Labora: Era sencillo. Simplemente, tenía que pedir cinco días de vacaciones situados estratégicamente, de manera que pudiese disfrutar de nueve días de libertad.
Carrera: Mi suerte siempre está presente. Tenía todos los exámenes la semana que ellos estaban por aquí y Barcelona. Así que decidí que los haría directamente en la segunda convocatoria, es decir, estos días que vienen.
Dinero: Quizás el tema más peliagudo. Pero, bueno, con apretarse el cinturón hasta final de mes creo que lo conseguiré.
El encuentro fue extraño. Quizás, demasiado rápido. Esos días tocaba alojarse en casa de la mía mamma. Era Miércoles y jugaba el Zaragoza. Habíamos quedado en Rogelios y mi papi aún debía de aparcar el coche. Todo muy rápido, quizás demasiado. Baja del coche, abrazos, besos. Sube las maletas a casa y vamos corriendo. No da tiempo de asimilarlo.
Menos mal que luego venía la cena, todo ya más tranquilo, más relajado. La comida, asturiana y, como no, la sidrica para acompañarla. Noche de reencuentro, noche mágica donde sientes que la vida se detiene allí, en el calor, en la sonrisa, en la cercanía de aquello que siempre queda tan lejano.
JUEVES: TURISMO MAÑO.
Aquí estoy, con Mafe, de turisteo loco
El Jueves tocaba madrugar… más o menos. El Campus quedaba cerca, así que debíamos de visitarlo. Y después, de cita obligada, ese querido Palacio de la Alegría, mi querida Aljafería. La guía, más bien flojilla; pero, bueno, la entrada gracias a Belén restaba ese sentimiento de pauperidad explicativa que llegaba a mis oídos. De nuevo, las prisas: a comer a Los Delfines. Allí estaba la mía mamma, esperando a que llegasen sus invitados comensales. Sin detenernos casi a descansar, tocaba seguir la jornada zaragozana. La Puerta del Carmen, El Pilar, Las murallas romanas, el Teatro Romano… pero no La Seo (pues tiene unos horarios bastante escasos, la verdad). Jornada de caminatas incesantes hasta la hora del descanso: Sylvita nos esperaba en casa con el pequeño Diego.
La cena, con marisquito. Y después, tocaba la rumba. Como no, el Calaveras y Diablillos sería nuestro destino. El reggae y el ska amenizaban las horas de baile y fiesta. Lo malo, que era Jueves y a las 3.30 nos lo cerraron (pobre Jorgito currando hasta el final). Los pies nos llevaban hacia el coche, la casa se ofrecía ante nuestras mentes como el premio esperado. Pero, allí estaba mi hermano que, feliz de estar con nuestro primo y Mafe, cambió de opinión y a La Tierra nos marchamos.
La Tierra. Este quinteto es de lo mejorcico del mundo, jejejeje.
Pues nada, otro bar que cerramos. De nuevo mi brother, y en este caso apoyado por Mafe, por Sylvia, por Rodri y el tarado de las patillas amarillas, decidimos que teníamos que seguir rumbeando. ¡La Casa del Loco! Horrible sala de música para olvidar. Y sin embargo, nos daba igual… Buuuuf, a las seis las luces y otro bar que “chapamos”.
En la Casa del Loco. La premisa de esta foto era posar con naturalidad...
Rodri, Mafe y el pequeño Lucho con el mudéjar de La Seo de fondo
Había que pasar por casa. Rodri y Mafe querían conocer a Lucho y éste quería hacerse la foto ante el cartel que reza semejante disparate. En la Plaza, mi hermano, Sylvita y Diego. Es el momento de las primeras despedidas, también el instante en que me hago consciente de que tendré que pasar por ese mal trago… La Seo, en tan sólo veinte minutos (ya he comentado lo de la escasez de horario de apertura al público), y a comer a casa, que luego toca viajar a Barna. Mi coche “maquinero”, con la pequeña Chon al volante, nos deja en la estación. El viaje continúa y yo, feliz de estar allí sentado, dormito al tiempo que me vienen numerosos pensamientos…
(Continuará)
1 comentario:
Esto supera todas las espectativas: Los Losada Brothers han llegado a la casa, co.
Salu2 Córneos.
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