
Caminando, me acordé de la ilusión y de lo mucho que me motivó que una quilla, desde un coche rojo, me pitase con el claxon y empezase a saludarme dándome ánimos. Fue el día anterior, camino a El Cubo; pero lo recordé este día después, quizás para volver a darme ánimos.
En Villanueva de Campeán coincidí con el chico danés. Los dos tomamos lo mismo: un bocadillo de tortilla con jamón y un café con leche. Al salir, él se detuvo a hacer fotos. Yo, debido a mis maltrechos pies, no paré y seguí caminando.
Al llegar a Zamora, el albergue cerrado. Toca esperar más de dos horas...
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