jueves, 30 de julio de 2009
Como llevar a trescientos Pibitos en los hombros...
una de zombies...
- "Pero, qué haces. Les has indicado nuestra posición y acabas de iniciar un fuego cruzado"
Pienso que llevan disparándonos y que son sabedores de nuestra situación desde hace un buen rato. Mientras estoy en mis elucubraciones, bajo la vista y al volver a mirar por la ventana, veo que un montón de zombies corren por las calles. Vienen hacia nosotros y, obviamente, no paramos de disparar. Corren hacia nosotros y empiezan a subirse por encima de nuestro capó, de nuestro techo... ¡estamos en un coche rojo!
Piso a fondo y acelero. Salimos a toda pastilla... ¡Me hago un pis del carajo!, así que voy al baño.
miércoles, 29 de julio de 2009
Vía de la Plata: Zamora y la cámara de fotos
La habitación se llena (caben seis personas), así que, como va a venir Sergio, el hospitalero me cambia a otra. Allá, al poco rato, entra "El Sevillano", un hombre pelón, con barba, y que ha realizado ya siete caminos.
Cuando llega Sergio, nos vamos de compras. He de hacerme con: aguja e hilo; con unos "pichorrillos para las ampollas"; con un abrelatas (para las albóndigas recién compradas); con una nueva cámara de fotos, a modo de regalico, por parte de mi family, de cumpleaños.
Zamora es una extraña ciudad para la compra de cámaras. Preguntamos y venden cámaras en:
-Una tienda donde venden guitarras, y en la que sólo tienen dos modelos.
- Una óptica y tienda de cámaras; sin embargo, no tienen ni una pendeja cámara.
-"Nos llegan mañana".
- Una tienda de fotografía. La cámara más barata (y dudo mucho que tuviesen muchos más modelos), cuesta 130 €.
- Una tienda de electrodomésticos, sitio donde me la compré definitivamente.
Con las compras realizadas, los pies destrozados (y después de una cañita con limón), al albergue. Hay que cenar pronto, puesto que al día siguiente, como no, madrugamos. La lata de las albóndigas es de "abre fácil" ¡No te jode!
Vía de la Plata: El Cubo de la Tierra del Vino - Zamora

Caminando, me acordé de la ilusión y de lo mucho que me motivó que una quilla, desde un coche rojo, me pitase con el claxon y empezase a saludarme dándome ánimos. Fue el día anterior, camino a El Cubo; pero lo recordé este día después, quizás para volver a darme ánimos.
En Villanueva de Campeán coincidí con el chico danés. Los dos tomamos lo mismo: un bocadillo de tortilla con jamón y un café con leche. Al salir, él se detuvo a hacer fotos. Yo, debido a mis maltrechos pies, no paré y seguí caminando.
Al llegar a Zamora, el albergue cerrado. Toca esperar más de dos horas...
martes, 28 de julio de 2009
Una familia tragicómica

Lo tomé entre mis maños, y sus delicadas y elegantes viñetas me introdujeron presurosamente en el devenir de la historia. Ya no había nada que hacer. Estaba enganchado de cuajo a su lectura. Marché al salón, me tumbé en el sofá y comencé a devorar viñeta tras viñeta, página tras página, capítulo tras capítulo...
Sonó el móvil. Era Marta. Había un gran y más que apetecible plan: ¡al cinema! No era V.O.S., pero me divertí de lo lindo con Pagafantas. ¡Qué bien poder disfrutar de esa tarde de Domingo con vos!
Llegué a casa. Cené. Tomé la novela gráfica de portada naranja "...pero, en el juego narrativo que impulsó nuestras historias entrelazadas, él estaba allí para cogerme cuando saltaba".
lunes, 27 de julio de 2009
Pagafantas

Comienza la peli y, yo creo que el hecho de ser de Zaraguaya, predispone. Esos chistes con Bunbury y el hecho de que sea maño, hacen gracia y, claro está, si eres maño aún más. Quizás eso me ha metido ya el buen rollo en el cuerpo y mi objetividad se haya ido al traste en dos segundos. O quizás es que, aunque simplona, he visto una comedia bien graciosa que me divertía y me hacía soltar alguna carcajada de vez en cuando.
