Hoy es Domingo (bueno, ya Lunes), y acabo de salir del cinema: Babel.
Como ya suele ser habitual en mis Domingos, los planes programados el día anterior se van al garete, debe ser una extraña “maldición” efectuada desde los más oscuros rincones de estrechas callejuelas, entre sapos, culebras y sangre de gallina desparramada por las aceras.
La mañana fue tremenda, mas no la cambiaría, de veras. Hoy, de matiné, tenía que ir a hacer fotos para el proyecto de CC. OO. que comenté. Quedé con Laura, la coordinadora, para ir a la Almunia y hacer instantáneas de una manifestación programada por el colectivo de musulmanes de citado pueblo. La causa: pintadas en las paredes de la mezquita que insultan a la población que practica mencionada religión. Ella me dijo la hora de partida, así que con mi puntualidad habitual (llegué cinco minutos antes), acudí a la plaza donde habíamos quedado. Mi cuerpo, hecho trizas; mi mano, dolorida; mis ojos, apenas entreabiertos. Subimos al coche y me quedo dormido… Abro los ojos y una señal indica que estamos a un kilómetro de La Almunia. Miro el reloj, han pasado ya 20 minutos desde que había comenzado la manifestación. Obviamente, llegamos tarde; por supuesto, ya no hay trabajo que realizar. No obstante, ahí estaba Primo, que había acudido por su cuenta y había hecho fotografías.
Regresamos. Laura me pide perdón. No, no, quillita, eso sí que no. No sé, llegamos tarde y punto, no hay más. Además, gracias a ti, he madrugado y, para buscar tu e-mail y el de Primo, nada mejor que recoger mi habitación.
“Tengo la camisa negra y una pena que me duele, mal parece que solo me quedé…”
Pero, estoy contento. Hemos ido hasta allá. No hemos hecho fotos, pero conocimos a Mustafa. Sin quererlo, he vivido lo que esta noche me contaría la película: vivimos en esa Babel que está a puntito de derrumbarse si no hacemos nada por evitarlo.
Como ya suele ser habitual en mis Domingos, los planes programados el día anterior se van al garete, debe ser una extraña “maldición” efectuada desde los más oscuros rincones de estrechas callejuelas, entre sapos, culebras y sangre de gallina desparramada por las aceras.
La mañana fue tremenda, mas no la cambiaría, de veras. Hoy, de matiné, tenía que ir a hacer fotos para el proyecto de CC. OO. que comenté. Quedé con Laura, la coordinadora, para ir a la Almunia y hacer instantáneas de una manifestación programada por el colectivo de musulmanes de citado pueblo. La causa: pintadas en las paredes de la mezquita que insultan a la población que practica mencionada religión. Ella me dijo la hora de partida, así que con mi puntualidad habitual (llegué cinco minutos antes), acudí a la plaza donde habíamos quedado. Mi cuerpo, hecho trizas; mi mano, dolorida; mis ojos, apenas entreabiertos. Subimos al coche y me quedo dormido… Abro los ojos y una señal indica que estamos a un kilómetro de La Almunia. Miro el reloj, han pasado ya 20 minutos desde que había comenzado la manifestación. Obviamente, llegamos tarde; por supuesto, ya no hay trabajo que realizar. No obstante, ahí estaba Primo, que había acudido por su cuenta y había hecho fotografías.
Regresamos. Laura me pide perdón. No, no, quillita, eso sí que no. No sé, llegamos tarde y punto, no hay más. Además, gracias a ti, he madrugado y, para buscar tu e-mail y el de Primo, nada mejor que recoger mi habitación.
“Tengo la camisa negra y una pena que me duele, mal parece que solo me quedé…”
Pero, estoy contento. Hemos ido hasta allá. No hemos hecho fotos, pero conocimos a Mustafa. Sin quererlo, he vivido lo que esta noche me contaría la película: vivimos en esa Babel que está a puntito de derrumbarse si no hacemos nada por evitarlo.
