jueves, 12 de julio de 2007

Aventura pirenaica III (Estós - Aparcamiento)

Para escribir sobre esta última etapa, me he puesto jazz; pero, no un jazz cualquiera, sino el de Pharoah Sanders, con sus saxos, campanitas, platillos de dedos, sus efectos de pájaros, cuernos de vaca, alaridos… El disco, Thembi: esperanza, fe y amor.

La jornada empezó bien pronto. A las seis y media (en mi caso sin pegar ojo desde las cuatro y media), arriba y a desayunar. El papeo abundante y rico era necesario para reponer energías. Era día de regreso y no habíamos logrado subir un pico juntos. El baile nos llamaba, así que había que intentarlo. Preguntamos en el refugio alguna excursión para hacer y, justo, nos indica que subamos al Pico de Estós (llamado Tuca el Dalliu), que además nos va de camino. Nos parece bien, así que nos vamos cargaditos hacia el pico.

Afortunadamente, durante nuestro caminar, al llegar a la Cabaña d’el Tormo, nos despistamos con los caballos y no nos enteramos del desvío que conduce a un puente. Por esta razón avanzamos hasta un cartel que nos indica el senderito para llegar al mirador de las Gorgues Galantes, una cascada impresionante que, aunque fuera de nuestro itinerario, merece la pena visitar.

Las Gorgues Galantes

Retrocedemos nuestros pasos y, ahora sí, visualizamos el puente. Lo cruzamos y continuamos nuestro camino: “quillo, esta vez vamos a seguir el sendero” ¿Qué sendero? Nos preguntaremos luego. Aquí no hay senda ni na’, carajo. Y una vez que llegamos a una caseta, tiramos monte arriba sin camino, sin sendero, sin una mísera sendita perdida. ¡La selva, quillos/as, eso era la selva! La subida, con las peazo mochilas a cuestas es brutal…

La caseta. A partir de aquí ya no hay sendero…

Pasada la “selva”, el bosque, y ya en el claro de hierba cercano al collado, decidimos parar y darnos un descanso. Allí vemos corzos, marmotas como perros (que grandes, las muy hiueputas), y vacas que pastan felices a lo lejos. La subida al collado, casi sin comentarios. Buf, que empinado era eso… Y, para colmo, me corto con una roca. Sangra que te sangra ¡Ala! Saca las gasas, el esparadrapo, límpiate con agua… Y todo allá, en la inclinada pendiente de nuestro pico retado. Pero, quillos/as, llegamos al collado. Dejamos las mochilas “Para qué las queremos” Cojemos mi iPod, los altavoces, una botella de agua e, incluso, los móviles. Esta vez está cerca, el baile es nuestro.

Por fin el pico es nuestro. Lo hemos conseguido. Enciendo mi móvil, allá hay cobertura. Así que, aunque con retraso (pero por fin con señal), telefoneo a Ponfrik para, desde semejante paraje, felicitarle el cumpleaños. No te podrás quejar, quillo, una felicitación desde semejante sitio no se recibe todos los días. Las fotos, la atenta mirada en derredor y… ¡Tachán! ¡El baile! Bueno, baile por llamarlo de alguna manera, y es que si entra la risa pues la danza se ve alterada y no va a ninguna parte. Pero, quillos/as ese documento quedó bien grabado:


Este vídeo es una ruina, jajajajaja

Iniciamos el descenso y encontramos un grupo que ellos mismos se definen como los de La Tercera (Edad). Nos aconsejan que vayamos por Bal de la LLiterola, tomando como referencia para nuestro descenso la Cabana del Forcallo ¡Eso está hecho! Ah, y “Dadle recuerdos a Esther, que la hemos dejado allá abajo, al lado de la pasarela” Pues, vamos que nos vamos. Mientras bajamos, alguien está moviendo la cabaña, ya que la muy jodida cada vez está más lejos. Al fin, la pasarela y Esther esperando. Saludete de rigor, le indicamos que aún tendrá, aunque no mucho, que esperar un rato.

Me empieza a dar el bajón energético, me deshidrato, mis tripas hacen grugrugrugriau (como el gato de la Rosarillo pero a lo bestia), se me apodera el cansancio. Pero, bueno ya queda poco y hay que hacer un esfuerzo. La carretera, y nuestros pies molidos y sin descanso. Nos paramos al sol, en un cruce donde hay hierba, y comemos. Un poco de pan, salchichón, queso, frutos secos y una manzana. ¿Vaya festín, eh?

De nuevo, proseguimos lo que ya es nuestro último tramo, por la A-139. Son cinco kilómetros y medio de carretera ¡estamos chingados! El vacile es espectacular: para un coche, nos emocionamos, mas su intención no es recogernos, sino tomar agua potable de una fuente. ¡Será…! Y, de repente, dos ángeles disfrazados de franceses, paran. Desciende uno de ellos en forma de mujer y nos pregunta si nos acercan a algún sitio. Los pies molidos, un sol de justicia, todavía unos tres kilómetros de carretera… “Sí, por favor, muchas gracias” “Al desvío para el aparcamiento de…” “Ah, vale, subid”.

El coche de estos dos súper gabachos que nos acercaron a nuestro destino

Y aquí, con Cuco marchando hacia el coche, servidor esperando con las mochilas, y la sapiencia de que en Zaragoza nos esperaba una jarra de cerveza sin alcohol y un plato de olivitas, termina nuestra aventura pirenaica.

Buenas noches

2 comentarios:

Anónimo dijo...

como no te han podido escribir un comentario con semejante documento visual. estas hecho todo un dancehall-king!! viva ese culo serrano.

closada dijo...

¡Ahí!¡Ahí! Yo tampoco lo entiendo, jajajaja. Y, bueno, ese mérito de ser un "dancehall-king" es ¡brutal! El próximo pico, con coreografía, a ver qué bailamos...