martes, 31 de julio de 2007

Travesía circular: Vuelta al macizo de Bachimala

Nuestra segunda gran aventura pirenáica de la temporada estival empezaba igual de temprano que la anterior: las 5.45 de la mañana en el Coso Bajo. Esta vez, el destino, como es obvio, era otro: “Busca algo por Gistaín” me había pedido Cuco. Dicho y hecho.

La primera parada fue en Ainsa, para comprar el pan y una empanada la mar de buena. Plan, San Juan de Plan… por fin llegamos a la pista que nos conduciría hasta el refugio de Biadós, donde dejamos el coche. Esto, suponía, según los horarios de la ficha, una hora más que añadir al tiempo establecido, lo que suponía un total de 8 horas si tener en cuenta los descansos. Glup, de pensarlo me cansaba y todo…

Entre pitos y flautas, empezamos a caminar a las diez y media pasadas, un poco tarde para iniciar nuestra primera etapa; pero, bueno, empezamos con ganas y el ritmo impuesto por Cuco es, como siempre, frenético. Adelantados unos/as cuantos/as “pipiolos/as”, nos acercamos poco a poco al Puerto de la Pez, que hace frontera con la France. Allá arriba hace frío, está nublado y corre el viento, así que apenas paramos para las fotos de rigor y reanudamos la marcha.

El frío hizo que me abrigase de esta manera... sin palabras (foto enviada por Cuco)

A partir de aquí, además, mi cámara de fotos (después de ir fallando durante el camino), deja de funcionar del todo: las cortinillas del objetivo no se abren ¡vaya chasta! Nada, habrá que hacer las fotos con el móvil de Cuco…

La cámara está rota: no se abre el objetivo

Al final del descenso paramos. Ya es hora de comer y descansar un poco. Una hora para el bocata y la relajación de músculos nos viene de pelas. Del hola paso al bonjour, ya estamos en terreno de gabachos/as. Pasado Pont du Prat, es increíble, está lleno de senderistas, y todos/as saludan amablemente. El camino es más suave, aunque un último ascenso convierte mis gemelos en trillizos; pero, sabemos que queda poco y eso da alas. Tras preguntar a un hombrecillo, y en cuanto comenzamos a descender, ya sabemos que el refugio no queda muy lejos (unos 30 minutos), así que miramos el reloj y nos percatamos de que vamos a fulminar el cronómetro: 7 horas justas (contando dentro la hora para comer), y estamos en la puerta del refugio.

Afortunadamente, hay alojamiento, mas carecemos de ducha. Bueno, habrá que asearse en el lavabo, que le vamos a hacer… La cena, en la habitación, y bien prontito a dormir, que hay que levantarse prontito. ¡Ah! Arreglo mi cámara con esparadrapo, solución cutre pero que durará toda la travesía y me permitirá hacer fotos.

En la habitación del Refugio de la Soula

Desayunamos a las 7 de la mañana. En el comedor un grupo (por la manera de hablar), de valencianos (creemos), y una quilla que me empuja: “Sorry” me dice. “No pasa nada, quilla” y río, jejejeje, “es que hablo muy bien en inglés”. Al irnos, me repite entre risas “sorry”. Es curioso que una chorrada así meta tan buen rollito. Salimos y, en lugar de ascender por las “lazadas”, lo hacemos a la brava, como siempre.

Lac de Caillauas

Pasamos varios ibones hasta llegar al Lac Supérieur des Isclots. Hay que bañarse a esa altura (2560 metros), está claro. Primero va Cuco y… por las barbas de San Pancracio que el agua está congelada. Literalmente: Cuco se queda sin güevines. Sí, sí, sin güevines, desaparecidos totalmente. Así que yo sólo entro hasta las rodillas, pues no quiero vivir ese tormento helador. Tras el descansito de rigor, decidimos proseguir el camino.

Cuco en el Lac Supérieur. El agua está congelada, fría del carajo...

