Hoy, por fin, he podido visualizar este film que desde hacía tiempo se "me resistía". Llegué a casa con las ganas inmensas de ver una película. Mientras escudriñaba mis DVDs, vino a mi cabeza que en mi computadora estaba guardaba citada película de Mizoguchi. Una sonrisa volvió a florecer en mi rostro y veloz me dirigí a mi habitación. Encendí la pantalla y, ante mí aparecía el menú: idioma (japonés); subtítulos (castellano); play...
El film, en sí, nos habla del amor, de la codicia, de la ambición... presentando al hombre como un ser bastante llevado por la avaricia y la apariencia y, por contra, a la mujer como una miscelánea de luchadora y resignada, pero comprensiva y fuerte al mismo tiempo. Así, lo que comienza como una película aparentemente anodina, pronto va creando interés en el espectador, no sólo por la historia, que cada vez es más enrevesada, sino por su magnífica fotografía, con un gran manejo del claro oscuro y la composición, así como unos ángulos de cámara que, en ocasiones, recuerdan a esas estampas japonesas que a partir de finales del Siglo XIX causaron entusiasmo en occidente y que han llegado a la actualidad como motivos artísticos de gran admiración.
Asimismo, se introduce de pleno en ese mundo fantástico tan japonés (y que se puede apreciar en el cine de terror actual que realizan), en que los fantasmas se relacionan, como algo de lo más natural, con los seres humanos vivos. Estamos, sin duda, ante una película esencial, no sólo para los amantes del género fantástico y de terror, sino también para cualquiera que quiera disfrutar del buen cine.
El film, en sí, nos habla del amor, de la codicia, de la ambición... presentando al hombre como un ser bastante llevado por la avaricia y la apariencia y, por contra, a la mujer como una miscelánea de luchadora y resignada, pero comprensiva y fuerte al mismo tiempo. Así, lo que comienza como una película aparentemente anodina, pronto va creando interés en el espectador, no sólo por la historia, que cada vez es más enrevesada, sino por su magnífica fotografía, con un gran manejo del claro oscuro y la composición, así como unos ángulos de cámara que, en ocasiones, recuerdan a esas estampas japonesas que a partir de finales del Siglo XIX causaron entusiasmo en occidente y que han llegado a la actualidad como motivos artísticos de gran admiración.
Asimismo, se introduce de pleno en ese mundo fantástico tan japonés (y que se puede apreciar en el cine de terror actual que realizan), en que los fantasmas se relacionan, como algo de lo más natural, con los seres humanos vivos. Estamos, sin duda, ante una película esencial, no sólo para los amantes del género fantástico y de terror, sino también para cualquiera que quiera disfrutar del buen cine.
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