lunes, 24 de diciembre de 2007

Blade Runner: The Final Cut

Como ya adelanté, en mi estancia en Madrid, decidimos ir a ver Blade Runner: The Final Cut. Quizás no era la mejor decisión, pero sí la que mejor nos venía. Además, ver esta película en pantalla grande y en VOSE merecía la pena. La película no contiene muchos cambios con respecto a la versión del 92, aquella en la que ya había desaparecido ese final feliz impuesto en su estreno por los directivos de la Warner, en la que Deckard (Harrison Ford) y Ráchale (Sean Young), vuelan juntos y enamorados, ¡lalala! También, se mantiene la escena del unicornio y la desaparición de la voz en off para narrar en primera pesonra, que le confería aún más toda esa cercanía al cine negro que posee el film, con la femme fatale, la constante escasa iluminación (siempre en oscuridad o penumbra), o la figura del protagonista (una especie de policía solitario con doble moral). Por el contrario, se añade una escena de bailarinas orientales que aparecen ligeritas de ropa y moviendo sensualmente las caderas.

La película, enmarcada dentro de la Ciencia Ficción, no se queda simplemente en mostrarnos la insubordinación de la máquina (androides, aquí llamados replicantes), contra el hombre, que es su creador. Va más allá y, partiendo de la figura del “robot”, nos muestra una alegoría de la rebelión del hombre contra su creador, que no es otro que Dios, según gran cantidad de religiones. La escena donde mejor se muestra es aquella en que Batty (el replicante más malo, maloso), mata a Tyrell (su creador). Cuando ya no hay remedio a la muerte, cuando sólo hay indiferencia y ninguna solución por parte de su creador, decide exterminarlo: ya no hace falta Dios. Recordemos que los “Nexus 6” sólo tienen cuatro años de vida, algo que les da auténtico miedo y pavor; ésta es la razón por la que se han rebelado y buscan a Tyrell en busca de una solución. Con la desaparición de Tyrell (es decir,de Dios), Batty pierde toda noción de dependencia, convirtiéndose, por así decirlo en su propio Dios. Sin duda, eso me recuerda a la maravillosa cita que leí en una ocasión y que decía algo así como: “El hombre es el único Dios válido para el hombre”.

La verdad es que mereció la pena volver a ver esta película de asfixiante atmósfera e incesante lluvia, que viene acompañada por el inquietante ¿anuncio? de la japonesa y su machacante canción oriental.

5 comentarios:

scotty dijo...

Pibe, majo, pasame las fotos de ibort pa hacer un buen video, porfa!!!

closada dijo...

Ok, titi. Pero... ¿Cómo? Que mi conexión a Internet no da para mucho. Te las paso en un CD. Te echo un toque, quillín!

Salud!!!!!

scotty dijo...

Vale pues como quieras. Por messenger igual nos las podriamos pasar pero bueno. Bajalas en un cd al calaveras y las pillo. Yo haré lo mismo "quillin"

Rocio dijo...

Amo ver distintas películas. Suelo ir todas las semanas al cine ya que durante el dia suelo estar muy agotada con la venta de seguros y me gusta por las noches salir a distenderme con diversos tipos de peliculas

closada dijo...

Hola Rocío,

En primer lugar, gracias por dejar acá su comentario.

La verdad es que ir al cinema es uno de esos momentos de disfrute total, y más si se visualiza una buena película, sea del género que sea. Y más, después de una dura jornada laboral...

Un saludo asegurado