viernes, 28 de diciembre de 2007

[rec]

Sesión de cine con Sylvia. Tenía, ella, una entrada de esas de 2x1 para las salitas de Grancasa o para los Augusta. Me invita a ir con ella y, así, nos sale más barato. Lo malo, la pésima cartelera que en esas salas suele haber. Al menos, está [rec], pienso… Así que decidimos ir a verla. No sabía nada de esa película, tan sólo que era de miedo y que era algo así como un falso documental. Me imaginaba una especie de Bruja de Blair, pero más terrorífica, no sé porqué.

Pues bien, la elección fue muy acertada. Esta película merece la pena. La primera razón, porque cumple su cometido: ser una película de terror que da miedo y que te mantiene en tensión. Creo que esa es su función, y ya está. No creo que sea mucho más pretenciosa, ni que intente llevarnos a un terror mucho más profundo, sino todo lo contrario. Alejada del terror psicológico, nos muestra un miedo mucho más social, en concreto el de una comunidad y, por extensión, de toda una población. Para ello, un elemento muy efectivo para este tipo de películas: los zombies.

Un gran acierto es el del falso reportaje. C’est à dire, que se ve la película a través de la supuesta grabación de una cámara que trabaja para un programa nocturno. Esto, no sólo le da una mayor credibilidad, sino que el hecho de mermar nuestra visión al encuadre de esa cámara, deja tantas y tantas zonas ciegas para el espectador que, obviamente, ya ni sabe por dónde carajo puede salir otro zombi. Esto otorga una continua sensación de peligro… ¡buf!

Por otra parte, el no haber utilizado los actores y actrices de siempre, que están hasta en la sopa, también proporciona ese aire de realismo, al tiempo que hace más creíbles las interpretaciones.

Quizás, lo que flojea un poco son los momentos previos al final, donde nos viene a explicar el porqué de lo sucedido. No sé, como que corta todo el ritmo de golpe y porrazo, y eso no es muy acertado. Afortunadamente, en los minutos finales vuelve a la carga, jejejeje. Ah, y como manía mía: la música de los créditos del final no queda nada bien. Te corta todas las sensaciones que has acumulado durante la película de cuajo. Mala vaina, mala vaina…

En resumen, una película que, para aquellos/as que les guste el terror, hay que ver en pantalla grande. Y es que, desde que los zombies corren tan rápido y no tienen aquellos movimientos torpes (y no quiero desmerecer películas tan cojonuttas como Zombie), dan mucho más miedo...

jueves, 27 de diciembre de 2007

Ibort: Celebración del Solsticio de Invierno


Mapa con la ubicación de Ibort

El viaje a Ibort era esperado. Carmen, con gran detallismo y ánimo, se había encargado de organizar y movilizar a un gran número de personas para celebrar juntos el Solsticio y la llegada del Invierno. Sí, el fin de semana del 22 y 23 de Septiembre, íbamos a reunirnos para rendir homenaje al día más corto (o la noche más larga) del año (justo, justito, el 21) y la intención era hacerlo por todo lo alto. La empresa consistía en unirnos todos/as en el albergue y que cada uno aportase aquello que pudiera. Algunos/as, subieron ya el Viernes por la noche; los más, el Sábado de mañanita y tarde, y nosotros (Cuco, Gazpacho, Cristina y yo), ese mismo Sábado, pero ya de noche (es lo que tiene mi curro, que se trabaja los Sábados y se sale a las 20.15). Difícil resultaba contar cuántos/as nos habíamos reunido, pero después de visualizarla foto de grupo, puedo asegurar que éramos 24.

El albergue. Éste era nuestro punto de encuentro

Al llegar, la gente ya había cenado, así que para nosotros estaba lo que habíamos llevado y lo que había sobrado ¡bendita longaniza! Con el ágape terminado y nada más recoger y limpiar, empezaban a sonar los primeros sonidos rítmicos de la noche. David, Javi y Sergio (creo que era él, pero no recuerdo muy bien), hacía temblar los cajones; Pepín, amenizaba con la dulzaina y, luego, la gaita; Scotty, acompañaba con la guitarra… También hubo dance: Carmen, Cuco, Belén, Jessi, Pilar y ¿? conformaban las parejas. La fiesta comenzaba bien, la fiesta prometía… Poco a poco, la música tomaba otros derroteros, y la gente, se iba animando más, y más, y yo estaba tan a gustito…


Mi función era la de “pinchadiscos” para la fiesta en la iglesia; pero, al final no se llevó a cabo. Primero problemas técnicos; luego, ausencia de gente; finalmente, cansancio corporal por mi parte. No obstante, surgió mi nuevo cargo: monitor-shaman del evento. Así que distribuí al personal, se formaron pequeños grupos de compartición y, como un pequeño gurú, entregué una de las llaves maestras (que no la única), para llevar a cabo una dinámica de grupo de regocijo y expansión. Música de fondo, una gente cojonutta y un ambiente festivalero que te mueres: todo estaba preparado para el estallido de la diversión.

Yo tengo un problema con la risa, y es que, cuando empiezo, no puedo parar. Las primeras carcajadas, empezaron, más o menos, sobre las 23.30. La culpa fue, sin duda alguna, de la historia del hombre que se había convertido en un ser azul. Cuco empezó a narrar la noticia que había leído en El País, y era tan marciana que a mí me entró la risa floja; de ahí a la carcajada; seguidamente, al total desparrame. Desde entonces, hasta las 4.30, no pude parar. Tan solo el sueño me permitió descansar, pues a la mañana siguiente, por mucho que lo intentara, tampoco la podía atajar. Bien, como iba contando, el ambiente era propicio para pasar una velada estupenda. El albergue era acogedor, la gente ya estaba animadísima: ya estábamos preparados para iniciar la fiesta en otro espacio, en otro lugar: la iglesia.

