Vivimos en un mundo que está por completo roto y fragmentado, un mundo en que hay una constante lucha de un grupo contra otro, de una clase, una nación, una ideología contra otra, etc. Tecnológicamente ha habido un gran adelanto, pero hay ahora más fragmentación que nunca […]
¿Qué va uno a hacer en un mundo que es en realidad espantoso, brutal; un mundo en que hay tanta violencia, tanta corrupción, en el que importa enormemente el dinero, dinero, dinero, y en que uno está dispuesto a sacrificar a otro al buscar el poder, posición, prestigio, fama; donde cada hombre quiere o se esfuerza por afirmarse, por llenar un cometido, por ser alguien? […]
¿Qué voy a hacer en un mundo así? […]
Tenemos que construir un mundo enteramente distinto, que nada tenga que ver con el unido de hoy, lleno de manías, conflictos y competencias, un mundo cruel, brutal y violento […]
Tenemos que crear, efectivamente, un mundo por completo diferente, en el que, como seres humanos, no estemos combatiendo unos con otros, destruyéndonos mutuamente; en que uno no domine al otro con sus ideas ni con sus conocimientos; en que cada ser humano sea libre en realidad, no en teoría. Y sólo en esta libertad es posible aportar orden al mundo. Vamos, pues, a desenredar si es que podemos, la red que hemos tejido en torno a nosotros mismos, la cual impide la cooperación y nos divide; y produce tan intensa ansiedad, dolor y aislamiento […]
A menos que lo logremos, traeremos al mundo mucha desdicha, y las guerras continuarán; de las cuales somos los responsables –no los norteamericanos o los nortvietnamitas-; todo ser humano es responsable […] Todos lo somos por la división que continúa en el mundo, no sólo en lo ideológico, sino también en lo religioso […]
KRISHNAMURTI, La libertad interior
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