Me vine a Madrid a iniciar un nuevo viaje, mas veo que es imposible salir de la espiral de frenesí que acompaña mis días. Agotado, deambulo por las calles con la mirada perdida. Siempre sonrío, siempre me divierto, siempre tomo la vida como si fuese tequila: con gusto, relamiéndome. Sin embargo, tenía ganas de iniciar un nuevo viaje, uno de esos que no varían tu concepto de la vida, sino que simplemente te hacen pasar de la playa a la montaña de golpe, sin transición alguna. Y, jódelo, mis diosecillos han vuelto a chingarme pero bien. Una noticia inesperada destrozó el tren en el que viajaba. Ahora, a mi alrededor veo muertos, heridos, maletas desperdigadas que se mezclan con las hierbas, las flores y las tripas de los pasajeros que, inocentemente, descansaban en sus asientos. Y allá estoy, de pie, rodeado de toda esa masa informe de miseria y destrucción. Me quedé en el mismo paraje, sabiendo que el nuevo tren que ha de recogerme seguramente vendrá con retraso.
Acá, estoy trabajando. Ya sólo me quedan dos fotomontajes. En los momentos de descanso, tomo esa apasionada correspondecia que mantuvieron mis dos escritores/as endiosados/as: Henry Miller y Anaïs Nin. Y, carajo, me trae a la mente esas cartas que tan apasionadamente escribía (y leía), yo a altas horas de la noche en mi ordenador. Cómo la pasión fluía por mis dedos, cómo estos reflejaban sin mesura todo aquello que no quería que se llevara el viento. Así que, sin duda, ahora que tendré más tiempo, las palabras volverán, aunque en otro formato, a tomar posesión de mis entrañas. Sí, retomaré el libro que quedó poco a poco en el casi olvido y allá machacaré sin descanso no sólo a mi infancia sino a mi mente alocada. Intentaré enfermar de literatura y así tendré la excusa de poder reir o llorar sin declararme totalmente dadaísta.
Dadá: El primer sonido que dice el niño expresa el primitivismo, el empezar desde cero, lo que nuestro arte tiene de nuevo. Mas, quizás, tan sólo será lo que entienda la gente en cada uno de mis devaneos expuestos: Sí, sí.
Me vine a Madrid a iniciar un nuevo viaje, mas veo que es imposible salir de la espiral de frenesí que acompaña mis días. Mañana, de nuevo a Zaraguaya... bon voyage!
Acá, estoy trabajando. Ya sólo me quedan dos fotomontajes. En los momentos de descanso, tomo esa apasionada correspondecia que mantuvieron mis dos escritores/as endiosados/as: Henry Miller y Anaïs Nin. Y, carajo, me trae a la mente esas cartas que tan apasionadamente escribía (y leía), yo a altas horas de la noche en mi ordenador. Cómo la pasión fluía por mis dedos, cómo estos reflejaban sin mesura todo aquello que no quería que se llevara el viento. Así que, sin duda, ahora que tendré más tiempo, las palabras volverán, aunque en otro formato, a tomar posesión de mis entrañas. Sí, retomaré el libro que quedó poco a poco en el casi olvido y allá machacaré sin descanso no sólo a mi infancia sino a mi mente alocada. Intentaré enfermar de literatura y así tendré la excusa de poder reir o llorar sin declararme totalmente dadaísta.
Dadá: El primer sonido que dice el niño expresa el primitivismo, el empezar desde cero, lo que nuestro arte tiene de nuevo. Mas, quizás, tan sólo será lo que entienda la gente en cada uno de mis devaneos expuestos: Sí, sí.
Me vine a Madrid a iniciar un nuevo viaje, mas veo que es imposible salir de la espiral de frenesí que acompaña mis días. Mañana, de nuevo a Zaraguaya... bon voyage!
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