Si hay una imagen que resume mi estancia en Ibort es ésta. Diversión y muchas, muchas risas.

En ella, hacía frío; pero, estábamos abrigados y con ganas de baile. Lo malo: había que montar el equipo. Los esfuerzos de Scotty eran en vano. En la iglesia, apenas quedábamos cinco, pues la hoguera daba calor en la gélida noche de Invierno. Yo también marché a la hoguera. Sergio también se adentró en la iglesia en busca de una solución. No sé en qué momento, empezó a sonar la música: Karamelo Santo como homenaje a este que escribe (gracias, Jessi). Por fin había música, pero la gente estaba dispersa. Unos/as, en la iglesia; otros/as, en la hoguera; el resto, en el albergue de fiesta. Y, al mismo tiempo, gente que iba y venía.

Yo era E.T. y me dejaban ser terrícola. Yo era un extraterrestre que reía y reía. Bueno, carajo, reíamos todos/as. Estábamos alegres y estábamos celebrando. Javi el del continuo espasmo, en un momento dado, se marcó “su break en un metro” y casi me muero. Si alguien nos cose, convirtiéndonos en forzados siameses risueños, nos hace la chingada del siglo: morimos seguro, porque con tanta risa no hay quien aguante más días.

Del fuego a la piltra. Mi cuerpo no da más de sí. Llevo demasiado trajín desde el Jueves con tanto trabajo. Entre el Calaveras y mi curro en El Dado, apenas había dormido siete horas entre los dos días anteriores, así que el agotamiento llama a mi cuerpo mermado. Llego al albergue, donde hay un porrón de gente. Me despido, la camita está tan cerca… El saco me da su calor y, poco a poco, mi cuerpo se va relajando. Pero, no, no era el final. Entran Cuco y Gazpacho, con la juerga debajo del brazo, y nos convertimos en border line y también, en mi caso, en oruga o gusano. Otra vez las risas, mi cuerpo convulsionado…

Amanece. Desayuno copioso entre zumos, café, magdalenas, valencianas y chocolate. Hay que reponer fuerzas, pues Cuco y Gazpacho ya están preparando los arcos. Vamos a la explanada, justito allá abajo. Una caja de cartón, una de zumo, y comienza el tiro con arco. Probamos casi todos/as, incluso algún/a niño/a del pueblo. Eso sí, darle al blanco es más difícil incluso de lo que había pensado…

Javi es enseñado por Cuco a manejar el arco. Al fondo, Pepín también hace sus pinitos.

En la iglesia, Cuco y yo escalamos un rato. Bueno, Cuco, más o menos, escala; yo asciendo, a duras penas, por el rocódromo. Eso sí, en la pared más fácil llego hasta arriba del todo…

¡Ese pedazo de Cuco escalando!

Del arco, pasamos a las cariocas. Mare mía que difícil es mover bien estos artilugios circenses. Hago mis pinitos, con mucha más pena que gloria, en el mundo de los malabares…

Soy realmente pésimo dándole rulo a las cariocas

Pepín coge la gaita. Carmen, Belén, Pilar y Jessi, empiezan el paloteao. Pronto se animan, Javier y Jorge y, al rato, este pequeño Pibe también le dará a los palos. Aquí, sí que soy un crack. Pillo el ritmo y el movimiento de brazos a la primera. Era una pieza fácil, pero para ser mi segunda vez… y la primera fue con palillos chinos y en cinco minutos de curso de monitor loco.

Pepín, tocando. Al dance, Carmen, Pilar, Jessi y Belén. Atentos al baile, allá al fondo, Gazpacho y David

Aprovechada la mañanita, llega la comunitaria comida. El menú: Cocido español como plato fuerte; además, longaniza y morcilla a la brasa, ensaladitas, queso, fuet, chorizo… Un sin fin de alimentos para dejarnos llenos. También está la opción de comer entrañas de niños, pero al enterarse de mi presencia, están todos bien recogidos. De postre, naranja y, como sigo riendo, me cuesta una eternidad terminarla.

Llega la peor hora, la de recoger y la despedida. La foto obligada de toda la expedición será el único momento que estamos todos/as juntos/as. Cada uno/a a su coche o a su furgoneta, y la carretera nos llevará a Caspe y a Zaragoza… Al menos, nosotros, hicimos parada en Huesca, que retrasa un poco el adiós y la llegada a la urbe en que ya se respira el aire de fiestas.

La fotico de grupo antes de la despedida (imagen cedida por Jessi)

En fin, hasta aquí mi visión de la estancia en Ibort. Ahora, espero impaciente los textos y fotos de Carmeneta y Scotty, así como las fotos y videos de Jessi, que pueden ser ¡brutales!

