jueves, 6 de septiembre de 2007

Días de cine. Como el programa…

El Martes le tocaba el turno a Caótica Ana, una película que prometía al ver los créditos. La diferencia entre Caótica y Ana en la tipografía ya me anunciaba una dualidad, ya me decía que me iba a encontrar delante de dos Anas diferentes. A mi lado, Lidia, esa quillita que, por motivos de la vida, desapareció durante meses pero que un despiste mío, una parada de autobús equivocada, volvió a hacer que nos encontrásemos. Luego su mensaje en los Pirineos, subiendo yo al Anayet, reafirmo que aún seguía en mi mundo. Era un golpe del azar, como esos de Médem, así que qué mejor compañía para acudir a su última película.

Caótica Ana es una película que no está mal. Al salir de la sala estaba impresionado; pero, a medida que iba reflexionando iba perdiendo fuerza. Algunas cosillas que había visto mientras estaba en la sala iban reafirmando que quedaba lejos de Los amantes del círculo Polar o Lucía y el Sexo. Le faltaba su fuerza. De hecho, hay momentos de la película cuyos diálogos son bastante pésimos, flojos, casi infantiles, a los que se añaden algunas escenas en que palabras e imágenes se yuxtaponían en una redundancia que aumentaban un poquito más la mala sensación sobre la película.

Médem, después de la fallida (en mi opinión), La pelota vasca, recuperaba su manera realizar. Volvía a las historias que se conectan, al azar, a los círculos, a los ciclos. Volvía a las imágenes bonitas, a esas escenas tan oníricas, a esa caótica harmonía que suele enganchar. Y ese poder va atrapando hasta llegar al final, quizás el más abiertamente cerrado que he visto en su filmografía.

La película, cómo ya he comentado es un alegato a la mujer, que da vida, y que lucha (aunque salga perdiendo), contra el dominante hombre blanco (y digo dominante porque él sale nuestra visión de la historia, la filosofía, la literatura), que da muerte. Una batalla todavía desigual, aunque la mujer sigue resistiendo. Pero, con ese argumento, Médem se pierde en su nueva paja mental para reflexionar sobre el sexo, la vida y la muerte. No, si cuando yo digo que el psicoanálisis ha hecho mucho daño a la humanidad es por algo. Así que utiliza la maravillosa e imprescindible herramienta: la hipnosis. Dedicada a su hermana, al final, queda la sensación de que la película es tan naïf como las pinturas de aquella.

A pesar de ello, no deja de ser Médem, así que recomiendo que os acerquéis al cine y que la veáis, que merece la pena, carajo. A pesar de esos puntos que para mí flojean, la historia está bien y engancha, y hace reflexionar sobre ciertos temas.

Por cierto, a mí, en un par de ocasiones de unos cuantos segundos, me dio la sensación de estar viendo una película de Bigas Luna ¿Le ha pasado a alguien más?

Por el contrario, hoy, tocaba una película mucho más sobria: La vida de los otros. Allá me iba con esa linda quilla con la que he pasado una tarde estupenda: ma chèrie Carmencita, una enamorada del mundo germano. ¿A que no sabías, quilla, que en fútbol, desde que era chamaquito, he ido siempre con Alemania? Bueno, Alemania y Colombia, pero como los segundos y los mundiales no es que sean muy buenos amigos pues siempre fui con la máquina germana. Y la culpa ni más ni menos que de su portero: Harald Anton Schumacher.

Pero, bueno, toca hablar de la película, y no de mi incondicional apoyo a la selección alemana de un deporte que ni me va ni me viene. La película: realmente buena. Un peliculón de pies a cabeza. Sobria, de tonos apagados, como el contexto en que se mueve, engancha de principio a fin. Una historia en que las emociones y el arte (que al fin y al cabo las expresa), humanizan a la persona. Es admirable el trabajo de ese espía comunista que pasa de robot a humano. Frío, solitario, deshumanizado, poco a poco va “adquiriendo un corazón”. Sublime cuando llora escuchando el piano, sintiendo la música, dejándose llevar por la emoción.

Sí, quizás la historia, en un momento dado sea un poco inverosímil, y caiga en el “error” de los malos son muy malos y los buenos, muy buenos. Pero, quizás sea necesario para poder llevar al espectador a sentirla, para que el espectador pueda simpatizar con ese inicial hombre-robot. La escena del ascensor es difícil que a nadie le saque una ligera sonrisilla de simpatía.

Un guión estupendo, una sobriedad maravillosa, unos silencios y miradas que sí que convencen. Y el final… ¡mejor, te acercas a verlo! Una película muy bien llevada que, para mí, es imprescindible ser vista en pantalla grande. Cuando el cine no sólo es industria, afortunadamente, también es arte. Lo único malo de verla en Zaraguaya, que es doblada ¡Merde!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Críticas y cosas de la película Caótica Ana en:

http://lacaoticaana.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Pibe, Schatz, ha sido un verdadero placer poder bucear contigo en la Alemania Socialista y más, con una película como ésta...

closada dijo...

Hola ser anónimo/a , gracias por la información. Críticas buenas y malas, dependiendo de gustos, para esta película que sin duda hay que ir a ver al cine. después, como siempre, a opinar como si supiésemos de lo que hablamos, jejejeje ;)

Carmeneta , cómo ya has podido leer, el placer fue mío. ¿Dónde bucearemos ahora? La semana que viene hemos de tener la solución.

Besitos