Vamos, que si quieres ir al cinema, ver una comedia y echarte unas buenas risas, mi recomendación es que ésta sea tu elección. Pasarás un buen rato con una película de situaciones bastante hilarantes y algún que otro diálogo realmente gracioso.
domingo, 26 de julio de 2009
Lituma en los Andes

- "Sí, pero no son actuales"
- "Da igual, yo sólo quiero algo para leer..."
Miré en la pequeña estantería y tomé el que me parecía más interesante. A medida que iba avanzando, la historia del cabo Lituma y el guardia Tomás me iba enganchando más y más. Las misteriosas desapariciones, la historia de amor de Tomás, las pequeñas pinceladas políticas que ofrece el libro, iban haciendo que fuese adentrándome cada vez más en sus páginas.
No es lo que suelo leer, no es el tipo de literatura que suelo tener en mis manos. Ya había decidido salir un poquito de mi "círculo cerrado" con la citada novela de Aldous Huxley al iniciar mis vacances, así que iba a seguir con mi propósito.
Les pongo la cita de rigor:
"Hay que tener disposición y perder el orgullo y la vergüenza, bajarse del pedestal en el que la gente vive montada. el que no pone a dormir su pensamiento, el que no se olvida de sí mismo, ni se saca las vanidades y soberbias ni se vuelve música cuando canta, ni baile cuando baila, ni borrachera cuando se emborracha. Ése no sale de su prisión, no viaja, no visita a su animal ni sube hasta espíritu. Ése no vive: es decadencia y está vivomuerto".
Mario Vargas Llosa, Lituma en los Andes
sábado, 25 de julio de 2009
Dusminguet - Sonajeros
Como no, "Sonajeros", esa pedazo de canción que abría su LP Vafalungo.
Va para ustedes, que tantas veces la bailaron...
Sonajeros de colores, pa que me crezca memeando
sonajeros yo le traigo, a la niña de mi corazón
Sonajeros de colores, pa mi niña yo traigo
sonajeros de colores, pa que me crezca meneando
Sonajeros de colores, pa mi niña yo traigo
sonajeros de colores, con mi carro arrastrando
Pa la ciudad del desencanto traigo un carro dinamita
pa cargarme la aburrida rutina
pa que me crezca meneando sonajeros yo le traigo
a la niña de mi corazón
con el verde suena plata
con el rojo la hojalata
preparaos que mi niña cuando arranca ya no para
Sonajeros de colores...
Toca en los azules mi niña aquella habanera
y con el mar pinta a rayas mi camisa marinera
con la chispa de los rojos vallenatos dame guaro
que la sed en tu fiesta no es delito sin sentido
cántame mi niña que estoy triste
cántame mi niña que estoy triste
que mi mal nunca marcha, siempre sigue
Sonajeros de colores...
Cam camina pal camino, mi carrito del nunca llegar...
viernes, 24 de julio de 2009
Vía de la Plata: Salamanca - El Cubo de la Tierra del Vino
Al salir, decidí que visitaría un poco de Salamanca (la catedral, la Universidad, La Plaza Mayor...), al tiempo que me dirigía hacia la salida de la urbe. Mientras caminaba, un ruido lejano de cristales rotos y unos gritos, me hizo pensar que se había roto la luna de una tienda, un cristal, algún espejo... no sé, algo grande al menos. Sin embargo, al llegar a una rotonda, me encuentro con un coche boca abajo y uno más pequeño que se detiene poco a poco.
-"Me has jodido tío" -Increpa el quillo que ha salido del coche perjudicado por el acontecimiento, al otro, que mira un poco perplejo y como si estuviera borracho, la escena que, supuestamente, ha provocado. Aprovecho, hago unas fotos para documentarlo y sigo caminando.
Camino entre campos. Me asombro por maravillarme del bajo vuelo de un grupo de pájaros. No sé si es por el silencio o porque estoy solo, pero me ha engatusado su sonido y movimiento.
Llego a Valdunciel y, para mi desgracia, después de dar tres vueltas, yendo y viniendo, el panadero no está.
- "Debe de haberse ido a algún sitio, joven" - Me comenta un vecino.
Sigo caminando. No tengo pan y el calor empieza a apretar en las grandes extensiones de cultivo y barbecho. Voy haciendo fotos.
- "Haz una foto al tractor" - Grita un hombre.
- "Pues claro..."
Se asoma por la puerta, alza la mano y le doy al botón de disparo.
- "¿Y esto no se puede sacar en papel?"
- "Claro que sí. Déme su dirección y se la envío por correo"
Francisco Fraile Fraile, se llama
- "Mira que sois valientes... Buena suerte en tu camino"
- "Gracias. Hasta luego. No se preocupe que le enviaré la foto. De verdad, que no me cuesta nada..."
Sigo caminando; sigo tomando fotos; sigo descubriendo imágenes secretas que voy descifrando. No sé se estoy perdido. Veo un cartel. Me acerco.
- "¡Hey, chico!"
- "Hola" - Saludo a un ciclista - "No sé si estoy perdido"
- "No, vas bien..."
Me acerco. Desciende de la bici y camina conmigo. El va hasta Zamora. Mientras se aleja, pienso en hacerle una foto. No está la cámara. Dejo la mochila al lado del arcén, escondida entre matojos. Echo a correr y llego hasta el cartel. No está, no está por ningún lado. Me da pena. No por la cámara, sino por todas las imágenes que quería compartir con mis seres cercanos. Me da pena. No por la cámara, sino porque no podré enviar la foto a Francisco, ese hombre del tractor que había perdido, para mí, el anonimato.
Por fin, llego al Cubo de la Tierra del Vino. Estamos tres. Uno de ellos es danés. Estaba también en Salamanca. Llegó más tarde que yo y, como no tenía comida, le di uno de mis sobres de pasta precocinada. Al rato, él me regala una cosica de cuero que, creo, trabaja el mismo con sus manos.
Despedidas

Salí de la sala con una muy buena sensación. El metraje había sido largo y, para nada, tuve la sensación de haber estado ese tiempo sentadito en la butaca. Una vez más, volvía a presenciar esa delicadeza que suele proporcionar el cine japonés, así como el gusto por lo efímero, por la belleza del instante, por la conservación de las tradiciones dentro de un país tan modernizado.
Una historia curiosa que nos viene a recordar que la muerte está tan presente en nuestras vidas como comer pescado y que, sin embargo, sigue siendo objeto de todo tipo de miedos, prejuicios y objeciones. Y, en este contexto, el protagonista va rompiendo barreras culturales. Y, en este contexto, el protagonista va rompiendo barreras personales.
Una buena película en la que, quizás, hay dos momentos que me sobran. El primero, la escena del protagonista tocando el violonchelo en el prado, con ese movimiento aereo de la cámara ¡buf! El segundo, puesto que creo que podría haberse hecho de una manera más elegante, cuando toma nitidez la cara del padre del protagonista en sus recuerdos de la infancia.
Vayan a verla a la pantallita grande, que merece la pena. Así, obtendrán una piedra, grandecita, pero adaptada a la mano. También, será redonda y pulimentada, y de color blanco con bonitas manchas azuladas recorriendo su superficie.
lunes, 20 de julio de 2009
sábado, 18 de julio de 2009
Cita
"Se está haciendo un mundo nuevo, está germinando un nuevo tipo de hombre. Las masas, destinadas ahora a sufrir más cruelmente que nunca, están paralizadas por el miedo y la aprensión. Se han retirado, como los traumatizados por la guerra, a sus tumbas autocreadas; han perdido todo contacto con la realidad, salvo en lo que concierne a sus necesidades corporales. Por supuesto, hace mucho tiempo que el cuerpo ha dejado de ser el templo del espíritu. Y así es como el hombre muere para el mundo –y para el Creador."
HENRY MILLER, El mundo del sexo
viernes, 17 de julio de 2009
De rodar
Arrastrados por el agua, no paramos. Vueltas, vueltas, y más vueltas, para seguir puliendo, para seguir caminando.
Pequeño, pulido, redondeado. Acariciado por las olas de un transparente, azulado y refrescante caudal.
