Así me siento, con un peso enorme sobre mi pequeño ser. Llamadas, mensajes, malas vainas y movidas que no debieran haber aparecido nunca. A mí me afecta, mas estoy lo suficientemente sosegado para que sólo lo haga de refilón. Sin embargo, hay gente que sufre y, poco a poco, un proyecto se va yendo al carajo. A mí me afecta y estoy a puntito de sentarme, respirar bien hondo y hablar, como hago siempre, sin callarme nada y ofreciendo mi visión de las cosas. Quizás arda Troya; pero, ¡que carajo! no me apetece llevar semejante peso sobre mis hombros. Eso desgasta demasiado...
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