domingo, 18 de enero de 2009

Pasta

El Viernes, al mediodía, quedé con marmota. Tenía pendiente entregarme un regalo, así que buscamos una hora en que pudiésemos quedar los dos. Asimismo, a mí también me venía bien estar con alguien, no permanecer solo en el hogar, dándole vueltas a la cabeza y pensar que poco podía hacer en esos momentos, más que esperar y ofrecer, desde la distancia, mi apoyo, mi cariño, mis ganas de estar allá..., así que buscamos una hora en que pudiésemos quedar los dos.

Ella sacó un paquete. En su interior, un presente con trampa. El papel era muy colorido, alegre, de esos que meten buen rollo. Lo abrí con cuidado y con gran ilusión por ver que contenía en su interior. Allá, había pasta de diferentes tonalidades. La había traído de Roma. Y la trampa: tendré que cocinarla e invitarle a comer.

La ilusión, por tanto, era doble. Por un lado, por obtener un regalo, por saber que, desde allá, desde aquella preciosa ciudad italiana, marmota se había acordado de mí. Por otro, porque llevaba trampa, porque indicaba comida y, por tanto, el querer seguir compartiendo raticos conmigo. Así que, buscaremos un momento y prepararé un delicioso plato...

Por eso, muchas gracias, quillita. Porque, tuvimos la suerte de coincidir en aquella fiesta, porque tuvimos la suerte de hablar, porque tuvimos la suerte de conocernos, porque rompimos la pantalla del ordenador y, sobre todo, porque, desde entonces, hemos comenzado a compartir momentos, palabras, impresiones y sensaciones...

No hay comentarios: