El Lunes había que salir a las 9 de la mañanita rumbo a Barcelona. Por eso, el Domingo me despedí de Javi bastante pronto, después de las tapitas y el vino. Allá lo dejé, en Barrio Sur, mientras mis ojos comenzaban a cerrarse y mi cabeza daba bandazos.
Salíamos apenas diez minutos más tarde de la hora convenida. En el coche, al volante, Cuco nos llevaba con tranquilidad a Mariachi, Txúpez, Mapi y servidor. Aparcar, un suplicio; pero, afortunadamente, después de cien mil vueltas, encontramos sitio al ladito de la casa donde nos íbamos a hospedar. Nos despedimos de Mapi y nos encontramos con Georgina, quillita para la que sólo podría poner buenas palabras, por su hospitalidad y su amabilidad.
La comida, en un restaurante argentino donde todo estaba bien rico. Yum, yum... Y el café, al ladito de la Sagrada Familia. Allá, quedamos con Ibarrita y comenzamos nuestra caminata hacia la sala Razzmatazz. El Xenia era nuestro bar. Nos sentamos y nos pedimos unas cervecitas, vinito, coca-cola, chistorra (¡ese Cuco!), y nos despedimos de Ibarrita. Pero, también, saludábamos a Paulita, quien se había acercado hasta ese punto que, para ella, quedaba tan a la lejanía.
Era la hora, así que fuimos a la fila de invitados. Allá estaba todo arreglado. Nos entregaron la invitación y nos introdujimos en la sala. Pero, ¡ah!, lo premier es lo premier, así que nos compramos camiseticas de recuerdo. Un mensaje de Diana preguntando "si estábamos dentro, si había ocurrido algún problema", me corroboró que esta amiga mía vale un porronsito. ¡Anda que no te quiero ni na', quilla!
Con gran puntualidad apareció en escena Che Sudaka. Tenían ganas, muchas ganas, y eso se notaba. Empezamos a bailar y, desde ese momento, ya no pudimos parar. Estos quillos se lo curraron, de verdad. Animaron, se entregaron, y descargaron con alegría parte de su repertorio. Así que, yo me animé un montón y bailé, grité, giré... Vamos, que lo gocé de lo lindo. Eso sí, como es costumbre en mí, no me gustó esa manía que tienen los grupos de hacer corear a la gente "eeeeooooo, eeeoooeeeooo, ay ay ay ay ay..." ¡Me pone muy nervioso! Pero, vamos, que me gustó así que: ¡Che Sudaka, Che Sudaka, eh... eh!
Un descansito para recuperar fuerzas y... ¡GOGOL BORDELLO! Si Che Sudaka me gustó, Gogol Bodello me entusiasmó. ¡Jooooodeeeer! ¡Cómo le meten estos quillos! Allá, se desató la locura. Salieron a lo bestia. La guitarra rugía, el violín se salía, el cantante se movía como la sierpe... y las quillas daban más colorido y espectáculo. ¡Pronto se montó la tangana! Y, claro, nosotros nos dejamos llevar... ¡Pim pam pum! ¡Venga de bailes, venga de botes, venga de hostias! Casi me parten la nariz, perdí la zapatilla un par de veces, me mojaron con cerveza... Pero, todo daba igual. Allá estaba la SuperTaranta y la música nos dominaba.
Momento de bajón fue cuando Txúpez nos anunciaba la pérdida de su cámara digital. Esa media canción y parte de la siguiente se resintió la locura establecida en mi pequeño cuerpesssito rumbero. Pero, carajo, no se podía hacer ya nada. Así que, había que olvidarse y volver a introducirse de pleno en el concierto. Y, menos mal, porque siguieron dándolo todo, abofeteándonos con descaro con su descarga brutal de música enfebrecida... ¡Gogol Bordello son muy grandes! ¡La gran chingada madre! ¡Inolvidable!
Al terminar, estábamos exhaustos. Menos mal que, de camino, encontramos un bar abierto y pudimos saborear la fresca coca-cola y el delicioso bocadillo de jamón con tomate... ¡Genial!
Al despertar, Georgiana, nos había preparado café y Cuco había comprado croissantes. Esta linda quillita nos enseñó fotos de su actuación en el musical de Mamma mia, y marché con la promesa de ir para allá, a verla actuar, este mes o el que viene. ¡Otro musical! ¡Oe oe oe!
Hoy, me duele todo. La espalda, el pie derecho (que me torcí unas cuatro veces, o cinco), los gemelos (convertidos en trillizos), parte del pecho... Pero, me da igual, porque ha merecido la pena.
Gracias, Diana, muchas gracias por esa invitación rumbera. Gracias, Che Sudaka y Gogol Bordello, por ese par de conciertazos. Gracias, Mariachi, Cuco, Txúpez por la compañía. Gracias, Georgina, por tu hospitalidad. Gracias a todos/as ustedes por haber llegado hasta aquí, con el tocho que he metido, jajajaja...