Gracias a todos/as por hacerme pasar un fin de semana tan estupendo. Y, sobre todo, a Carmencita, por encargarse de organizar todo con tanto esmero. Un besazo quillos/as.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Blade Runner: The Final Cut

Como ya adelanté, en mi estancia en Madrid, decidimos ir a ver Blade Runner: The Final Cut. Quizás no era la mejor decisión, pero sí la que mejor nos venía. Además, ver esta película en pantalla grande y en VOSE merecía la pena. La película no contiene muchos cambios con respecto a la versión del 92, aquella en la que ya había desaparecido ese final feliz impuesto en su estreno por los directivos de la Warner, en la que Deckard (Harrison Ford) y Ráchale (Sean Young), vuelan juntos y enamorados, ¡lalala! También, se mantiene la escena del unicornio y la desaparición de la voz en off para narrar en primera pesonra, que le confería aún más toda esa cercanía al cine negro que posee el film, con la femme fatale, la constante escasa iluminación (siempre en oscuridad o penumbra), o la figura del protagonista (una especie de policía solitario con doble moral). Por el contrario, se añade una escena de bailarinas orientales que aparecen ligeritas de ropa y moviendo sensualmente las caderas.

La película, enmarcada dentro de la Ciencia Ficción, no se queda simplemente en mostrarnos la insubordinación de la máquina (androides, aquí llamados replicantes), contra el hombre, que es su creador. Va más allá y, partiendo de la figura del “robot”, nos muestra una alegoría de la rebelión del hombre contra su creador, que no es otro que Dios, según gran cantidad de religiones. La escena donde mejor se muestra es aquella en que Batty (el replicante más malo, maloso), mata a Tyrell (su creador). Cuando ya no hay remedio a la muerte, cuando sólo hay indiferencia y ninguna solución por parte de su creador, decide exterminarlo: ya no hace falta Dios. Recordemos que los “Nexus 6” sólo tienen cuatro años de vida, algo que les da auténtico miedo y pavor; ésta es la razón por la que se han rebelado y buscan a Tyrell en busca de una solución. Con la desaparición de Tyrell (es decir,de Dios), Batty pierde toda noción de dependencia, convirtiéndose, por así decirlo en su propio Dios. Sin duda, eso me recuerda a la maravillosa cita que leí en una ocasión y que decía algo así como: “El hombre es el único Dios válido para el hombre”.

La verdad es que mereció la pena volver a ver esta película de asfixiante atmósfera e incesante lluvia, que viene acompañada por el inquietante ¿anuncio? de la japonesa y su machacante canción oriental.

jueves, 20 de diciembre de 2007

La nieve... y un beso

No recuerdo muy bien la fecha, pero sé que nevaba. Fue una noche de esas que hacía un frío intenso y que, no recuerdo muy bien porqué, fuimos a buscar a Rodri y a Susana para que salieran con nosotros de marchucón. En el bar, había tres quillas más, así que nos las presentaron y propusimos ir a tomar algo.

Conformado un grupo de siete pendejos/as, nos fuimos a tomar algo al Linares. Al salir, de camino al Calaveras, se puso a nevar. A mi lado, hablando conmigo, estaba una de las quillicas (y para evitar posibles comentarios, matizo que no me atraía en absoluto), que acabábamos de conocer. Me giré un poco más y le dije: "quilla, vamos a darnos un beso, que me hace muchísima ilusión besar a alguien, ahora, bajo la nieve". Así que nos acercamos y juntamos nuestros labios en un cariñoso y amistoso beso. Nos apartamos, nos sonreímos, y dije: "ala, que guais, que ilusión". Y nos echamos a reír. Así, más contentos, marchamos al Calaveras a seguir el baile…

Nieva pocas veces en Zaragoza, por eso una acción tan absurda tomaba una relevancia especial. Tan solo fue un efímero beso; pero, al recordarlo en el autobús de regreso de Madrid, se dibujó una sonrisa en mi rostro. Quizás vuelva a nevar, quizás pida otro beso…

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Noticias del Mundo - Nieves Herrero es extraterreste


Hoy comienza una nueva sección: Noticias del Mundo. Para quien no lo recuerde, se trataba de un noticiario que salía semanalmente en nuestros quioscos favoritos cuando yo iba todavía al instituto. Sí, ya era freaky desde mi más tierna adolescencia. Tan sólo duro 41 números, pero me proporcionaron momentos totalmente hilarantes por aquella época (bueno, ahora también). Por eso, cuando comencé El Gran Concurso de los Memos (tristemente paralizado, aunque sé que algún día volverá, quizás en esta bitácora -no lo sé-), y realicé su Web correspondiente, tuve la imperiosa necesidad de compartir con la humanidad esta vaina tan chingona. Al ver la sección de "series de siempre" en El Blog de Scotty y amigos, y recordar un tebeo de los Fragel, me vino a la cabeza que éste sería el medio adecuado para compartir con ustedes una publicación que, para mí, pasará a la historia, tanto por su desconocimiento social como por sus desternillantes noticias.