Hay momentos en que los cantos rodados se dejan llevar placenteros por la vida.
jueves, 16 de julio de 2009
Vía de la Plata: Viaje previo: Zaragoza - Salamanca
El autobús había sido el medio de transporte elegido. Una vez más, aunque al menos esta vez estaba acompañado de Marta, la policía me pide el DNI. Puro trámite, dicen. Si no has hecho nada, puedes estar tranquilo. Siempre la misma vaina y siempre la misma resolución. Diez minutos de espera mientras te identifican, comprueban tus datos y te hacen sentir como un delincuente al que todas las miradas se le posan encima. Al menos, esta vez, estaba acompañado de Marta y, la detestable situación se hace mucho más llevadera.
Ya es algo que, en un momento u otro, ha de cumplirse. En esta ocasión, en Soria. Allá, esperando a seguir mi viaje, me encuentro a María, antigua compañera del Ginos, así que ya ha tenido lugar mi encuentro con algún/a conocido/a.
Al llegar a Salamanca, he de buscar el Albergue. Doy unas cuantas vueltas hasta que, por fin, lo encuentro. Es curioso, porque está en la Calle El Arcediano y, claro está, me retrotrae al hostal de Tarazona sito en la Calle de los Arcedianos. Purita casualidad ¡nomás! Me extraño de que al quillo que esta delante de mí le estén sellando una credencial. Quedo observando y mi mirada empieza a divisar diferentes paneles relacionados con Santiago. En ese momento, descubro que mi periplo por el recorrido de la antigua calzada romana es también Camino de peregrinación a Santiago. De lo que se entera uno ¡oiga! El primer sello, el de Salamanca, lo obtengo de inmediato.
Tan solo unas vueltecitas, un bocata y la necesidad de comprar una libretita para anotar mis cosas. Entro a una tienda y me hago con ella y un bolígrafo bic con el que poder escribir. La quillita que me atiende es la mar de maja. A pesar de la hora, ya bastante tardía para un comercio, su sonrisa y amabilidad hacen que me vaya más contento en mi solitario deambular.
Como no, me acerco a la Plaza Mayor. Allá, realicé mi primera foto. Bueno, mi primera y última, porque me quedé sin pilas y el resto quedaban en el albergue, dentro de la mochila, sin hacer uso de su utilidad en mi imperiosa necesidad de retratar aquellas cosas que iba viendo.
Mas, seguidamente, me encontré cansado y el sueño se empezó a apoderar de mi cuerpecillo rumbero. Era la hora de marchar a dormir...
miércoles, 15 de julio de 2009
martes, 14 de julio de 2009
En busca de la foto perdida
Hoy pido la colaboración de toda la Galaxia para poder cumplir una “promesa” que le hice al Señor Francisco en mi ruta por la Vía de La Plata. Salí, el Domingo de Salamanca y, después de la Calzada de Valcunciel me encontré a Francisco con su tractor. Paró y estuvimos hablando un rato. Por eso, le hice una fotografía y él, alegre, me preguntó:
- “¿Y esto se puede sacar en papel?”
-“Pues claro que sí”, contesté yo.
Apunté su dirección y le dije que no se preocupara, que, en cuanto llegase a Zaragoza, le haría una copia y se la enviaría por carta. Seguí caminando presuroso por esas tierras salmantinas y, en un momento dado, a unos tres kilómetros de El Cubo de la Tierra del Vino, me di cuenta de que no llevaba la cámara. Sí, mi Nikon Coolpix 7200 (dentro de su fundita negra acolchada), que en tantas excursiones me había acompañado, se había caído de mi mochila en algún punto entre la Calzada de Valcunciel y El Cubo de la Tierra del Vino.
Acá es donde pido su colaboración. Copien esta entrada y manden este mensaje a toda la gente que conozcan y, de esta manera, hagan que se propague por toda la Galaxia. Da igual que el/la contacto sea de España, de Alemania, de Brasil, de Colombia, de Holanda, de Senegal, de Panamá… Háganselo llegar a todas las personas que puedan. Sólo pido eso ¡no más! Así, quizás se produzca el milagro y a algún senderista, a algún trabajador de la Autopista, a algún ciclista… le llegue este mensaje o, al menos, la noticia de su existencia. Y si esa persona encuentra la cámara, pues que se la quede de regalo, yo no la quiero para nada; sin embargo, esa tarjeta que lleva en su interior (no la que está fuera en la funda), aquella que contiene la fotografía de Francisco con su tractor (entre otras que me gustaría tener), es la que quiero que llegue a mi regazo.
