Hacía tiempo que no elaboraba mi día de la sorpresa. Por esta razón, el Miércoles pasado fue el día señalado para llevar a cabo mi acción. Me acerque al establecimiento y compré siete llaveros-pito: seis para regalar y uno para mí (es la tradición, el quedarme uno de recuerdo). De esta manera, a las primeras seis personas conocidas que me encontrase (sin contar compis de piso o de currele), les regalaría uno de estos extraños objetos (tres osos y tres mariquitas). Lo curioso fue que se extendió también al Jueves.
El Miércoles hasta la noche no tuve la ocasión de poder hacer entrega de estos pequeños presentes. Los primeros en recibir fueron Josepo, Bea y Cristina, con quienes había quedado para programar la travesía. Seguidamente, vino el turno de Eva, con quien hubo que dar marcha atrás en nuestra cita cinematográfica...
Aún quedaban dos por entregar. Fue el Jueves que quedé con Cuco para vernos un ratillo. Estaba en Barrio Sur con Estell y con Anita. La primera se fue, así que, como ya sólo quedaban dos, pude realizar mi entrega.
En esta ocasión fue extraño, y es que, por primera vez, no me encontré a nadie por la calle para entregarle un osito o una mariquita sonora. Una vez más, observar la cara de sorpresa fue mi mayor recompensa e ilusión.
Besos
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