miércoles, 10 de septiembre de 2008

Segunda visita a La Expo. Y queda una...

Pabellón de Aragón

Llegaba más tarde de lo que tenía previsto. Sobre las 5 de la tarde comenzaba a entrar en el recinto de Ranillas. Mi primer destino fue el Caribe. Como señaló Víctor, creo, es como un decorado del 1, 2, 3, donde los diferentes países se venden al mundo. Lo mejor, el colorido que presenta todo su interior.

Interior del Pabellón de la ONU

Después, marché al pabellón de Naciones Unidas, que me pareció de lo mejor de la Expo, sin duda. Su sobriedad y la calidad de los diseñadores convencieron a este tarado de que, difícilmente, sería superado en mi visita del día. Una sala a la que apenas entra gente y que destaca por su buen hacer expositivo y la sencillez. No entiendo, nada...

Seguidamente, tras visitar el de la Unión Europea, mis pasos me llevaron a las Comunidades Autónomas. Pero, antes, quería ver la obra de Javi Joven (no sabía que también había obra de Carolina Antón), en el Pabellón de Zaragoza, una sala que mostraba ante mis ojos la mediocridad con lo que se suele hacer todo en esta ciudad: es el peor pabellón de todos los que he visto hasta el momento.
Catalunya no está nada mal... y Acciona me sorprendió muy gratamente con su paseo interactivo. El resto... discurría entre el turismo y las enseñanzas de construcciones relacionadas con el uso del agua.

Vista desde el mirador: en primer plano, el Pabellón de España. AL fondo, el Pabellón Puente, La torre del Agua, El Palacio de Congresos...

Mi entrada al Pabellón de España era sin espera. El edificio de España es precioso, con sus peristilo de cerámica. En su interior, al principio una animación muy bonita y que te produce muchas sensaciones. Quizás, está demasiado cargado de información. Pero, había merecido la pena entrar.

La tormenta de la salida hizo que, para ir a cenar, utilizásemos el Pabellón de Francia. Menos mal que llovió, porque también me gustó su manera de contar y exponer sus cosillas. El menú tenía que ser en Polonia. Allá fuimos; pero, había más gente que en la guerra.

El móvil empieza a sonar. "Lidia", leo en la pantallita iluminada. Llego al Monigote de Letras y allí está ella, esperando. Hacía ya tiempo que no la veía. Dos cervezas en el Krápula y la partida a nuestras respectivas casas tras escuchar a Dias de Vino y Rosas. Mañana toca una nueva visita ¿Qué me deparará?

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