Me gustaría que la carta en la que voy a explicar la pérdida de mi cámara a Francisco tenga una posterior réplica en la que le llegase esa instantánea que tanta ilusión le hizo que le realizara. Sé que es una locura; pero, ya saben, por intentar una nueva majadería de las mías que no quede…
Muchas gracias a todos/as por su colaboración. Ya saben que se lo agradezco hasta el mismísimo infinito.
Besos
Acá van el dato imprescindible para que, en caso de que se obre el milagro, quien sea contacte conmigo:
Mail: christian.losada@gmail.com
lunes, 13 de julio de 2009
En busca de la película perdida: pista 07
Creo que, sin duda, hay mucho de Tolstoi en esta película; pero, el apellido del protagonista es la versión masculina de ¿?, de una obra de Dostoievski.
Ya queda menos...
sábado, 4 de julio de 2009
Vacances...
Me voy una semanita. Parto hoy para Salamanca y, así, el Domingo podré comenzar a caminar, chipitín a chipitín, hasta Astorga.
Sean felices y continúen su camino.
viernes, 3 de julio de 2009
Diplomado...
Me doy la enhorabuena a mí mismo.
jueves, 2 de julio de 2009
Baile en la cima del Balaitous
"Mañana va a ser un gran día te lo digo yo
Nos vamos a mirar las caras entre todos...
... ya no hay dolor
ya no duele y no va a doler..."
*No hay dolor (NTVG)
miércoles, 1 de julio de 2009
Pisadas en la arena...

Pasó el tiempo y W animó a Z a acudir con él y con T a realizar nuevos castillos. Tomaron un nuevo cubo, más grande y de color verde y los tres comenzaron a pasar horas junto a la orilla, construyendo y adornando numerosas fortificaciones. Así hasta que un buen día apareció Z con S (siempre acompañado de su fiel R), tomaron el cubo verde y comenzaron a levantar castillos en un sitio donde a T (a pesar de que se lo había anunciado), no le gustaba nada acudir. Además, muchas veces, no se esmeraban mucho y los dejaban inacabados. Por esa razón, W, al igual que pasó con Z en su momento, comenzó a utilizar cada vez menos ese cubo.
* imagen extraída de: http://www.navedelarte.com/
Cómo celebrar un cumpleaños a lo grande: Ascensión al Balaitous

Después de comer ya sólo nos quedaba el último tramo en coche, hasta el embalse de la Sarra, para comenzar nuestra ascensión hacia el Refugio de Respomuso, quizás un poco más tarde de lo planeado. Por eso, al llegar, ya no teníamos agua caliente y, Marta y Pibe (los dos más valientes del grupo), se ducharon con la gélida agua pirenaica.
Un poquito antes de llegar al Refugio de Respomuso
Tras la cena, la sorpresa. Los chicos/as habían preparado una tarta en la cocina mientras Pibe se duchaba. Sobre un bizcocho, una capa de nocilla y su nombre, “Pibe”, escrito con Lacasitos. Además, un oso de regalo y, de parte de Marta, la camiseta más chula del Mundo Mundial. Realmente, le hizo más ilusión que a los de verdad… Por su parte, también había sorpresa: un pequeño presente para cada uno/a de aquellos/as que iban a compartir su día de cumpleaños ascendiendo al Balaitous. Era la noche previa al día señalado, mas era el momento de comenzar a celebrarlo.
Despertamos a las seis. Entre pitos y flautas, de nuevo, se nos hacía más tarde de lo previsto, pues no comenzábamos la ascensión hasta casi las 8. En esos momentos, nos daba un poco igual. Estábamos contentos de estar allá, a puntito de acometer ese apetecible pico. Para Marta era su primer pico, así que su bautizo iba a ser por todo lo alto. Además, al igual que Pibe, ella nunca había rapelado. Para Cuco era su tercer intento. Nunca había ido con material y, además, siempre había comenzado desde la Sarra. Para Isaac era su primer 3000. Josepo tenía sus dudas y Félix, el más experimentado, sabía que no iba a estar “chupado”.
