Anaïs

Como le he prometido, hoy tiene su entrada aquí. No es que sea gran cosa, la verdad, eso de tener una dedicación en esta bitácora, pero a promise is a promise y, además, lo hago con gusto, con placer, con entusiasmo. Y lo hago porque ella es grande, porque está allá, en la France y, al mismo tiempo, está aquí, en mi pequeña y efímera vida, en mi corazoncillo alocado que, trocito a trocito, se va despedazando para dejar hueco a unos cuantos seres que, sin ser conscientes, me dan un porrón de aliento en esta vida que, en tantas y tantas ocasiones, se me escapa entre las manos. Y, sí, vuelvo a cogerla, amarro las riendas, la miro de frente y, con paso seguro, sigo avanzando sin detenerme a pensar qué carajo me deparará ese futuro inventado que nos han enseñado a crear, en lugar de anularlo por completo de nuestra experiencia vital.

Nos encontramos en el messenger y, como suele ser costumbre nos "echamos flores"; mas, esta vez, fuimos más lejos y, de los halagos, pasamos a contarnos cosicas que nos suceden en nuestras vidas, de esas que son confidenciales, que no se suelen contar. La razón: "porque, aunque estés lejos, te considero mi buen amigo". Palabras bonitas, como las que hace poco me dijiste tú, Bea, palabras llenas de sentimiento que, parece ser, ni se pierden ni se las lleva el viento. Al menos ese es mi deseo...

Así que, hoy, esta pequeña entrada va dedicada a una de las quillas más lindas que he conocido, porque, aunque esté lejos, siempre que nos encontramos me recuerda que estamos bien cerca. Y, como este medio nos acerca de tantos y tantos kilómetros de distancia, y ya que, como a otras personas, no se lo puedo decir a la cara: gracias por estar en mon petit monde. Si hay alguien que puede llevar el nombre de mi escritora favorita con tanta dignidad, esa eres tú. Muac.