A veces, al Sr. Joven le da por ir a ver una película demencial. A veces, me dejo convencer fácilmente y me dejo llevar. Ha sido el caso de esta noche. La cita era con Freddy Krueger y esta especie de remake con tintes de precuela que no se queda ni en lo uno ni en lo otro.
La película es mala; pero, mala con avaricia. En ella, lo que podemos ver es un porrón de guiños al filme de Wes Craven, pero en la que se ha perdido ese corrosivo sentido del humor con el que Freddy mataba a sus víctimas. Asimismo, se pierde, al verse de una manera tan explícita, esa ambigüedad que mantenía el malo de la película, asesinado por su supuesta culpabilidad en la que, al espectador, aún le quedaba un cierto margen de duda.
El señor Freddy Krueger, en esta nueva entrega, pierde todo su carisma. Su humor ya no es fervorosamente irritante, sino que es zafio y de mal gusto. Sus asesinatos ya no poseen ese aspecto tan onírico que tenían en algunas de las anteriores entregas. Ha dejado de ser un personaje terrorífico de cierto carisma, para convertirse en otro insulso "hombre del saco".
Escenas repetitivas; diálogos, en ocasiones, sonrojantes; y sustos provenientes del aumento desmesurado del sonido y del golpe rápido de imagen. Todo ello para una historia que, no sólo, nada aporta, sino que cuenta más de lo necesario.
En definitiva, una pesadilla de película de lo mala que es. Sin duda, muy lejos de la Pesadilla en Elm Street de Wes Craven.
La película es mala; pero, mala con avaricia. En ella, lo que podemos ver es un porrón de guiños al filme de Wes Craven, pero en la que se ha perdido ese corrosivo sentido del humor con el que Freddy mataba a sus víctimas. Asimismo, se pierde, al verse de una manera tan explícita, esa ambigüedad que mantenía el malo de la película, asesinado por su supuesta culpabilidad en la que, al espectador, aún le quedaba un cierto margen de duda.
El señor Freddy Krueger, en esta nueva entrega, pierde todo su carisma. Su humor ya no es fervorosamente irritante, sino que es zafio y de mal gusto. Sus asesinatos ya no poseen ese aspecto tan onírico que tenían en algunas de las anteriores entregas. Ha dejado de ser un personaje terrorífico de cierto carisma, para convertirse en otro insulso "hombre del saco".
Escenas repetitivas; diálogos, en ocasiones, sonrojantes; y sustos provenientes del aumento desmesurado del sonido y del golpe rápido de imagen. Todo ello para una historia que, no sólo, nada aporta, sino que cuenta más de lo necesario.
En definitiva, una pesadilla de película de lo mala que es. Sin duda, muy lejos de la Pesadilla en Elm Street de Wes Craven.
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