Creo que no tengo oídos. O es que hay algo que no me comunica, como si no hubiese FM, como si no existiese dial. Quizás es que no comprendo a mi familia, quizás es que ya no tenemos nada en común para hablar. Estamos incomunikaos, nuestros lenguajes difieren en palabras que desconocemos, en excusas que se difuminan en un entresijo de charlatanería.
Yo no sé que hacen en esa casa, si bailar es sano, si la hierba está en su preciso momento para ser ajusticiada por los tacos del mayor espectáculo del mundo. Dame pan y dime circo, hazme inmensamente feliz en mi consciencia perdida. Yo no sé quién logra la fama, que intenso suceso de serial nos depara o si será rubia aquella que se casa.
Hace tiempo que no tenemos nada que decir reunidos en la mesa. La tele me ensaña. Ya no hay libros en tu mesilla, ya no suena fuerte la música en tu danza ensimismada, ya no saltan las fichas en nuestra acalorada disputa. Apago la tele, enciendo mi arca. Estoy incomunikao mientras la gente habla. Enciendes tu tele, apenas palabras.
Hace tiempo que emitimos para toda la galaxia. Y tú y yo y mi hermano gemelo del alma ya apenas tenemos nada. Apagas la tele, y aún no me dices nada. Tú hablas, expones, dictas míseras acusaciones de engañosas visiones. Y yo no te entiendo, cada vez más adentro. Más tarde comprendo, palabras afines de luz ya apagada: tu casa es mi casa.
5 comentarios:
Pozi
me encantas!!!
Ante semejante comentario, Carmeneta, sólo puedo decirte (muy sinceramente), gracias, y sonrojarme tanto como lo estoy ahora.
Suelo cenar viendo la tele y a veces me hace sentir igual de inkomuniká, y eso que no vivo en familia...
Pues sí, CaracolQuisCol, más incomunikaos que nunca en plena era de la comunicación... Una chingada de las grandes, quilla.
Besos
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