Esta semana la dediqué a dar lindos y pequeños gatitos (como el de la imagen), en adopción. Fueron 15 y, la verdad, que fueron desapareciendo de mi bolso a bastante rapidez. Hubo un momento que me llenó de júbilo:
Salía de la Escuela y, al pasar por la Plaza San Francisco, decidí que pasaría por la "Tienda Verde" a ver si encontraba alguna joyita literaria a buen precio. Mientras encadenaba a Boogaloo, una quillita esperaba... Un abuelete que me habla, me pregunta por mi bici y le sorprende gratamente mi respuesta, razón por la que me sonríe y me da una cariñosa palmada en la espalda.
Unos minutos más tarde, salgo de la tienda y allá seguía ella. Abrí mi bolso y deposité uno de esos gatitos sobre mi mano. Desencadené mi velocípedo, monté sobre él y, antes de empezar a pedalear, extendí el brazo en dirección a la quillita.
- "Toma, es para ti. Te ha tocado..."
Miró un poco sorprendida. Lo tomó entre sus manos, y con cierto sentimiento y dulzura dijo:
- "Gracias. A ver si me da suerte..."
- "Seguro que sí" - Respondí mientras guiñaba el ojo y comenzaba a pedalear.
Me alejaba y, mientras avanzaba, pensé que se lo había entregado a la persona adecuada. Por alguna razón ella necesitaba esa inyección de ilusión y yo, mucho más animado, notaba como aumentaba un poquito más la alegría en mi cuerpo.
Sólo me quedaba uno, así que decidí guardarlo y entregárselo ese mismo mediodía a una persona muy importante. Así hice. Desde entonces, 15 gatitos habitan en sus nuevas casas...
Salía de la Escuela y, al pasar por la Plaza San Francisco, decidí que pasaría por la "Tienda Verde" a ver si encontraba alguna joyita literaria a buen precio. Mientras encadenaba a Boogaloo, una quillita esperaba... Un abuelete que me habla, me pregunta por mi bici y le sorprende gratamente mi respuesta, razón por la que me sonríe y me da una cariñosa palmada en la espalda.
Unos minutos más tarde, salgo de la tienda y allá seguía ella. Abrí mi bolso y deposité uno de esos gatitos sobre mi mano. Desencadené mi velocípedo, monté sobre él y, antes de empezar a pedalear, extendí el brazo en dirección a la quillita.
- "Toma, es para ti. Te ha tocado..."
Miró un poco sorprendida. Lo tomó entre sus manos, y con cierto sentimiento y dulzura dijo:
- "Gracias. A ver si me da suerte..."
- "Seguro que sí" - Respondí mientras guiñaba el ojo y comenzaba a pedalear.
Me alejaba y, mientras avanzaba, pensé que se lo había entregado a la persona adecuada. Por alguna razón ella necesitaba esa inyección de ilusión y yo, mucho más animado, notaba como aumentaba un poquito más la alegría en mi cuerpo.
Sólo me quedaba uno, así que decidí guardarlo y entregárselo ese mismo mediodía a una persona muy importante. Así hice. Desde entonces, 15 gatitos habitan en sus nuevas casas...
2 comentarios:
Ya no hay ninguno para mi!!!!! joooo.
Bueno ya tengo una perruna que me da suerte, jejeje.
Un abrazo.
(Te leo desde Montreal)
Joder, quillo, este Blog cada día es más internacional, jajajaja.
A ver si para mi próxima acción estás por acá y te toca algo, jeje.
Besicos
Publicar un comentario