lunes, 30 de marzo de 2009

Lucía y el sexo


Imagen extraída de: kyoumivenezuela.blogdiario.com

Podría ser el título de la película de Medem; pero, en esta ocasión, corresponde a uno de esos sucesos que ocurren en la mía vida.

Cogí el autobús para ir desde la Romareda hasta Grancasa. Tocaba pillar el 20, así que sabía que tenía un ratillo largo de viaje. Tomé entre mis m anos una revista de esas que entregan en una de esas pendejas reuniones denominadas tuppersex. Y digo pendejas porque me parecen una gran chingada. Las razones son dos: la primera, porque como todas estas vainas, sirven para crear una necesidad que realmente no se tiene (no solventan necesidad, sino que la crean ¡pincheputada al canto!). La otra, porque según dicen "en nuestras fiestas, tendrás la oportunidad de experimentar con productos sensuales diseñados para mejorar tus relaciones sexuales", frase con la que estoy en total desacuerdo. ¿Por qué? Considero que, para mejorar tus relaciones sexuales, no hay nada mejor que: liberar la mente, dejarla libre y que vuele, y sentir que tu cuerpo se estremezca con cada caricia, con cada beso, con cada palabra, con cada mirada... aprender que con estas simples acciones el placer aumenta y es mucho mejor, sin duda, que con cualquier objeto sintético e inerte. Una vez más, desechamos al ser humano en favor de productos de consumo que, en mi opinión, no pueden suplir el mantener una relación sexual dejándose llevar por el amor. ¡Ah! Pero no se equivoquen. Esto no quiere decir que critique o esté en contra de los "productos del amor". Pero, bueno, dejo este tema porque me voy por la tangente y no me centro en la historia.

Iba leyendo la revista y, de repente, la quillita que tengo al lado me dice:


- "¡Anda, las bolas chinas. Yo me compré unas en una reunión de éstas..."

La miro, un poco desconcertado...


- "¡Ah! Me llamo Lucía ¿y tú?"


- "Christian" (silencio...) "pues tengo una amiga que también se compró unas y dice que le van bien"

- "Sí, sí, porque no son como otros productos... A mí, por ejemplo, una vez, mi novio me regaló un vibrador... era un consolador rosa, jajaja. Es que el tipo era muy curioso. Le gustaban las fantasías sexuales y, fíjate, le gustaba que me vistiera de colegiala..."

- "¿Sí? Vaya... jejejeje ¡qué curioso!"

- "Sí. Y le gustaba que fuesemos a prostíbulos, sólo para estar allí, en ese ambiente..."

- "Mira, yo no he estado nunca en ninguno. Pero, dentro de poco me toca ir a uno por las prácticas de la carrera que estoy realizando..."


Después de unos minutos, la conversación se fue para otros derroteros. Yo estaba ya cerca de mi destino. Le comenté la existencia de mi Blog y, obviamente, le señalé que esta anécdota tenía que aparecer en él. Se echó a reír y me dijo:

- "Bueno, pues dame la dirección y, así, lo leo y me río un rato"

Ahora, mientras tecleo, me acuerdo de Lucía y pienso si, de verdad, accederá a esta bitácora. Si lo hace, mi deseo es que una sonrisa acompañe a su lectura...

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