miércoles, 2 de junio de 2010

Cómo no-sacar dinerito del banco

Marché bien tranquilito al banco. Iba al de siempre, al que suelo ir desde que vivo acá, en la Madeleine. Atravesaba la puerta del Santander Central Hispano sito en El Coso, justito nada más terminar San Vicente de Paul McCartney, sin saber esa absurda situación que iba a vivir.

Serían aproximadamente las 12.45 cuando llegué al mostrador de la caja.

- "Hola, buenos días. Quería sacar XXX euros".

- "De acuerdo. Pero, tendrás que esperar un Fax desde tu sucursal dándonos la confirmación"

- "Ah, vale, no pasa nada..."

Allá comenzaba el horror. Mi cabeza pensaba lo que cualquier otra cabeza habría pensado. Un Fax de ida y otro de vuelta... ¡no más de 5 minutos! Sin duda, me daba tiempo de llegar a mi cita con Mariachi, así que no veía ningún problema. Pronto, dieron las 13:00 y las agujas del reloj seguían corriendo. Obviamente tenía que llamar a Mariachi.

- "Quilla, que sigo acá. Estoy esperando a que llegue un Fax... Es como estar atrapado, sin poder salir de este banco"

Por no esperar en la puerta de mi casica, decide acercarse. La veo fuera, con la Pincha. Y yo, dentro, sin poder hacer nada. Ya son las 13.25 y comienzo a resoplar. ¡Esto no era normal!

La Pincha atada al pomo de la puerta, Mariachi que entra y me pregunta, toda perpleja, que está pasando. Yo, sinceramente, no lo sabía. Ni siquiera creía posible lo que estaba sucediendo.
Ya marcan las 13:35. La quilla de la caja, que ahora estaba en una mesa, se acerca y me dice que aún no se sabe nada. Así que le digo que anule la gestión y que me dé el libro de reclamaciones. Es más, ante la pregunta de la posibilidad de que llegue la hora de cierre de la oficina sin que se sepa nada del Fax y, por tanto, me vaya sin mi dinero, ella no puede más que afirmar que puede darse ese caso.

Finalmente, anula la gestión. Me señala que, en realidad, debería reclamar en mi sucursal, puesto que ellos no han dado respuesta a su Fax.

- "Ya" - le digo yo. - "Pero la situación la he vivido aquí, no allá. Así que, por favor, deme el libro de reclamaciones"

Busca y me saca un impreso de esos con dos hojas, una de ellas de calco. Empiezo a rellenar y, a la primera y única pregunta que le hago, no sabe (o no quiere, no lo sé), responderla. Se la entrego y me marcho. Ahora, me doy cuenta de que no me he llevado la copia. Realmente, me da igual. De hecho, dudo mucho que esa reclamación llegue a alguien.

Salimos del banco. Salimos, después de tantísimo tiempo dentro, sin mi dinero. Inserto mi tarjeta en el cajero. En unos segundos, el dinero en mi mano. Si lo llego a saber, no pierdo más de 40 minutos en ese dichoso banco. Y encima, me tengo que oír que ellos no tienen la culpa, que habían enviado el Fax, que habían llamado por teléfono... ¡Tendrán jeta! Yo tengo a alguien así en mi sucursal y, vamos, machaco a llamadas a la oficina de turno. Es vergonzoso que se tengan que vivir situaciones de este tipo.

Habría sido brutal que hubieran cerrado el banco y yo, allí dentro, esperando todavía mi dinero... porque de haberse dado ese caso, les aseguro que de allá no me muevo.

"Queremos ser tu banco", dicen. Pues como traten así a la gente, lo llevan claro...

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