Y para comenzar, una que me impactó en demasía: Nieves Herrero es extraterrestre. ¡Brutal! No sé qué carajo tenían con esta mujer; pero, al tiempo, salió una careta recortable para poder disfrazarte de ella... Simplemente, genial.

martes, 18 de diciembre de 2007

a ti

Hoy, recibí un mensaje. Sinceramente, nunca me lo habría esperado. Iba leyendo y pensaba que conmigo se había colado, que algo como "os quiero mucho, aunque casi nunca os lo diga" no podía ir dirigido a mí. Sin embargo, de repente, llegué a unas líneas donde decía:

"a Cristian, que vivo con él en diferido!!! Gracias por tus mails y tu blog, es sensacional. Gracias por ser así y seguir creyendo en el cambio, ojalá fuésemos más"

Así que me emocioné, me emocioné mucho, porque venía de una quillica a la que, a pesar de ver muy poquito, quiero un porronssssito. Siempre, siempre, me alegra encontrarme con ella. Sea donde sea, sea el tiempo que sea, porque sí, porque, aunque nunca se lo haya dicho, ella también está dentro de esa gente a la que quiero mucho. Y, además, al contestar a su correo "eléctrico" se me olvidó decirle que hoy, en el autobús, después de mi viaje a Madrid, y de algunas conversaciones que allá tuvieron lugar, me había planteado si, de verdad, merecía la pena seguir luchando, no sólo por "el cambio", sino por tantas y tantas cosas... Pues bien, después de leer sus líneas, sin lugar a dudas creo que sí, que me merece la pena creer en el cambio y seguir viviendo conforme a esa manera mía de entender la vida, el mundo, las personas...

Por eso, ma chérie quillita, te mando un regalo. Tan sólo es un beso, pero con tanta fuerza y tanto cariño que te haga sentir que, aunque "vivas conmigo en diferido", para mí siempre estás presente.

Gracias.

De nuevo a Madrid

El Sábado lo iniciaba con ganas. La nuit me proponía hacer algo distinto: marchuqui por “los Madriles”. El autobús, a las 20.15. Mala hora, la verdad. Tocaba salir antes de la labora, llamar a un taxi y esperar con los nervios de ver que, poco a poco, el tiempo se va echando encima y que el automóvil blanco de la luz anaranjada no aparece ni a lo lejos. Diez minutos de espera: ocho y tres en mi reloj. Veo una luz verde en movimiento. “Que le den” Paro el taxi y le digo apresurado: - “Tiene que llevarme en quince minutos a la estación de autobuses”. – “Imposible. Hay mucho tráfico y la Plaza de la Ciudadanía está con atasco. Si quiere podemos probar por Bretón… Pero, en quince minutos no llegamos”. El móvil en la mano y me veo llamando a Javi para decirle que no lego y que, si hay suerte, cogeré el de las 21.15. Nerviosismo, los dígitos que no paran de avanzar, semáforos en rojo… Y llegamos a las ocho y veinte. Corro, corro como si me persiguiese un leopardo. No sé ni en qué puta dársena está el bus, pero corro y pregunto. Lo veo a lo lejos, no ha salido. La lengua fuera, el corazón a mil por hora, la sonrisa en mi rostro. “¡Lo he conseguido!”

En cuatro horas me planto en Madrid. La casualidad es tan inesperada como maravillosa. El encuentro, tan frío como breve. Mucha gente, una mesa como barrera física y visual, una distancia insalvable que nos alejaba un poco más. Es una pena no haber podido saludarte como merecías, con un caluroso beso, con un cercano abrazo, con la sonrisa de volver a vernos después de tanto tiempo. Así que, Helene, desde acá vuelvo a saludarte y lo hago con la pena de no haber podido compartir, al menos, unos minutillos de mi estancia en la capital con vos.

Los besos, bajo el frío invierno. Los/as becarios/as de la Casa de Velázquez no están por la labor de salir, y mucho menos por Malasaña. Despedida rápida y caminamos, Javi y yo, en dirección a la Vía Láctea. Pero veo la pintada: Nueva Visión. Y recuerdo la vez que estuve en su interior hace muchos años; sí, aquella ocasión en que me metí en la barra a pinchar con el dueño y brindar afanosamente por los Ramones. Nos introducimos a ritmo de rock’n’roll. Los carteles, los mismos que antaño, aunque quizás más envejecidos por el paso de los años y el incesante humo que, fin de semana, tras fin de semana, debe llenar el espacio.

Una hora de fila para entrar en La Ofrenda. Allí, en la cola, justo detrás nuestro, dos quillos y una quillita. Yo creía que se conocían, pero el del gorro de lana iba solo. Por fin, dentro. La mochila, debajo de una banqueta. El aseo, en la otra punta, y una sola taza para toda la gente de ese tugurio. ¿Y hemos pagado para entrar aquí? La música, no está nada mal, eso sí, razón por la cual, Javi y yo nos dedicamos al baile desenfrenado. Javi se marcha al baño, minutos de espera que debieran haberse hecho muy largos… Pero, no. Doy media vuelta y digo con risas y un cierto descaro: “quilla, vamos a darnos palique mientras esperamos y así no nos aburrimos” Así que nos ponemos a hablar. Primero, llega Yerba, que también marchó al baño; después, el gran Javi, y ya somos cuatro.

Apenas un rato, y ya somos siete. Primero en la fila, ahora en el antro. Dos se conocían. Tanto él como ella, naturales de Vigo; el tercero, aquel del gorro de lana, el más reservado. Hablamos, bailamos, reímos y disfrutamos lo que queda de noche juntos. Cierran el bar y emprendemos, sin disolver la recién formada comunidad, la afanosa búsqueda de un after. El “beduino” (en realidad Binomio), es nuestro destino. Mil vueltas y lo encontramos; mas, en su interior, nos dicen, no hay música, tan solo borrachos, y algunos pasados… ¡Buf! Mal rollito coleguita. Quizás, lo mejor sea marchar a dormir, que hace frío y ya es hora. Besos y buenos deseos en los pasillos del metro. Al rato, nos separan las vías y, sentados, vemos como los cinco se van alejando con pausado ritmo y paso cansado.

