Drácula, de Bram Stoker
Sólo por su parentesco y por la moda, encuentras su continuación en las estanterías de las librerías. Qué les voy a decir... Ahora, justito con toda esta movida de Crepúsculo y los vampiros por todos lados, su sobrino biznieto Dacre Stoker aprovecha este resurgimiento para lanzarse, junto a Ian Holt, a publicar la continuación: Drácula, el no muerto.
Antes no podía ser una bola de discoteca andante, ni elegía una dieta "libre de grasa animal". Pista clave y sencilla. Antes, bueno ni ahora si viésemos un vampiro como tiene que ser, mis queridos no muertos no podían caminar bajo la luz del Sol. Sí, se morían ¡carajo! Y no cómo en Crepúsculo que, cuando están bajo los rayos solares, empiezan a brillar, como si fuesen bolas de discoteca ¡Buuuf! Además, en esta saga de teenagers, hay vampiros "vegetarianos". De ahí, la mencionada dieta.
Tenía presencia y su maldad se difuminaba en un aura de Romanticismo. Drácula tenía presencia. Mucha, además. Asimismo, el Señor de las Tinieblas era purita personificación del mal. Escrita en 1897 se sitúa a finales de Romanticismo, hecho éste que sin duda ha influido en la visión que se ha ofertado desde el cine sobre la figura de Drácula.
Un actor de su misma procedencia se hizo famoso por interpretarlo. Para facilitar todavía más la posibilidad de acierto, una pista definitiva. Ahora, lo verán claro ¿no? Hablo ni más ni menos que del gran Béla Lugosi, quien nació en la región de Transilvania... ¿Y dónde está la morada de Drácula?
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