lunes, 1 de febrero de 2010

La cinta blanca, de Michael Haneke

Fuimos el Miércoles pasado a ver la que, hasta ese día era, para mi cabeza, La caja blanca, La tira blanca... yo que sé: la última película de Haneke. Es lo que tiene esta cabeza mía, que cuando le da por cambiarle el nombre a las cosas, no sale de su confusión. La verdad es que iba con bastante expectativa, no sólo por los premios ganados, sino por ser ver qué carajo había hecho el señor Haneke. Y, que le voy a hacer, salí frío, como la película.

En sí, la película no está mal. Por un lado, muy cuidadosa con las imágenes, con una fotografía realmente buena, y un blanco y negro delicioso. Por otro, con un tema que tiene su jugo: la violencia interna bajo la apariencia de la candidez, así como un paseo por la semilla de los acontecimientos que llevarían a Alemania a cometer tremendas atrocidades durante la Segunda Guerra Mundial... Pero algo no me llegaba a convencer.

Primero, el maldito doblaje. Seguro que si la veo en VOSE cambia para mejor mi apreciación. Asimismo, esa estúpida voz en off del narrador. Lo siento, pero cada vez que se oye, me saca del filme por completo. Tercero, el protagonista, un tipo meloso y bastante repipi que no pega para nada con el resto de personajes (demasiado fríos para mi gusto), y al que se le pilla, por eso, bastante manía. Además, esa excusa de "explicación del origen del nazismo" que no es más que eso, una excusa. Y, finalmente, el metraje, al que le sobran unos cuantos minutos.

Sin embargo, no cabe duda de que es una película buena. Es genial ese uso del blanco durante toda la película, ese blanco de pureza, el mismo que el de la cinta que llevan los niños. Son brutales algunos diálogos, así como la frialdad de los personajes (no, no es una contradicción). Es fascinante cómo nos adentra en la vehemencia, en la maldad, en la ira, en la indiferencia, en la humillación... de los diferentes habitantes del pueblo.

Así, entre sus cosicas buenas y sus cosicas malas, te va introduciendo en una serie de extraños sucesos que te llevan buscar quién carajo los habrá cometido. Logrando, quizás, el mejor resultado al convertir al espectador en un purito redentor, ofreciéndole la posibilidad de liberar a los habitantes del pueblo de su culpa, haciendo la vista gorda, tal y como han hecho algunos de ellos anteriormente.

Cómo no, mi consejo es que acudan a la pantalla grande y que disfruten de una película que, te llegue o no, recuerda que el cine no es sólo efectos especiales, 3-D, purito espectáculo y diversión, sino un medio de expresión artístico que, como tal, nos invite a reflexionar.

Por cierto ¡Qué mal rollo meten esos niños que parecen sacados de El Pueblo de los Malditos, todos juntitos y haciendo el mal! ¡Buuuuf!

1 comentario:

el rincon de la pequeña dijo...

Pensaba ir a verla. Pero ahora tengo más ganicas. Gracias por la critica cinematográfica. besicos