Comemos muy tarde, cuando llega Toño. Al rato, acude Greta y su imperiosa fuerza de divinidad griega. Catálogo en mano, somos críticos, muy críticos, a pesar de todos aquellos prestigiosos jurados. Funciones burlonas, bufonadas varias, sobremesa intensa que va a la deriva. Pues nada, a Blade Runner y así pasamos la tarde.

La cena, copiosa. De nuevo, con Greta. Las burlas, de noche, ya no hacen presencia. Greta se asombra y dice que es una pena. Me increpa y me pide que luche, que vaya y que luche. Y no lo comprende, no entiende que algo no muerto esté tan quebrado. Entonces yo niego, pues no está en mi mano, y más si mi sola presencia hará tanto daño. Si de mí dependiera… cruzaría los siete mares y me enfrentaría al mismísimo Zeus. Pero, ¡ay! mi querida Greta, si ya no soy corpóreo, ni tengo voz, ni tengo rostro… quizás, y es lo que temo, quizás para siempre.

Echarse a las tres tiene como consecuencia el levantarse tarde y no poder asistir de visita al Prado. Javi, con remordimientos, tiene que pintar algo. Así que me siento y él, pincel en mano, inicia el retrato. En menos de dos horas, éste es el resultado; si bien, la foto es mediocre, pues no hace justicia ni a los colores, ni a la densidad, ni a la nitidez del cuadro. Y es que, al disparar la cámara, la luz escasa de mi cuarto hace que el flash sea necesario.


La comida me depara una nueva sorpresa: la aparición de Carlos. Lo malo es que es tarde y debo marcharme. Me da pena no tener más tiempo. Estrecho su mano: “Espero que la próxima vez nos veamos más rato”. Cierro la puerta y pienso que, igual, no volvemos a encontrarnos. Espero equivocarme y que, sea en Madrid sea en Zaragoza, tu presencia y la mía compartan espacio.

El viaje llega a su fin. La ventana me ofrece una visión nocturna de la carretera. Ante mis ojos cae lo que parecen copos de nieve que, iluminados por los faros de los coches, flotan dulcemente en el gélido aire. Recuerdo un suceso, una bonita anécdota que sin duda, en unas breves líneas, reflejaré en la bitácora. Y, de nuevo, me viene esa extraña sensación de que, con un viaje físico, geográfico, he iniciado otro viaje, mucho más intenso, al interior de mi ser. Una lágrima cae, silenciosa, resbalando por mi mejilla y, sin embargo, una sonrisa aflora en mi rostro. Mi reflejo se fusiona con las luces rojas de los molinos de viento y, como si de un pájaro me tratara, choco con las hélices en movimiento de una de aquellas inmensas máquinas. He envejecido tanto en tan solo un año… no, no soy como Dorian Gray y su retrato. De espaldas al suelo, me elevo y la tierra humedecida comienza a envolver mi cuerpo. Los ojos cerrados, pero siento su aroma, su textura, su frescor de arena removida. Los brazos, colgando, y yo, sonriendo...

domingo, 16 de diciembre de 2007

Circodelia en la Bass



El Viernes tocaba Circodelia en la Bass Space. Éste es un grupo que hacía tiempo que quería ver en directo, así que por fin (después de dos ocasiones en que no había podido asistir), llegaba el día en que mis huesos podían dejarse caer por un conciertillo de estos quillos que se dejan llevar por un rock'n'roll realmente glam. La pincheputada de marras: no tenía con quien carajo ir. Mas, mi ímpetu y ganas de tenerlos enfrente, subidos a un escenario, me hizo asistir en solitario al evento.

La cita era a las diez, así que puntual como un clavo llegué presuroso a la puerta del local. Primera chasta: las puertas se abrían a las 22.30. Bueno, me tomo una cervecita y vuelvo, pensé... Por fin, dentro. El tiempo que pasa, y yo más solo que la una. De repente un quillo que me pide fuego y, como siempre llevo, pues ilumino su rostro con una escasa llama. El tiempo que sigue avanzando y mi estado de soledad se hace cada vez más duro. Una hora de retraso y sigo allí, en la barra, apoyado, sin saber que hacer. De repente, otra vez fuego, y la llama nos lleva a la conversación. Bueno, alguien con quien conversar...

Las doce y aparecen los teloneros: Almas nuevas. Mejor no comento la sensación que me produjeron, pero el señor Mick Jagger se habría muerto al escuchar su versión. Tocan poco rato, cosa que agradezco. Marcho al aseo, no quiero perderme nada del concierto. Entro, meo y ¡zas! el cantante de Circodelia. "Quillo, no nos defraudéis, que después de la espera...", le digo mientras le doy una cercana y amigable palmada en la espalda. "No, no, tranquilo..." Doy media vuelta, cierro la puerta.

Y por fin, aparecen en el escenario. El rock'n'roll empieza a enarbolarme y, poco a poco, voy sintiendo la fuerza del glam en mi cuerpo. Disfruto, bailo, canto, y me siento feliz de estar, por fin, presenciando a Circodelia en directo. Mi "compinche de concierto" se va y, cuando escucho "Rocco, estrella del porno...", pienso que se la está perdiendo.

