martes, 2 de agosto de 2011

Oasis

Desde hace ya un tiempo, Entre Yuca y Palma parece casi, casi, un Blog dedicado al cine. No hay más que echar un vistazo a las últimas entradas. Película, película, película. Y es que, si estás todo el día leyendo movidas sobre la identidad, el racismo, la interculturalidad, para poder elaborar la memoria final de un posgrado, el tiempo libre se ve limitado al máximo. Y, claro está, la nochecita en casa preparadita para una nueva sesión cinematográfica (el proyector sin duda es una de las mejores compras de mi vida), es un momento tan brutalmente enorme que es difícil de resistirse a él.

Seguimos con nuestro particular ciclo de cine y discapacidad y, en esta ocasión, nos encontramos con un peliculón: Oasis, de Lee Chang-dong. Una peculiar historia de amor entre un hombre con discapacidad psíquica que acaba de salir de la cárcel y una mujer con parálisis cerebral que vive encerrada en un pequeño apartamento, primera (y aparentemente insalvable), contraposición y limitación; pero, no las únicas. Porque aquí también nos contrapone la vida y necesidades personales, a lo que se espera en la vida en sociedad, reflejada, sobre todo, en las hipócritas, intolerantes y prejuiciosas familias de los protagonistas. Porque aquí también nos expone las limitaciones propias de los protagonistas, así como las que la sociedad impone y espera: por ejemplo, en lo concerniente a la sexualidad. En definitiva, nos muestra, a través de dos personas discapacitadas que luchan por su amor contra toda corriente, nos arroja esas limitaciones que nosotros/as nos ponemos, las que nos pone la sociedad y las que esperamos que nos pongan.

La dureza de la situación en que se encuentra sobre todo la protagonista, limitada por su discapacidad y la sociedad, aislada e incomprendida por su familia, se rompe con la visión de sus sueños. Estos momentos, estos deseos, son para ella como ese Oasis que da título a la película, un lugar donde detenerse y disfrutar de lo que no le permite la vida. Quizás, por eso, tampoco quiere ver la proyección de las ramas en el póster de su habitación, porque quiere que ese oasis sea precisamente sin ninguna sombra que lo oscurezca.

Sin duda una película que no se pueden perder. Desde su visionado, me he hecho totalmente fan de Lee Chang-dong y, por supuesto, de los dos protagonistas del filme: Moon So-ri, inmensamente brutal, y Sol Kyung-gu, quien no se queda, ni mucho menos, atrás. Dos interpretaciones magistrales para una de esas joyas que nos ofrece, y aquí se puede poner con mayúscula, el Séptimo Arte.

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