La celebración de fin de año la iniciaba ya desde la mañanita. Y es que, el hecho de no trabajar era motivo suficiente como para levantarme con más alegría de la esperada. Nochevieja... no me apetecía nada celebrarla. En señalada fecha, pasé la noche más chingona de mi vida, sin duda alguna; fue, maravillosa, inolvidable. Sin embargo, los sucesivos acontecimientos que acarrearon aquel encuentro, todas sus consecuencias en la actualidad (que no las pasadas), hacen de esta noche un motivo de afligimiento. Por ello, decidí que sería mejor trabajar, pues así tendría la mente ocupada en otras cosas, a parte de sacarme un dinerillo extra que me vendría de perlas.
Las compras matinales junto con Javi empezaron a otorgarme otra perspectiva. Dentro del Mercadona, mientras llenábamos el carro, íbamos dándonos cuenta de lo freakies que somos. ¡Dejar la compra en nuestras manos es un peligro! Mas, nuestro divertido paseo por los pasillos, dieron sus frutos: teníamos un banquete por todo lo alto, jejejeje. La decoración, sin embargo, la dejamos para un chino, al igual que las cutres bolsas de cotillón. ¡Buf! Que cosas más cutres venden en estos sitios y, sin embargo, anda que no nos salvan la vida en más de una ocasión. ¡Hay que joderse!
Comemos en casa de Javi. Y, seguidamente, empezaba uno de los momentos más divertidos de la tarde: decoloración de pelo. La idea era la de decolorarme el pelo para, hoy, raparme la cocota y así cambiar mi aspecto otra vez: año nuevo... cara nueva, pensé. No obstante, creo que me dejaré este estúpido pelo y patillas durante unos días. Al fin y al cabo, también es un cambio sustancial, jejejeje. Lo mejor, que Javi se apunta también al festival del pelo-pollo y a él le queda mucho más amarillo-loco.
Comido y decolorado, marcho a mi casa. Duchita de rigor y vestimenta hortera (pero elegante), para la ocasión. Cuando llego, ya está Isita. Javi, en su cocina es el cocinillas de marras: patatas con sepia y almejas es la especialidad de la casa... ¡ejem! A esto, hay que añadir los langostinos cocidos, los quesos y mermeladas para untar en los mini panecillos y el pastel de salmón que, al rato, trajo Vicky. Con todo preparado, ya sólo faltaba Cristina, que llegó con no muy buena noticia. Pero, bueno, era Nochevieja y había que celebrar el cambio de año en nuestro calendario. Ya podíamo cenar.
La cena es amenizada por el reggae, el ragga y, seguidamente, las vainas del Gañan, de Enjuto Mejamuto y el Payaso. De las risas a la preparación de las uvas. Cambios insistentes de cadenas, porque no sabíamos cual era más cutre. AL final, ni sé con cual de todas fue. Pero, me comí todas, con un deseo por cada una de ellas (tal y como dijeron en la tele), el último de ellos para ver si se cumplían todos los demás. Un poco de zapping y... ¡Juanes! Bien, bien, ¡buena manera de empezar el año! ¡Yiiiihaaaa!
Uvas, besos, abrazos... y al balcón a celebrarlo. Las serpentinas salen de nuestras manos mientras, allá, en los balcones cercanos, las bengalas empiezan a iluminarnos. Bengalas, petardos y fuegos artificiales convierten el parque en un festival de luces y truenos.
¡Cacerolas, cacerolas! Y corremos a la cocina. Ahora, somos nosotros los que montamos ruido.
¡Ah! Los regalos... "Corred, los regalos, que yo tengo que irme". Encima de la mesa están numerados. Cada uno ha entendido una cosa: algo que te han regalado, algo que tú has realizado y, era tan simple, como un presente reciclado. ¡Mi regalo de amigo invisible es brutal! Un casete de los Communards, unos calcetines de dedos, un monedero de yayo súper guapo y un matasuegras dorado.
Aparece Paloma, por fin ha llegado. De nuevo, al balcón, y el golpear rítmico en los utensilios culinarios. Bueno, llego la hora de la labora. Toca ir a buscar a Mariachi, y al Calaveras y Diablillos a pasar el rato. Abrimos y, la verdad, es que trabajar apetece poco. Recibo un mensaje que era esperado. Entonces subo y llamo. Tanto tiempo sin vernos, tanto tiempo sin hablarnos... y cuando, de nuevo, desciendo las escaleras del antro, me doy cuenta de lo poco que hemos charrado y, peor todavía, de lo tremendamente superficial que fue lo explicado. Quizás es que ya apenas tenemos nada que contarnos ¿Tanto se ha perdido en este tiempo? Lo pienso y me da un poco de pánico: si pasa más tiempo, otros seis meses o, quien sabe, quizás un año, igual ya ni siquiera quede nada de qué hablarnos...
¡Vamos a divertirnos! Un chupito, un brindis por la noche y por el nuevo año, y a bailar, que nos queda para largo. La noche: besos, brindis, felicitaciones, baile y trabajo. Y, cuando termina, un mensaje de gracias y de sincera felicitación para este nuevo año. ¡Ojalá vaya todo bonito!
Un beso y Feliz 2008 a todos/as
4 comentarios:
ese rubiooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
esa morenaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
jajajaja
ahhh por favor.... casi me muero!!!! yo quiero verte en directo.... bsk que no nos hemos felicitado el 2008
esa camisaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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