Marché el Miércoles de la semana pasada a ver Sin nombre. Parece ser que es otra de tantas películas que pasan sin pena ni gloria por la cartelera zaraguayana. Tan sólo doce personas en la sala, y eso que era día del espectador.
Para mí, fue una interesante propuesta, puesto que nos presenta otro aspecto de la inmigración un poco lejano para aquellos que vivimos en el Viejo Continente. Se trata de aquel movimiento migratorio que han de realizar las personas centro y suramericanas para llegar a los EE.UU. en situación irregular. Y, entre tanto, la historia de amor-amistad que surge entre un quillo perteneciente a la mara salvatrucha (esa peligrosa de El Salvador), y una migrante hondureña. Dura realidad la de aquellas personas que tienen que decidir entre pertenecer a un grupo (y la dificultad que se encuentran para salir de él -y más si han matado a su cabeza visible-), o dejarse llevar por lo que de verdad sienten y quieren.
Una película muy interesante que no pueden dejar de ver en la gran pantalla.
Para mí, fue una interesante propuesta, puesto que nos presenta otro aspecto de la inmigración un poco lejano para aquellos que vivimos en el Viejo Continente. Se trata de aquel movimiento migratorio que han de realizar las personas centro y suramericanas para llegar a los EE.UU. en situación irregular. Y, entre tanto, la historia de amor-amistad que surge entre un quillo perteneciente a la mara salvatrucha (esa peligrosa de El Salvador), y una migrante hondureña. Dura realidad la de aquellas personas que tienen que decidir entre pertenecer a un grupo (y la dificultad que se encuentran para salir de él -y más si han matado a su cabeza visible-), o dejarse llevar por lo que de verdad sienten y quieren.
Una película muy interesante que no pueden dejar de ver en la gran pantalla.
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