Ascendiendo. El Refugio queda allá abajo...
Iniciamos la marcha con un fuerte desnivel. Cada uno va a su ritmo, aunque intentando no perder contacto visual los unos con los otros. Yo voy con Pibe, casi siempre detrás de Cuco que es quien lleva la delantera durante todo el trayecto.
Cuco esperando... ni se da cuenta de la foto, jejejeje.
El ritmo no es rápido, por lo que Pibe se encuentra bastante descansado. Llegamos a los primeros neveros y, allá, todavía no hace falta piolet, ni crampones, ni na’ de na’. Me hace gracias ir con Pibe, pues por no llevar, no lleva ni bastones, así que en tramos de nieve un poco más inclinados corretea porque así es más difícil que resbale y se dé de morros con la nieve.
En el "islote" previo a la ascensión de La Brecha de Latour. ¡A ponerse los crampones!
Nos juntamos todos/as en una roca. Allá, me entero de que Marta, debido a sus gafas “fassion” (que le ha dejado el Pibe), ha pasado de ser “Martita Seis Dedos” a ser “Willy Wonka”. Desde allá divisamos la Brecha de Latour, así que aprovechamos para tomar un poquito de alimento (Lacasitos, barrita de cereales y frutos secos) y calzarnos los crampones. Tomamos la ladera y caminamos, en una pronunciada subida, hacia la brecha. Al llegar, hemos de esperar un largo rato. Tenemos gente delante y se ha formado cierto atasco. Allá es donde encontramos la mayor dificultad de toda la ascensión: un resalte de una roca de algo más de dos metros y con malos agarres para pies y manos. Pibe, Marta y Josepo, son ayudados por Cuco a subir. Allá se pasa un poco mal, puesto que cuesta pasar ese punto y, al mismo tiempo, no paran de caer piedras, tanto de aquellos/as que bajan caminando, como de aquellos/as que lo hacen rapelando. Menos mal que Josepo e Isaac llevan casco, que si no alguna cuquera se habría formado…
Tras haber pasado todos, comienza la trepada. Primero por clavijas y, luego, ya buscando los agarres adecuados. Afortunadamente, las presas (aunque con alguna piedra traidora suelta), son buenas tanto para pies como para manos. Superada la brecha, por fin vemos la cima, allá al fondo, con su horrible pirámide de hierros coronándola. Descendemos un chipitín y, de nuevo, descansamos.
Ya sólo queda el último tramo. Y otra vez los crampones
Comentamos la subida y, ya un poco más aliviados, somos conscientes de que ya lo hemos logrado. Volvemos a calzarnos los crampones e iniciamos una ascensión diagonal por la nieve hacia la cima deseada. Allá, después de unas 5 horas (no hemos de olvidar el atasco sufrido, así como el mucho tiempo que nos llevó subir el dichoso resalte), los siete hemos llegado.
Cuco, Marta y Pibe en la cima.
Nos abrazamos todos/as.; se le felicita, de nuevo, a Pibe el cumpleaños; nos hacemos fotos; bailamos; comemos un trozo de brazo gitano que había comprado el cumpleañero a modo de tarta (que, con rima y todo, la había llevado Marta)… estamos contentos ¡Sí, lo habíamos logrado!
Preparándonos para seguir el descenso. ¡Otra vez los dichosos crampones!
Al poco rato, descendemos. El mismo caminito, pero a la inversa, hasta llegar a la brecha. Allá, toca rapelar, así que nos ponemos los arneses y Félix prepara la cuerda. Sin embargo, aún no la íbamos a utilizar, porque aprovecharíamos aquella que unos quillos llevaban consigo y, así, seguidamente poder utilizar, ellos también la nuestra. Con los dos primeros rapeles, ningún problema. Pero, con el tercero, la espera (por atasco de nuevo) es demasiado larga. El cansancio y el hambre empieza a reflejarse en las caras; pero, no es lo peor… De repente, caen piedras. Una choca directamente en la mano de Pibe. Afortunadamente, la sangre hace presencia, lo que evita empezar a ver una mano totalmente hinchada y morada. Un ¡Plac! suena fuerte… Afortunadamente, Isaac lleva casco, sino la brecha en la cabeza habría sido más que notable.