Con el calor y la caminata, Cuco recupera sus desaparecidas partes: ¡otra cosica es! Nos encontramos al grupo de valencianos/as y, de nuevo, la quillita me saluda con un “sorry”, lo que me saca una sonrisa. El camino me parece curioso, pasando por dentro de una caseta, por vías estrechas de tren, cerca de la estación alta de un teleférico… Me entran ganas de llegar, pues no hemos comido y mis tripas ya se quejan. Pero, bueno, sabemos que queda poco y que nuestra cabaña está cerca. Una vez en el Lac de Pouchergues, apenas nos queda un cuarto de hora hasta la cabaña Prat de Caseneuve. De nuevo, y a pesar del descanso en el Lac Supérieur des Isclots y de pararnos a hablar con una pareja en el Lac de Caillauas, cumplimos con el tiempo establecido.

De ese día no pasa, yo me bañaré en el río. Comemos y nos echamos una mini siesta. Nada más despertar, bajamos y aparece un grupo de gabachos/as de unos cincuenta años que también dormirán en la cabaña. Vamos al río y me baño en cholinguillas con un poco de gel para asearme bien. La tarde será para descansar y, tras la cena, iremos a leer un ratito y, seguidamente, a dormir. Una chasta, porque Cuco y yo no dormimos muy bien. Además, por la noche, a no sé qué hora, entran en escena dos montañeros que llegan para dormir. Vamos que el descanso no ha sido todo lo bueno que queríamos…

El desayuno es imprescindible. El principio de la etapa es ascendente y hay que comenzar con fuerzas. Llegamos al punto crítico de la etapa: la subida a Puerto Biello o Aygues Tortes. Más o menos seguimos unos mojones hasta que los perdemos. Llegamos a un punto en que Cuco señala de tirar para arriba prácticamente escalando; mas yo, que soy más precavido, busco un camino alternativo. Lo encuentro y, afortunadamente, es el adecuado, pues llegamos al sendero que conduce al puerto haciendo “zetas” y por el cual deberíamos haber ascendido nosotros. ¡Qué desastre! Bueno, nos perdimos pero luego encontramos el sendero… Sólo supone más de media hora perdida dando vueltas y parándonos para encontrar un posible modo de subir hasta el puerto de Aygues Tortes.

Fotos de rigor para comenzar el descenso ya por tierras aragonesas. De Francia a España en un pis-pas, sin fronteras, sin señales que lo indiquen, sin más diferencia que un “hola” y un “bonjour”. ¡Me parece genial!

Puerto de Aygues Tortes con el Posets al fondo

Seguimos a buen ritmo hasta que, a la altura de la Cabaña de Añes Cruces, a Cuco se le “rompe” el talón. El dolor puede con él, no puede caminar bien. Sin embargo, puede correr, así que se lanza a ello.”Bueno, espérame en Biadós”. Veo como se aleja a la carrera. Hago un par de fotos, doy unos pasos… ¡qué carajo! Me pongo a correr yo también. Como podréis imaginar, es muy normal terminar una travesía corriendo, con las pesadas mochilas a cuestas, y el cansancio acumulado de días anteriores. Por ello, a pesar de perdernos, hacemos el recorrido en cuarenta y cinco minutos menos de lo establecido. Esta vez nos hemos pasado tres pueblos, quillos/as.

Comemos en Ainsa y nos desviamos a Arro, donde visitamos a los tíos de Cuco. Allá, nos duchamos y nos ponemos ropita limpia. ¡Buah! ¡Como nuevos!

El regreso a Zaragoza está entre la tristeza de dejar atrás los Pirineos, y la alegría y satisfacción de haber realizado una travesía sin apenas percances y con unas vistas maravillosas.

2 comentarios:

cuco dijo...

Pequeñin de ver la fotos me entran ganas de hacer otra travesía, pero habra que esperar un poquito, ves preparando que vendré con ganas, dejo a tú elección el valle o pico.
Hay que ensayar el baile acordate, sino pedimos ayuda alguna animadora.jajaja.

closada dijo...

Jajajajaja, yo estoy que me muero ya de irme para allá. Esperaré, esperaré, no te preocupes. ¿Valle? Eso supone travesía ¿Pico? Buf, difícil decisión. Pico mola por lo del baile, así que es probable que haya ascensión... Y es que, creo que tú lo que quieres es que te coma el tigre, que te coma el tigre...