de 2011

Deportista acuático...

De nuevo el agua forma parte de mis actividades deportivas. Después del parón, con el cierre de las piscinas en Junio, hace una semanita retomé, con la compañía de Cuco, mi deseada sesión de nadador loco. Pero, nada hacía presagiar la nueva modalidad que iba a probar en tan solo unos días.

Marchamos a Caspe Cuquito, Carmeneta, Martix y servidor. La idea era pasar allá la noche del Viernes y, al día siguiente, hacer piragüismo en el Mar de Aragón. ¡Vaya! El plan tenía muy buena pinta. Así que nos fuimos para allá con ganas la ilusión y las ganas de quienes saben que van a pasárselo bien.  Además, el granizado de limón natural nocturno llevaría consigo un nuevo integrante para nuestra "aventura" matinal: Matu.

Llegamos a una hora prudente de la mañana al Camping Lake Caspe. Alquilamos tres kayaks: Cuco, Matu y Carmeneta, Martica y yo. Y nos pusimos a remar... ¡Buah, fue genial! Al principio con torpeza y, luego, con más coordinación, fuimos deslizándonos sobre las aguas del inmenso pantano que, a esas horas, apenas tenía olas. Descansamos en un fragmento de sus costas interiores, a modo de playa, donde nos echamos un bañito. Regresamos al punto de salida con menos esfuerzo, por las corrientes y por nuestra mayor coordinación. Para cerrar la mañana, y como es sabido, la finalización de un deporte ha de ir acompañado de una cervecita fresca y un bocado, sea olivitas, patatas fritas o una deliciosa tapita.

Y mañana... ¡a nadar otra vez!

lunes, 8 de agosto de 2011

Peppermint Candy

Después de ver la maravillosa Oasis, quería conocer más de lo que había realizado Lee Chang-dong. Así que, ayer por la nuit, volvimos a preparar nuestro cinema particular en casa para disfrutar de una nueva joyita de eset director.

La película comienza, casi, casi, con un hombre que se suicida en las vías del tren. En el momento en que va a ser atropellado, grita furiosamente que quiere volver. Y, precisamente, eso es lo que hace la película, volver. Dividida en capítulos, va retrocediendo en periodos vitales. Así, nos va mostrando cuales han sido las causas, precisamente, de los actos llevados a cabo por el protagonista en el periodo vital recién divisado y, más ampliamente, en el final de la película: el suicidio del protagonista en las vías del tren mientras se celebra el vigésimo aniversario de la Asociación de antiguos trabajadores de una fábrica; infidelidad de su esposa; visita en el hospital a su primer amor (a quien no ha podido olvidar y ya no puede decirle todo lo que sentía), y miseria en la que está viviendo; su negocio y modo de vida antes de la crisis financiera asiática de 1997; su etapa como policía en la que ya destruye toda su moralidad a través de las torturas; el traumático paso por el ejército en la conocida como masacre de Gwangju (que le deparó además una cojera), y, finalmente, el picnic de la asociación de trabajadores de la fábrica en el que surgió el amor con Sunim veinte años atrás.

Marcha atrás, por tanto, vemos cómo el personaje ha ido adquiriendo ese carácter violento, agrio, ajeno de toda moralidad o ética. Sus diferentes vivencias han forjado ese carácter con el que el protagonista queda al margen de cualquier aptitud social, sin valores, violento y, aparentemente, ajeno a los sentimientos de los demás. Y, no hemos de olvidar (acá he de echar mano a la Wikipedia), que sus vivencias tienen lugar en un contexto determinado: el golpe de estado de Chun Doo-hwan, quien impuso un régimen despótico, lo que desencadenó protestas en la nación exigiendo democracia y legalidad en las elecciones. Este periodo duró hasta 1987, cuando las manifestaciones de trabajadores y de grupos opositores estallaron por todo el país. Instaurada la democracia, tiene lugar un desarrollo urbano y económico considerable, hasta la mencionada crisis de 1997, de la que Corea del Sur se recuperará.

Consecuencia de un gobierno dictatorial donde se ven vulnerados los Derechos Humanos (en la película ya se nos muestran o se nos dejan intuir las matanzas a estudiantes y las torturas), el protagonista comienza a caminar en un sendero de muerte y crueldad que irá forjando su manera de ser. Tanto, que llega a extremos en los que apenas podemos percibir sentimientos en él (más allá de su amor por Sunim).

Como señalé al inicio, otra joyita de este director que ya me está mal acostumbrando...

jueves, 4 de agosto de 2011

Delfin y el aceite sabrosón... ¡hasta el fin!

Delfín nunca deja de sorprenderme. Ahora, se ha pasado a la publicidad en un proyecto de Aceite Sabrosón: Con Sabrosón y Delfín, sabor hasta el fin. Les dejo con los cuatro anuncios que he encontrado y con un enlace a la mayor freakada que he hecho hasta ahora. No pude resistirme...

Servidor bailando como Delfín: http://www.saborhastaelfin.ec/index.php?c=6967







martes, 2 de agosto de 2011

Oasis

Desde hace ya un tiempo, Entre Yuca y Palma parece casi, casi, un Blog dedicado al cine. No hay más que echar un vistazo a las últimas entradas. Película, película, película. Y es que, si estás todo el día leyendo movidas sobre la identidad, el racismo, la interculturalidad, para poder elaborar la memoria final de un posgrado, el tiempo libre se ve limitado al máximo. Y, claro está, la nochecita en casa preparadita para una nueva sesión cinematográfica (el proyector sin duda es una de las mejores compras de mi vida), es un momento tan brutalmente enorme que es difícil de resistirse a él.

Seguimos con nuestro particular ciclo de cine y discapacidad y, en esta ocasión, nos encontramos con un peliculón: Oasis, de Lee Chang-dong. Una peculiar historia de amor entre un hombre con discapacidad psíquica que acaba de salir de la cárcel y una mujer con parálisis cerebral que vive encerrada en un pequeño apartamento, primera (y aparentemente insalvable), contraposición y limitación; pero, no las únicas. Porque aquí también nos contrapone la vida y necesidades personales, a lo que se espera en la vida en sociedad, reflejada, sobre todo, en las hipócritas, intolerantes y prejuiciosas familias de los protagonistas. Porque aquí también nos expone las limitaciones propias de los protagonistas, así como las que la sociedad impone y espera: por ejemplo, en lo concerniente a la sexualidad. En definitiva, nos muestra, a través de dos personas discapacitadas que luchan por su amor contra toda corriente, nos arroja esas limitaciones que nosotros/as nos ponemos, las que nos pone la sociedad y las que esperamos que nos pongan.

La dureza de la situación en que se encuentra sobre todo la protagonista, limitada por su discapacidad y la sociedad, aislada e incomprendida por su familia, se rompe con la visión de sus sueños. Estos momentos, estos deseos, son para ella como ese Oasis que da título a la película, un lugar donde detenerse y disfrutar de lo que no le permite la vida. Quizás, por eso, tampoco quiere ver la proyección de las ramas en el póster de su habitación, porque quiere que ese oasis sea precisamente sin ninguna sombra que lo oscurezca.

Sin duda una película que no se pueden perder. Desde su visionado, me he hecho totalmente fan de Lee Chang-dong y, por supuesto, de los dos protagonistas del filme: Moon So-ri, inmensamente brutal, y Sol Kyung-gu, quien no se queda, ni mucho menos, atrás. Dos interpretaciones magistrales para una de esas joyas que nos ofrece, y aquí se puede poner con mayúscula, el Séptimo Arte.