Dicen eso de San Valero, rosconero y ventolero.
Yo, San Valero, lo inicié ya la nochecita anterior. En ese momento, empezaba un continuo sin vivir de sorpresas (tanto recibidas como dadas), que, cada segundo, hacían que la cara se me iluminase y que una continua sonrisa me acompañase durante toda esa noche y todo ese día.
Decidí que había que detener el tiempo, así que fabriqué un reloj que tan sólo marcase las 8.10 y lo dispuse en mi habitación, lugar donde quedará sito permanentemente.
San Valero fue rosconero, porque saboreamos uno pequeño relleno de nata.
San Valero fue ventolero, porque nos colocamos alitas y no paramos de volar.
Yo, San Valero, lo inicié ya la nochecita anterior. En ese momento, empezaba un continuo sin vivir de sorpresas (tanto recibidas como dadas), que, cada segundo, hacían que la cara se me iluminase y que una continua sonrisa me acompañase durante toda esa noche y todo ese día.
Decidí que había que detener el tiempo, así que fabriqué un reloj que tan sólo marcase las 8.10 y lo dispuse en mi habitación, lugar donde quedará sito permanentemente.
San Valero fue rosconero, porque saboreamos uno pequeño relleno de nata.
San Valero fue ventolero, porque nos colocamos alitas y no paramos de volar.
Ahora, digo eso de San Valero, ilusionero. Creo que me gusta más...
No hay comentarios:
Publicar un comentario