Ayer, después de correr, quedé para tomar una cervecica junto con Vicky y Víctor, quien acababa de estrenar su documental La voz del viento. Estaban acompañados por los compinches de él y por su hermana. Al principio, a pesar de estar a gusto, obviamente, estaba un poco desubicado. Mas, al rato, comencé a intercambiar impresiones con el resto de gente con la que compartía la mesa que sustentaba las diversas bebidas. Poco a poco, éstos iban levantándose para ir a sus respectivas casas. Quedamos cuatro...
Me acerqué a Federico. Comenzamos a hablar de fotografía, de cómo la concebimos cada uno. La mía es como fragmentada. Luego, recorto y unifico. Así, llego a reflejar lo que pienso. La de él, es en movimiento (hablo de cámara cinematográfica), y, con ella, también expresa lo que lleva dentro. Seguidamente, cambiamos de registro:
- "¿Tú también haces yoga?" - Me preguntó de repente.
- "No, yo estoy por encima del yoga" - Contesté con esa manera mía de soltar una auténtica majadería (que no me creo ni yo), con la apariencia de hablar con total seriedad.
Hablamos de la manera de entender y disfrutar la vida. Fui comentando lo que busco, cómo la percibo, cómo intento permanecer en el Mundo y cómo soy consciente de que mi función es la de simplemente vivirla. Percepciones, sentimientos, actitudes...
- "Pero, eso es yoga. Tú haces yoga." - Me reprendió al instante. Ante mi asombro, me miró y comenzó a explicarme el porqué de sus palabras
Fíjense ustedes, ahora resulta que hago yoga, y yo sin saberlo...
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