Salíamos apenas diez minutos más tarde de la hora convenida. En el coche, al volante, Cuco nos llevaba con tranquilidad a Mariachi, Txúpez, Mapi y servidor. Aparcar, un suplicio; pero, afortunadamente, después de cien mil vueltas, encontramos sitio al ladito de la casa donde nos íbamos a hospedar. Nos despedimos de Mapi y nos encontramos con Georgina, quillita para la que sólo podría poner buenas palabras, por su hospitalidad y su amabilidad.
La comida, en un restaurante argentino donde todo estaba bien rico. Yum, yum... Y el café, al ladito de la Sagrada Familia. Allá, quedamos con Ibarrita y comenzamos nuestra caminata hacia la sala Razzmatazz. El Xenia era nuestro bar. Nos sentamos y nos pedimos unas cervecitas, vinito, coca-cola, chistorra (¡ese Cuco!), y nos despedimos de Ibarrita. Pero, también, saludábamos a Paulita, quien se había acercado hasta ese punto que, para ella, quedaba tan a la lejanía.
Era la hora, así que fuimos a la fila de invitados. Allá estaba todo arreglado. Nos entregaron la invitación y nos introdujimos en la sala. Pero, ¡ah!, lo premier es lo premier, así que nos compramos camiseticas de recuerdo. Un mensaje de Diana preguntando "si estábamos dentro, si había ocurrido algún problema", me corroboró que esta amiga mía vale un porronsito. ¡Anda que no te quiero ni na', quilla!
Con gran puntualidad apareció en escena Che Sudaka. Tenían ganas, muchas ganas, y eso se notaba. Empezamos a bailar y, desde ese momento, ya no pudimos parar. Estos quillos se lo curraron, de verdad. Animaron, se entregaron, y descargaron con alegría parte de su repertorio. Así que, yo me animé un montón y bailé, grité, giré... Vamos, que lo gocé de lo lindo. Eso sí, como es costumbre en mí, no me gustó esa manía que tienen los grupos de hacer corear a la gente "eeeeooooo, eeeoooeeeooo, ay ay ay ay ay..." ¡Me pone muy nervioso! Pero, vamos, que me gustó así que: ¡Che Sudaka, Che Sudaka, eh... eh!
Un descansito para recuperar fuerzas y... ¡GOGOL BORDELLO! Si Che Sudaka me gustó, Gogol Bodello me entusiasmó. ¡Jooooodeeeer! ¡Cómo le meten estos quillos! Allá, se desató la locura. Salieron a lo bestia. La guitarra rugía, el violín se salía, el cantante se movía como la sierpe... y las quillas daban más colorido y espectáculo. ¡Pronto se montó la tangana! Y, claro, nosotros nos dejamos llevar... ¡Pim pam pum! ¡Venga de bailes, venga de botes, venga de hostias! Casi me parten la nariz, perdí la zapatilla un par de veces, me mojaron con cerveza... Pero, todo daba igual. Allá estaba la SuperTaranta y la música nos dominaba.
Momento de bajón fue cuando Txúpez nos anunciaba la pérdida de su cámara digital. Esa media canción y parte de la siguiente se resintió la locura establecida en mi pequeño cuerpesssito rumbero. Pero, carajo, no se podía hacer ya nada. Así que, había que olvidarse y volver a introducirse de pleno en el concierto. Y, menos mal, porque siguieron dándolo todo, abofeteándonos con descaro con su descarga brutal de música enfebrecida... ¡Gogol Bordello son muy grandes! ¡La gran chingada madre! ¡Inolvidable!
Al terminar, estábamos exhaustos. Menos mal que, de camino, encontramos un bar abierto y pudimos saborear la fresca coca-cola y el delicioso bocadillo de jamón con tomate... ¡Genial!
Al despertar, Georgiana, nos había preparado café y Cuco había comprado croissantes. Esta linda quillita nos enseñó fotos de su actuación en el musical de Mamma mia, y marché con la promesa de ir para allá, a verla actuar, este mes o el que viene. ¡Otro musical! ¡Oe oe oe!
Hoy, me duele todo. La espalda, el pie derecho (que me torcí unas cuatro veces, o cinco), los gemelos (convertidos en trillizos), parte del pecho... Pero, me da igual, porque ha merecido la pena.
Gracias, Diana, muchas gracias por esa invitación rumbera. Gracias, Che Sudaka y Gogol Bordello, por ese par de conciertazos. Gracias, Mariachi, Cuco, Txúpez por la compañía. Gracias, Georgina, por tu hospitalidad. Gracias a todos/as ustedes por haber llegado hasta aquí, con el tocho que he metido, jajajaja...
2 comentarios:
Ohh, tu por mi ciudad y yo por el polo norte.
Hoy caen mas de 40 cm. de nieve.
Un saludo.
Joooder, es cierto. Ya ves, pero no duró mucho la estancia...
Besicos, quillo
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