domingo, 3 de agosto de 2008

Lucho subió al Taillón (3144 mts.)

Hola Chamaquitos,

Hoy les voy a contar mi experiencia de subir con Cuco y el tarado de Pibe al Pico del Taillón. ¡Estos tíos están totalmente locos!

Llegamos a San Nicolás de Bujaruelo el Viernes por la noche, a la hora justita de cenar y echarse a dormir. Había que madrugar, pues tocaba una dura ascensión a la mañana siguiente. Ésta era nuestra primera visita seria del año a los Pirineos y este par de chamacos tenía ganas. En la cena, el primer despiste de Pibe: con las prisas matinales, se había olvidado platos, poto y navaja. También el primer despiste de Cuco: tampoco llevaba poto.

Despertamos a las 7 de la mañana para poder desayunar y salir temprano. El Pibe, empezaba mal la jornada, pues un error en Decathlon había hecho que, en lugar de mallas, llevase consigo un pantalón pirata de mujer. Al comprar las mallas, las miró, cogió la talla adecuada y, al ver que le servían, tomó otras iguales entre sus manos; sin embargo, no eran iguales: alguien había dejado, por error, entre medio el citado pantalón. Las prisas de la mañana del Viernes fueron las causantes de que no mirara la prenda y la metiese con premura en la mochila. Por desgracia, las verdaderas mallas quedaban en Zaraguaya.

Pibe, nada más salir, pilló un ritmo frenético. Cuco le dijo que no fuera tan rápido, que quedaba mucha subida. -"No, tengo buenas sensaciones, tío. Hoy me siento fuerte", fue lo que contestó. Así que, con un paso ligero, rápido y constante, llegábamos al Puerto de Bujaruelo con una hora de antelación sobre el tiempo señalado en la revista que nos mostraba el trayecto. Pintaba bien la cosa.


Aquí estamos los tres en el Puerto de Bujaruelo

Allí, tras la foto de rigor, la barrita de cereales y los tragos de agua, reanudábamos el paso. Lo extraño es que seguíamos caminando a toda virgen. No parábamos de adelantar a gente y parecía que estos chamacos no se cansaban nunca. En un pis-plas, estábamos ya casi en el refugio de Serradets, y, sin duda, teníamos unas vistas maravillosas.


Ascensión a la Brecha de Roldán

Desde el mismo refugio, parecía que se complicaba la ascensiónun inmenso nevero se situaba ante nosotros. No se imaginan cómo resbalaba eso. Menos mal que Pibe llevaba bastón y eso le sustentaba un poco.


Composición con la Brecha de Roldán al fondo

La brecha de Roldán, aquella que tantas ganas teníamos de pasar estaba antes nuestros maravillados ojos. Llegábamos a ella con bastante antelación sobre el horario previsto, así que estábamos felices del buen ritmo marcado. Ya sólo quedaba el último tramo: la ascensión al Pico.


De la brecha hacia el punto de ascenso, nos encontramos con estos escaladores

Al ver la subida, empinadita ella, los ánimos se desinflaron; no obstante, éramos conscientes de que ya habíamos pasado lo peor. Sacamos fuerzas y, ¡tira pa'lante! Subíamos y subíamos, adelantando a to' quisqui. El ritmo seguía siendo fortísimo. Por fin, llegábamos a la cumbre. Miramos el reloj y... ¡tan sólo 3 horas 50 minutos! No podíamos creerlo, habíamos llegado con casi dos horas de antelación con respecto a lo que marcaba la revista (5 h 45 min.).


Éste soy yo en el Pico. Al fondo, Monte Perdido

Nos sentamos, nos hicimos las foticos, los dos tarados grabaron su vídeo bailongo, comimos, observamos el bello paisaje, mandamos mensajes con el móvil... ¡era nuestro primer tres mil y había que disfrutarlo!


Desde la Brecha, La Torre tiene este impresionante aspecto

El descenso fue más de lo mismo. Al final, como suele ser costumbre, acabamos corriendo. Cuco, por delante; Pibe, persiguiéndole blandiendo el bastón para pegarle, y yo muerto de la risa ante tan extravagante escena.

El baño en las pozas fue colosal. Nos daba media vida. La jarra de cerveza con limón y las aceitunas, la otra media.

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