Estuve solo, pero que más da. Todo sea por sentirme un poquito más Glam.

martes, 11 de diciembre de 2007

Pedro Botero


A este concierto fui por purito azar. Yo, ni siquiera, sabía quienes carajo eran Pedro Botero; pero, un compinche que los conocía, insistió en que fuéramos todos/as a verlos. Como teníamos invitación para entrar en la sala, pues decidimos pasear nuestro bullarengue por la En Bruto antes de salir de marchuqui. Además, ese 21 de Julio de 1991, y ya que estaba allá, solicité que me firmasen la entrada, así que, en la parte posterior, todavía conservo los autógrafos que dejaron impresos aquellos quillos.

El azar me va a matar...

Casualidades, azar, pequeñas vainas que te dejan perplejo.

Hoy, de mañanita, pude ver unos vídeos de mi tío Diego. Entre ellos, había uno que contaba la fábula del escorpión y la rana, pequeña historia que yo nunca había leído ni oído. Hoy, de nochecita, viendo CSI (y no lo veía desde hace meses), un recluso contaba esta misma historia.

El otro día, el Sábado para ser más concreto, salí de casa. En la Plaza Asso, la policía nacional. Nada más verla, sabía que me pararían, que me pedirían el DNI, aunque no llegué a pensar que, a las 5 de la tarde, me registrarían. Ya conté acá que estaba hasta los mismísimos güitos de que me pidan el DNI. Creo que si tienen un registro con las personas a las que más les han pedido la documentación en los últimos dos años, gano de paliza. La verdad es que es una chingada: diez minutos, gente mirando y lo de siempre: “ya te puedes ir”. Estoy harto, realmente harto, porque te quedas chingado. Recuerdo que el Sábado, después de esa forzaba parada me fui deprimido, con una extraña sensación de “buuuf, otra vez a mí, ya vale ¿no?” Sí, es desesperante y acaba agotándote. De verdad, si pudiese pondría una denuncia por daños morales, porque afecta bastante ser tú, una y otra vez, el que es parado en la calle o en las estaciones. Pues bueno, a lo que iba. El Domingo, en el “fúrgol” (y anda que no es raro ni na’ que esté yo en el Estadio), uno de los nacionales que estaba en el campo era el mismo que me paró el Sábado.

Casualidades, azar, pequeñas vainas que te dejan perplejo.

Vicentico - Algo contigo



Hace falta que te diga
que me muero por tener algo contigo.
Es que no te has dado cuenta
de lo mucho que me cuesta ser tu amigo.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Zaragoza 3 - Espanyol 3


Extraño título para la entrada de hoy, ya lo sé; pero, es lo que hay, chamaquitos/as: ¡ayer fui al fútbol! Comí en casa de la mía mamma y, como mi brother (que es socio), no podía asistir, pues me fui con Sylvia (su mujer). La verdad es que el "fúrgol" me la trae floja, pero al ser a las cinco y no tener ningún plan, pensé que había que probar esta experiencia.

Sin apenas enterarme, el partido ya había comenzado, así que ni me había percatado de las típicas presentaciones de los jugadores que realiza esa voz que se deja oír a través de los altavoces. El Zaragoza, de azul y blanco; el Espanyol, de rosa y negro. Como estaba en mi ciudad, decidí, no sólo que apoyaría al equipo blanquiazul, sino que hasta lo haría con entusiasmo. Que equivocado estaba…

La afición de Las Romareda es sosa, no grita, no apoya. Pero, eso sí, cuando hay que pitar a un jugador, lo hace con saña. No entiendo cómo se puede oír más a los cuatro pelagatos del equipo rival que a todo un estadio. ¡Es inconcebible! De verdad, creo que jugar a domicilio, en La Romareda, es un chollo, puesto que el factor campo, ese del que hablan, apenas debe de notarse. Sólo un rincón, allá donde se ubica el “Colectivo 32” (creo que así se llama), se dedica a cantar y apoyar al Real Zaragoza; el resto de la afición calla. Así que, al menos hoy (no sé cómo será otros días), si había una afición, era la del Espanyol, que dejaba oírse y animaba el triple que toda la Romareda junta.

En el minuto siete, Diego Milito (joder parezco un entendido), metía el primer gol del partido. La gente que se levanta, lo celebra, aplaude… y suena una musiquilla. Sí, es gracioso, porque esa voz de los altavoces grita: Gol de ‘vete tú a saber quien’ y, seguidamente suena la musiqueta…

No entiendo nada. A mí, al sonar la musiquilla, me entraban ganas de levantarme y bailar. Pero, no, el respetable permanecía impertérrito, con el culo en el asiento. Y yo, pensaba: “buah, con lo que molaría que la gente se pusiera a bailar y sacasen toda clase de cachivaches para animar al equipo. Seguro que lo haría más divertido y daría más vidilla a los partidos…” Y me veía a mí moviendo las caderas, con una mano gigante con el número 1, observando como danzaban los de mi alrededor. Pero, no, eso sólo ocurría en mi cabeza y la gente dotaba de aburrimiento a lo que yo esperaba que fuese algo más ameno.

De repente, gol del Espanyol… y otro… y otro. En el minuto 18, el resultado quedaba 1 – 3, favorable a los “periquitos”. De ahí al descanso, un Zaragoza lamentable y un Espanyol que no terminaba de rematar la faena.

La segunda parte, pensaba yo, será más de lo mismo. Pero, no. Falta de un quillo y, como ya llevaba un tarjeta amarilla, le sacan la segunda y a la calle. Los blanquiazules se quedan con diez y es cuando empiezan a mejorar su juego. Unos cambios y todo sigue igual. Apenas quedaban ocho minutos para el final y le digo a Sylvia: “Jo, podrían meter un gol y así darle algo de emoción…” Dicho y hecho, el marcador se pone 2 – 3. Y a los cinco minutos, La Romareda, de manera unánime grita y celebra el gol del empate. Un empate que, después de ir perdiendo por 1 – 3, al público le sabía a victoria.