Llego a casa y como. Descanso un poquito mientras espero la llamada de Rita para quedar e ir al cine y visualizar Babel. Esa llamada nunca llegó, mi plan se iba al carajo. ¡Hey, Ho Let’s go! Un mensaje: no puede quedar. Se chingó el Domingo...
“Quiero pasar más tiempo junto a ti, recuperar las noches que perdí…”
Improvisación. Llamo a Javi y me acerco a tomar un café. Babel, Babel, Babel… tengo que ver la película hoy. Se me quedó la espinita clavada. He de ir al cine, no puedo perdérmela hoy, ya que me hice a la idea. Pero, antes, hay que cenar. Vamos a comer un kebab. De camino, Belén, Virginia y su hermana ¡Qué alegría encontraros, quillas! Y os vuelvo a saludar después del bocadillo en pan de pita. Belén, con Babel no; pero, quizás otro domingo que no tenga curso, podamos ir a ver alguna peliculilla si te/os animas/áis, que anda que no estaría guachis ni na’. Vir, si puedo haré de animador de tenderas esta semana, aunque voy liado del carajo. Lo del techo era broma... jajajaja.
Babel. En la sala hay poca gente. Es Domingo, las 22.30, así que ya sabía que estaríamos cuatro gatos. Tres cosas que no me gustaron: Una, que no pudiese venir Rita; me habría encantado haber podido comentar, al salir de la sala, algunas cosillas: “este mundo está mu raro…”; la segunda, mi imán para atraer a los pesados, pues justito detrás se sentaron un grupo de palomiteros parlanchines (y mira que había sala…), que no paraban de cascar y hacer el molesto ruido del chocar los dedos con las palmitas y el cartón; finalmente, que, en Zaragoza, sólo proyecten esta película doblada (viva la V. O. S. E.), cuando, precisamente, se titula Babel. ¡No jodas, hideputa!
No había leído ni una sola crítica sobre esta película. Hasta ahora, sólo había escuchado comentarios, unos positivos, otros bastante malos. Javi me comentó que las críticas malas se centran en que es una película política y que “no sé qué y no sé cuanto” ¡Al carajo! Me comentó que había leído o escuchado que se centra en el miedo a perder a los hijos, en una crítica de las buenas… Pues bien, considero que no sólo está ese miedo en la pérdida de los hijos lo que va marcando el discurrir de la película, sino en la pérdida de aquellos seres queridos que te rodean y con los que convives día a día, sean tus hijos, tus padres, “tus sobrinos”, o a ti mismo. No obstante, va más allá, nos presenta esa Babel que estamos construyendo en la actualidad, la de ese mundo globalizado que, sin embargo, sigue conservando unas fronteras tan marcadas y que tanto daño hacen. Y, por supuesto, allí entra la política, interesada más en esas fronteras, en el miedo, en el dinero, antes que en las personas. Ah, pero eso no es todo, sino que también nos muestra la Babel que levantamos cotidianamente, a nivel individual, en pequeños círculos, en nuestra urbe. La confusión, una vez más, paralizando a la humanidad. Demasiadas torres sustentadas con tan pequeños cimientos.
Después de 21 gramos, película correcta pero nada más (el nivel de Amores perros era difícil de superar), me he encontrado esta joyita. Todos/as aquellos/as que no les guste Babel, han visto otra película, jajajaja. Me ha parecido buena, muy buena. Hay una escena, quizás una tontería, que me ha encantado y emocionado. Es cuando Brad Pit (no sé como se escribe), le da dinero al guía y éste lo rechaza. Ese hecho aislado, que quizás pasaría desapercibido, en esta película toma un gran significado, al menos para mí. Buf, si se me han puesto los ojos vidriosos y to’. Os la recomiendo, os la recomiendo. No os la perdáis, pendejos/as. Y a los que no les guste que se deleiten con la nueva película de Mel Gibson, que debe de ser tan mediocre como su lamentable falta de rigor histórico. Por favor, que alguien le quite la cámara de la mano a este señor…
“La gente se está matando, la gente se está muriendo, y yo sigo aquí sin comprender. Qué pasa con el mundo que está tan inmundo. Qué pasa pregunto, qué pasa pregunto…”
Samsara, afirman al salir del teatro, que tenemos una función en este mundo y hay que descubrirla para llegar a estar bien con nosotros mismos. ¡Ay! Qué elevado nivel le damos al ser humano. ¿Nuestra misión? Quizás sólo sea la de vivir hasta que morimos. Y, mientras tanto, pues a disfrutar, carajo, que son “tres días”.
