Después de ver la maravillosa Oasis, quería conocer más de lo que había realizado Lee Chang-dong. Así que, ayer por la nuit, volvimos a preparar nuestro cinema particular en casa para disfrutar de una nueva joyita de eset director.
La película comienza, casi, casi, con un hombre que se suicida en las vías del tren. En el momento en que va a ser atropellado, grita furiosamente que quiere volver. Y, precisamente, eso es lo que hace la película, volver. Dividida en capítulos, va retrocediendo en periodos vitales. Así, nos va mostrando cuales han sido las causas, precisamente, de los actos llevados a cabo por el protagonista en el periodo vital recién divisado y, más ampliamente, en el final de la película: el suicidio del protagonista en las vías del tren mientras se celebra el vigésimo aniversario de la Asociación de antiguos trabajadores de una fábrica; infidelidad de su esposa; visita en el hospital a su primer amor (a quien no ha podido olvidar y ya no puede decirle todo lo que sentía), y miseria en la que está viviendo; su negocio y modo de vida antes de la crisis financiera asiática de 1997; su etapa como policía en la que ya destruye toda su moralidad a través de las torturas; el traumático paso por el ejército en la conocida como masacre de Gwangju (que le deparó además una cojera), y, finalmente, el picnic de la asociación de trabajadores de la fábrica en el que surgió el amor con Sunim veinte años atrás.
Marcha atrás, por tanto, vemos cómo el personaje ha ido adquiriendo ese carácter violento, agrio, ajeno de toda moralidad o ética. Sus diferentes vivencias han forjado ese carácter con el que el protagonista queda al margen de cualquier aptitud social, sin valores, violento y, aparentemente, ajeno a los sentimientos de los demás. Y, no hemos de olvidar (acá he de echar mano a la Wikipedia), que sus vivencias tienen lugar en un contexto determinado: el golpe de estado de Chun Doo-hwan, quien impuso un régimen despótico, lo que desencadenó protestas en la nación exigiendo democracia y legalidad en las elecciones. Este periodo duró hasta 1987, cuando las manifestaciones de trabajadores y de grupos opositores estallaron por todo el país. Instaurada la democracia, tiene lugar un desarrollo urbano y económico considerable, hasta la mencionada crisis de 1997, de la que Corea del Sur se recuperará.
Consecuencia de un gobierno dictatorial donde se ven vulnerados los Derechos Humanos (en la película ya se nos muestran o se nos dejan intuir las matanzas a estudiantes y las torturas), el protagonista comienza a caminar en un sendero de muerte y crueldad que irá forjando su manera de ser. Tanto, que llega a extremos en los que apenas podemos percibir sentimientos en él (más allá de su amor por Sunim).
La película comienza, casi, casi, con un hombre que se suicida en las vías del tren. En el momento en que va a ser atropellado, grita furiosamente que quiere volver. Y, precisamente, eso es lo que hace la película, volver. Dividida en capítulos, va retrocediendo en periodos vitales. Así, nos va mostrando cuales han sido las causas, precisamente, de los actos llevados a cabo por el protagonista en el periodo vital recién divisado y, más ampliamente, en el final de la película: el suicidio del protagonista en las vías del tren mientras se celebra el vigésimo aniversario de la Asociación de antiguos trabajadores de una fábrica; infidelidad de su esposa; visita en el hospital a su primer amor (a quien no ha podido olvidar y ya no puede decirle todo lo que sentía), y miseria en la que está viviendo; su negocio y modo de vida antes de la crisis financiera asiática de 1997; su etapa como policía en la que ya destruye toda su moralidad a través de las torturas; el traumático paso por el ejército en la conocida como masacre de Gwangju (que le deparó además una cojera), y, finalmente, el picnic de la asociación de trabajadores de la fábrica en el que surgió el amor con Sunim veinte años atrás.
Marcha atrás, por tanto, vemos cómo el personaje ha ido adquiriendo ese carácter violento, agrio, ajeno de toda moralidad o ética. Sus diferentes vivencias han forjado ese carácter con el que el protagonista queda al margen de cualquier aptitud social, sin valores, violento y, aparentemente, ajeno a los sentimientos de los demás. Y, no hemos de olvidar (acá he de echar mano a la Wikipedia), que sus vivencias tienen lugar en un contexto determinado: el golpe de estado de Chun Doo-hwan, quien impuso un régimen despótico, lo que desencadenó protestas en la nación exigiendo democracia y legalidad en las elecciones. Este periodo duró hasta 1987, cuando las manifestaciones de trabajadores y de grupos opositores estallaron por todo el país. Instaurada la democracia, tiene lugar un desarrollo urbano y económico considerable, hasta la mencionada crisis de 1997, de la que Corea del Sur se recuperará.
Consecuencia de un gobierno dictatorial donde se ven vulnerados los Derechos Humanos (en la película ya se nos muestran o se nos dejan intuir las matanzas a estudiantes y las torturas), el protagonista comienza a caminar en un sendero de muerte y crueldad que irá forjando su manera de ser. Tanto, que llega a extremos en los que apenas podemos percibir sentimientos en él (más allá de su amor por Sunim).
Como señalé al inicio, otra joyita de este director que ya me está mal acostumbrando...
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