Ayer, de camino al currele ¡lerele! me metí un buen sopapo. Estaba lloviznando. Llegué a la Plaza de la Magdalena y, sabedor de que es peligrosa en días de lluvia, deceleré un poquito. La verdad es que, previamente, tampoco es que fuese muy rápido. Pero, vamos, por si acaso, presioné suavemente los frenos para no tomar la curva, y así incorporarme al carril bici, con demasiada velocidad. Dio igual. La pequeña Boogaloo patinó y yo intenté caer lo mejor posible.
Hoy, me duele la muñeca cuando hago determinados giros y llevo un moratón en la rodilla que impide que, por ejemplo, pueda apoyarla en el suelo durante un rato.
Y yo me pregunto: en qué carajo andan pensando aquellos/as que planifican el urbanismo para que les venga a la cabeza poner un suelo de baldosas tan chingaladamente resbaladizas en días de lluvia. ¡No me jodas! Son un puto peligro. Da igual que vayas en velocípedo, caminando o correteando feliz por la urbe. ¿Funcionalidad? Cero ¿Estética? Patatero. ¡Ah! Supongo que será, simple y llanamente, para malgastar dinero... ¡Pues estamos "apañaos"!
2 comentarios:
Eso con un tequilica se te quita enseguida amigo Closada ;-P
Jejejeje, habrá que darle, pues, a esta solución que me propone Bellota. Aunque, bueno, ya va mejor la cosica...
Besicos
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