Entre las piedras que caen, el hambre, el cansancio, la espera, el deseo de realizar el tercer y último rápel del descenso es más que justificado.
Tercero y último. Éste sí que es un rápel, y no el tipo raruno ese de la sotana y las gafas al revés.
Por fin, bajamos, y como siguen cayendo piedras, a medida que cada uno/a llega, se calza los crampones y se pone en marcha. La nieve y las grandes rocas hacen el descenso un poco más pesado. De repente, oímos gritos. A lo lejos, dos quillos, de pie en una inmensa roca rodeada de nieve por todos lados, parecen mover sus brazos. Creemos, entonces, que algo ha pasado. El vuelo de un helicóptero parece indicar que algún tercer montañero se ha despeñado.
El no haber comido pasa factura y a la Willy Wonka montañera le da una pájara del carajo. Finalmente, nos juntamos todos/as en el Refugio. Por fin comemos, pues ya era bendita la hora de poder alimentarnos bien y recuperar parte de las energías gastadas durante toda la jornada montañera. Recuperamos nuestros mochilones y seguimos el descenso. Cuco y Josepo por delante. Isaac, Pibe y yo, en medio. Y Martita y Félix cerrando el grupo. Se nos ha hecho muy tarde. No nos juntamos todos/as en la Sarra hasta pasadas las 10 de la noche. Pibe ha encendido el móvil. Tiene un porrón de mensajes y de llamadas con la intención de felicitarle. Son sus compinches, aunque no todos/as se han acordado.
El refugio queda atrás mientras nos alejamos lentamente de él.
Desde el descanso que me ofrece su la mochila observo cómo transcurre el momento de montarse en los coches y, por tanto, de las despedidas. Todos se van abrazando y deciden que quedarán para hacer intercambio de fotos. Félix tiene abundante material de los diferentes rapeles realizados. Isaac, seguramente, un porrón de paisajes. Pibe, las fotos que le sirven para su “Senderismo para toda la Galaxia”. Josepo, también había llevado su cámara… Un CD con todo ese material tendrá que ser conformado. Con Cuco al volante, Pibe de copiloto y Marta detrás en estado de somnolencia, repaso mentalmente lo maravilloso que ha sido el fin de semana… Me interrumpe una llamada. Veo a Pibe emocionado. Es su familia, de Colombia, que lo ha llamado.
-“Por cierto, Pibe, ¿quieres poner algo?”
- “Pues claro, Lucho, aunque sea unas líneas”
Seré breve, porque Lucho ha metido acá una pedazo crónica pa’ fliparlo. No obstante, no puedo dejar esta entrada así, sin ofrecer mi más sincero agradecimiento a mis compañeros/as de ascensión al Balaitous. A Félix, por su carisma, por sus reverencias ante el baile, por sus explicaciones y cuidados. A Josepo, por su simpatía, por su sencillez y su alegría osezna. A Isaac, por su compañerismo, por compartir sus experiencias, por disfrutar también con nuestras majaderías. A Cuco, por ser, una vez más, mi compañero de fatigas, por su amistad, por su continua ayuda. A Marta, por querer celebrar conmigo este día y, para ello, como una auténtica campeona, subir semejante pico y compartir, así, momentos importantes de mi vida. A ti, Lucho, porque siempre me acompañas y, además, porque luego escribes semejantes parrafadas. Vamos, todos/as ellos/as por haberme ayudado a celebrar, allá a 3.151 mts. de altura este cumpleaños que queda en mi cabeza como un maravilloso día.
Jo, y además, he de dar las gracias a todos/as los/as que me llamaron y mensajearon, porque encender el móvil y ver tantos mensajes y llamadas, o encender el ordenador y ver el Facebook lleno de comentarios jubilosos, me hizo más ilusión que a los de verdad. ¡Son ustedes muy grandes! Y por eso les quiero a todos/as.