Iba de paseo con Boogaloo en la mano. De repente, veo a Mariachi caminando. Me acerco, le asusto y me río de mi granujismo. Le comento que voy al otro lado de la calle a comprar las entradas para Alamedadosoulna. Justo, nada más cruzar, me detengo en el semáforo. Allá estaba Ruth, a quien hacía años que no veía. Así que nos abrazamos y comenzamos a contarnos nuestras cosillas. Mientras hablábamos, pasó Ana caminando. No se detuvo, pero nos saludamos. Giré la cabeza y, al otro lado de la calzada, se encontraba María, con su velocípedo. Cruzó hacia mí, así que me despedí de Ruth y, rápidamente, mi rostro se acercó a las mejillas de Vanessa, que presurosa se alejaba hacia su destino. Saludé a María y caminamos juntos hacia la puerta de nuestros respectivos bancos. Apenas estaban a cuatro pasos, mas a nuestro lado pasó Fernando...
Allí, saqué las entradas para el concierto del Sábado. Volví a cruzar la calzada y me dirigí hacia casa. Iba pensando en la casualidad de haberme encontrado, en tan solo cinco minutos, a Mariachi, Ruth, Ana, Vanessa, María y Fernando. Había caminado apenas doscientos metros. Sonó el movil y escuché la voz de Marta. Pero, carajo, al otro lado de la calle estaba Laura, con quien tenía que hablar urgentemente.
Tras unos minutos, dejé a Laura, retrocedí un poco mi camino para comprar pan. Salí del "chino" y me dirigí de nuevo al hogar. Diviso un coche parado. Miro a su interior y veo otro rostro amigo. Beso con cariño a Clarita, siempre con su sonrisa, y permanezco charrando junto a la ventanilla un rato.
Por fin llego a casa. Allí, está la Conchi, pero no está sola, sino con Jorge. Lo vi hace unos días, ambos con nuestras bicis por la urbe intentando llegar al mismo destino. Cierran la puerta.
Fin
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