Fin del encuentro.

Salgo del estadio y hay un porrón de gente y de coches. Cojo mi velocípedo, y para la Magdalena. La cita tocaba con George y Javi J. (aunque pronto se uniría Mariachi), y para cenar al Museo de la Tortilla: de longaniza, de ajos tiernos, de bacon, de bacalao, de berenjena… un auténtico placer culinario entre tanta tortilla.

La nuit, mejor ni mentarla, pues nos corrimos una buena juerga el señor Javi y yo… Y, al despertar, a por un cuadro de dos metros. Monopatín en mano, vamos a buscarlo. Lo cogemos, lo ponemos encima del monopatín y caminamos por las calles de la urbe. Lo malo, el viento, el maldito cierzo del carajo… Al final, hemos tenido que parar y Javi se ha ido a por un transportista; mas, éste no estaba y, cosas de la vida, ha convencido a un quillo que trabaja en la construcción y que nos ha llevado con su pequeño camión de carga y descarga. Ha sido una agradable aventureta, la verdad...

viernes, 7 de diciembre de 2007

Cita

Todo absoluto –personal o abstracto- es una forma de escamotear los problemas; y no sólo los problemas, sino también su raíz, que no es otra que un pánico de los sentidos.

E. M. CIORAM, Breviario de podredumbre

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Rumbo hacia la máquina

Esta obra, la presenté bajo el seudónimo de Gabriela Medes para un proyecto en que se pretendía denunciar la despoblación que están padeciendo los pueblos, hecho que provoca el aislamiento y envejecimiento de los territorios. Allá, me llevó el azar, pues recibí un correo de "no sé quien carajo" y, creyendo que mi dirección se la había dado una amiga, me animé a participar. Luego, resultó que mi compinche no tenía ni papa de que iba toda esa vaina... El enlace al proyecto lo tenéis si pincháis aquí.

martes, 4 de diciembre de 2007

Esas vainas curiosas - Lucha de clases

Hoy os dejo visualizar uno de esos juegos de mesa que debieron de pasar con más pena que gloria por nuestro país: Lucha de clases. Y es que aún no he conocido a nadie que supiese de su existencia y, mucho menos, que lo tuviese. Pues bien, el pequeño Pibe, c'est à dire, yo, me lo compré cuando tenía, más o menos (no recuerdo bien), trece añitos. Recuerdo que lo vi en la estantería y dije: "quiero éste, quiero éste". Como comprenderéis, a esa edad, no tendría yo muchas nociones de todo esto; pero, que carajo, las pocas veces que intenté jugar, me gustaba llevar al martillo y a la gorra universitaria (con el tiempo descubrí que eran los trabajadores y os estudiantes respectivamente). Y es que, desde pequeñito, ya apuntaba maneras...

Se juega a partir de los 14 años, entre 2 y 6 jugadores. Para que os hagáis una idea, se parte de la casilla "comienza la lucha de clases" hasta llegar a la casilla de "revolución". De camino, se reciben carnés de sindicatos, partidos políticos, pueden realizarse alianzas con otras clases sociales... De camino, además, hay casillas en las que los trabajadores se unen para luchar contra las discriminaciones sexuales

Pues eso es todo... amigos/as. Bueno, no ¿Quién se apunta a una partidita? Obviamente, el martillo es para . Podéis elegir entre: capitalistas (sombrero de copa); campesinos (tractor); comerciantes (caja registradora); profesiones liberales (maletín), o estudiantes (gorra universitaria)

lunes, 3 de diciembre de 2007

La Pulquería en la Oasis


La Pulquería, con sus máscaras mexicanas (esto ya hacia el final del concierto)

El fin de semana comenzaba demasiado pronto y es que, el Jueves, de nuevo, en la Oasis, tocaba La Pulquería. En un principio no iba a asistir, pues ya los había visto hace relativamente poco; mas, la posibilidad de perderme un concierto al que acudirían Cuquito y Gazpacho me llevó a cambiar mi decisión y animarme a asistir de nuevo al concierto de estos valencianos. Allá, en la puerta, nos encontramos a Adriana y Sylvia: ya estaba conformado el quinteto de la muerte.

Los Vibrants, correctos y divertidos en su actuación, dieron paso a La Pulquería, que enseguida se metieron al público en el bolsillo. A pesar de ello, parecía que no tenían suficiente, y aún animaban y alentaban todavía más al respetable. Creo que ellos tenían ganas de pasárselo bien; creo que nosotros/as también. De repente, a mi derecha, una quillita relinda, desconocida ella, saca la cámara de fotos y empieza a disparar. Y yo, que soy un repajolas, le pregunto si podrá enviarme las fotos por correo “eléctrico”. La respuesta es positiva y, prueba de ello, es que las imágenes que acompañan a este texto son de ella.

