Una vez instalado en el albergue, llega la deseada duchita. Estoy allá, con el jaboncico de manos (mi gel me lo dejé en El Cubo), cuando entra alguien rápidamente en el baño. A mi lado, hay alguien vomitando sonoramente. Al salir, veo que es el otro hombre que estaba en el albergue de El Cubo de la Tierra del Vino. Por su acento, parece francés.
La habitación se llena (caben seis personas), así que, como va a venir Sergio, el hospitalero me cambia a otra. Allá, al poco rato, entra "El Sevillano", un hombre pelón, con barba, y que ha realizado ya siete caminos.
Cuando llega Sergio, nos vamos de compras. He de hacerme con: aguja e hilo; con unos "pichorrillos para las ampollas"; con un abrelatas (para las albóndigas recién compradas); con una nueva cámara de fotos, a modo de regalico, por parte de mi family, de cumpleaños.
La habitación se llena (caben seis personas), así que, como va a venir Sergio, el hospitalero me cambia a otra. Allá, al poco rato, entra "El Sevillano", un hombre pelón, con barba, y que ha realizado ya siete caminos.
Cuando llega Sergio, nos vamos de compras. He de hacerme con: aguja e hilo; con unos "pichorrillos para las ampollas"; con un abrelatas (para las albóndigas recién compradas); con una nueva cámara de fotos, a modo de regalico, por parte de mi family, de cumpleaños.
Zamora es una extraña ciudad para la compra de cámaras. Preguntamos y venden cámaras en:
-Una tienda donde venden guitarras, y en la que sólo tienen dos modelos.
- Una óptica y tienda de cámaras; sin embargo, no tienen ni una pendeja cámara.
-"Nos llegan mañana".
- Una tienda de fotografía. La cámara más barata (y dudo mucho que tuviesen muchos más modelos), cuesta 130 €.
- Una tienda de electrodomésticos, sitio donde me la compré definitivamente.
Con las compras realizadas, los pies destrozados (y después de una cañita con limón), al albergue. Hay que cenar pronto, puesto que al día siguiente, como no, madrugamos. La lata de las albóndigas es de "abre fácil" ¡No te jode!
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