martes, 21 de septiembre de 2010

Léxico familiar

Me regalaron para mi cumple Léxico familiar, de Natalia Ginzburg. Lo dejé reservadito para llevármelo al viaje por tierras portuguesas, de manera que iniciaba libro y viaje, casi, casi, al mismo tiempo. Su lectura fue más o menos rápida, puesto que es sencilla y amena.

La nota de la autora finalizaba con una frase que me parecía interesante y que me impulsaba, todavía más, a adentrarme en las páginas del libro: "la memoria es débil, y los libros que se basan en la realidad con frecuencia son sólo pequeños atisbos y fragmentos de cuanto vivimos y oímos".

No obstante, a medida que iba avanzando, y a pesar de que me gustaba la lectura, había algo que le faltaba y, por tanto, iba adquiriendo, para mí, un cierto carácter insulso. No sé que era; pero, posiblemente, era que me imaginaba otro tipo de literatura, quizás más cercana a lo que más me gusta leer. Descubrir los entresijos de su familia, el contexto histórico y cultural en que se enmarca, la manera de afrontar sus problemas y vivencias, me animaban a seguir devorando sus páginas. Pero, me seguía faltando ese algo que, para mi majadera cabeza, convierte a un libro en una grandiosa obra. De hecho, me pregunté en contadas ocasiones qué hubiera sido de esta novela si no se nombrase en ella a tanto poeta, editor, político, activista, profesor, historiador... bien reseñados sus nombres en las notas de la traductora.

A pesar de esa extraña noción del libro que surgió en mi ser, léxico familiar me pareció un libro bueno, interesante y que su lectura te conduce a comprender mejor otras realidades.

"Os aburrís porque no tenéis vida interior"

Un piacere

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