Baile, mucho baile, va acalorando la sala. Y llega el momento del tequila. La tradición hay que cumplirla, así que se reparte a diestro y siniestro entre las bocas de primeras filas. Pero, antes, se comparte entre el grupo y… el técnico de sonido. Lancha hinchable, cantante encima, y olas de mar formadas por los brazos de los asistentes. Así, hasta dos viajes. Momento divertido del que había que dejar constancia…

Y no, no había razones… porque no quiero morir sin antes haber amado, pero tampoco quiero morir de amor... y es que la otra orilla me espera, con los crisantemos que traerás. Buf, menos mal que hoy la Pelona me canta esta rola… plata, volver a verte mañana, o plomo, bastaba con eso sólo. (1)

El Viernes, a las nueve de la mañana, a currar. Buf, remal es poco… Pero puedo llevarlo. Incluso llega la nuit y estoy más o menos lleno de energía. La noche en el Calaveras es movidita. Me toca trabajar solo, pero yo puedo con todo. Una quillita me pide música latinoamericana, como dice ella. Intuyo que es de Colombia, así que me arriesgo: Aterciopelados, Sidestepper, Chocquitown, Dr. Krápula, la Sonora Carruselles… dejan los sonidos de esa linda tierra entre las paredes de mi antro favorito. Luego, pasaremos a la Argentina, con los Fabulosos Cadillacs, Bersuit Vergarabat, Karamelo Santo, Todos tus muertos… Y bueno, no nos dejaremos a Uruguay (La vela Puerca), México (ese Panteón Rococó, esos Café Tacuba), Venezuela con sus Amigos invisibles, Chile (¡Gondwana dame reggae!), etc.

De las copas a los/as niños/as. Las once de la mañana y ya están en la puerta unos/as cuantos/as. La jornada mola, ya que como con David (compi de curro), Ángel (su hermano, que trabaja debajo), y dos quillos/as más, en La Topera. La tarde pasa rápida y, a última hora, me entero de que he de currar de nuevo en el Calaveras. Efectivamente, la quillita era de Colombia (ya sabía yo, ya…), y repite noche de baile entre los Diablillos.

Domingo matinal: concentración bicicletera. Carmeneta, Cuco, George y yo damos un rulo con nuestros velocípedos por Paseo Echegaray, para solicitar que los carriles-bici de nuestra urbe se hagan con un poco más de cabeza. Luego, a recobrar energías: huevi-gambas, patatas fritas, sepia… y ya estamos comidos. Cine Forum y a dormir, que ya era hora…

Delicada flor, dedicada a vos: Mrs. Laurita. (2) ¡Qué menos! Gracias por las fotos.

(1) y (2): Extractos de temiquis de La Pulquería

domingo, 2 de diciembre de 2007

Cine Forum - Interiores (Woody Allen)

Hoy, hemos comenzado nuestro nuevo recurso para los Domingos: el Cine Forum. El lugar: casa de Carmeneta; la hora: las 19.30; los espectadores: Cuco, Carmeneta, Belén (de cuerpo presente, pero visión ausente) y servidor. El primero en elegir película era yo, así que me propuse preparar material (ficha técnica de la película, filmografía, biografía), no sólo para conocer mejor el film, sino para tener un recuerdo y una manera eficaz de poder saber que películas del director te faltan por ver. Bien, mi elección era Interiores (Woody Allen), y la razón era sencilla. Podía haber elegido la deliciosa La Rosa Púrpura de El Cairo; la maravillosa Manhattan; la conocidísima Annie Hall... y, además, ni siquiera es la mejor película de Woody. Pero, bueno, sí que es su primer drama, una película que le sacó de la comedia y que, quizás, fue un primer paso para poder realizar, al haber cambiado de registro, al año siguiente, la emblemática Manhattan. Además, es un film apenas conocido y que nos muestra a un Allen muy diferente al que estamos acostumbrados. Y, por ello, quería mostrarlo, quería hacer partícipes de esa otra visión a mis compinches, hacer que descubrieran a ese Woody más hermético en una película que a mí me encanta.


TITULO ORIGINAL: Interiors

AÑO: 1978

DURACIÓN: 93 min.

PAÍS: Estados Unidos

DIRECTOR: Woody Allen

GUIÓN: Woody Allen

FOTOGRAFÍA: Gordon Willis

PRODUCTORA: United Artists

GÉNERO: Melodrama

REPARTO: Diane Keaton, Kristin Griffith, Richard Jordan, Geraldine Page, Maureen Stappleton, E.G. Marshall, Sam Waterston

Más información

5 Nominaciones al Oscar: director, guión, actriz principal (Geraldine Page), actriz secundaria (Maureen Stappleton) y dirección artística

SINOPSIS: Eve, una mujer que ha sido abandonada por su marido, Arthur, se reúne con sus tres hijas para tratar de afrontar la situación. Eve se encuentra en un momento crítico, pero sus hijas también tienen sus propios problemas, algunos de ellos derivados del poco cariño que Eve les ha manifestado a lo largo del tiempo. Las emociones se desbordan cuando Arthur se presenta en la casa familiar acompañado de la mujer con la que quiere casarse.

Interiores es una aguda disección del comportamiento humano, sumamente provocativa, que marcó un punto de inflexión en el cine de Woody Allen. Tomando como referencia el cine del director sueco Ingmar Bergman, Allen evitó cualquier atisbo de comedia, para realizar un filme lento y reflexivo, planteado como indagación psicológica de sus personajes. En este film es manifiesta la influencia del cine de Ingmar Bergman, desde la composición del cuadro y su puesta en escena, (que contó con la colaboración del director Joël Schumagger), hasta el tratamiento de la imagen. Este es uno de los films de Allen donde no se lo ve actuar y tal vez su obra más hermética. Para Allen, este film fue importante porque le brindó las herramientas necesarias para mezclar drama y comedia.