Ayer, monté la de San Quintín en casa. De nuevo, volvía a sonar en mi hogar la antigua cadenilla musical que me había acompañado durante largos años. Con la nueva, no sé qué carajo pasaba que los vinilos sólo sonaban por un altavoz. Llegué con el adaptador a casa. Así que tiré todo por el suelo (papeles, apuntes, libros, panfletillos, recuerdos...), y desenvolví la antigua cadena (me servía de mesilla prácticamente); desconecté aquella que la había suplantado; conecté, de nuevo, mi antiguo aparato musical... Tomé entre mis manos un LP sin mirar y, al observarlo, aprecié que tenía a Manu Chao: Clandestino.
¡Y probé el sonido de mi reproductor de vinilos!
¡Placer! Inmenso placer el de volver a escuchar un LP en condiciones... ¡Buah! ¡Qué felicidad inmensa! Esta nuit me enchufo a Días de Vino y Rosas y, de paso, intento pasarlo a CD para poder compartirlo con la humanidad...
¡Y probé el sonido de mi reproductor de vinilos!
¡Placer! Inmenso placer el de volver a escuchar un LP en condiciones... ¡Buah! ¡Qué felicidad inmensa! Esta nuit me enchufo a Días de Vino y Rosas y, de paso, intento pasarlo a CD para poder compartirlo con la humanidad...
2 comentarios:
ummmmm me encanta el sonido característico de los vinilos... A ver si montas alguna fiestuqui con boogalo en tu "viejo" equipo de sonido. Besotessssssssssssssssssss
Yo tengo unos pocos y mooooola
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