“Cuando yo me voy para Medellín, en cada montaña yo dibujo trozos de ti. Y si yo me voy para Bogotá también allá, esa sabana bella de ti me hace recordar. Y he recorrido el mundo entero y jamás, te digo que he visto una cosa más bella que tu mirar…”
Me voy a dormir, que he de madrugar para irme a estudiar. A ver si mañana (hoy, para ser más exacto), tengo ya los fotomontajes positivados y así puedo llevarlos a que les pongan cartón-pluma, llamo a la médico para que me mire la mano (como me duele, leñe), estudio como un jabato y, lo más importante, sigo sonriendo a la humanidad.
Y, ahora, La Pulquería: “La otra orilla me espera, con los crisantemos que traerás…”
Buenas noches.
8 comentarios:
TU TENÍAS UNA ESPINA CLAVADA, PERO LO MIO ES UNA ESTACA CON ESTA PELÌCULA, ESTE DOMINGO SIN FALTA IRÉ Y PODRÉ PONER ALGO MÁS EN EL BLOG.
PON LOS TEXTOS DE LOS MONTAJES.
Los textos, aún no pequeño. Pero, te voy a poner otro, jejeje. Después... TEXTOS. Si es que soy de un cruel...
Besitos
Por cierto. Mira La fragmentación y los anteriores fotomontajes, quillo; sobre todo, La caida, La salvación. Quizás, así, te hagas una idea mejor de qué carajo va esto...
Muuuuaaaac
bueno, aprovecho para decirte que a ver si es verdad y podemos quedar un domingo para ir al cine... y rompemos por fin LA MALDICIÓN.
PD. El único inconveniente es que yo soy una de esas pesadas adictas a las palomitas y el refresco en el cine que tanto odian los/as cinéfilos/as. Eso sí soy muty fina... y no hago casi ruiditos.
Muy bien, me parece genial. Un cinema dominguero con vos... ¡Guachis! Haré un esfuerzo sobre humano y soportaré con dignidad el ruidito palomitero (madre mía, no sé dónde me estoy metiendo, jajajaja). ¡Todo sea por la causa y por romper la maldición! ¡Oe, oe, oe!
Besotes
Pues he visto la película que comentas, Babel, pero también he visto la de Mel. Y la verdad es que ni punto de comparación. Comento las dos en el blog y, precisamente, coincido contigo en ese análisis de Babel, y también me quedo con esa misma imagen de Brad Pitt dándole al musulmán el dinero de agradecimiento, y que éste rechaza. Hay que ver el valor que los occidentales damos al dinero. La hospitalidad no se paga con dinero, es gratuita...
PS: En esa misma escena, hay que ver cómo a una americana la recogen en helicóptero y a cualquier marroquí moribundo lo recoge una ambulancia no medicalizada y tiene que realizar un tortuoso desplazamiento por carreteras imposibles.
Salud!
Es verdad, es verdad, lo de la ambulancia... Sí, quillo, es lo que tiene el capitalismo: dinero > personas.
Saludos
Después de ver Babel ni siquiera pude escribir una reseña, estaba seco.
No lloré porque ya lo había hecho otras veces en el cine, simplemente se me puso un nudo en la garganta y casi no podía respirar.
La pelí me impactó como nunca pensé... conocía al director y su maña filmando, su manera de expresarte mediante historias cruzadas, sabía que quería reflejar el dolor, es lo único que nos une a todos los hombres por igual, el dolor, ni siquiera nace o morir, sólo el dolor, sin embargo... no pude escribir nada sobre Babel y lo peor es que el cuerpo me pide ir a verla de nuevo.
¿Lo resistiré?
Salu2 Córneos.
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