El Miércoles, fui solito al cinema. Proyectan la última película de mi querido y aclamado Kim Ki-Duk, Time, y no podía perdérmela. Además, afortunadamente, se puede visualizar en V.O.S.E., un pequeño lujo que, en Zaragoza, cada vez es más difícil de disfrutar.
¡Genial! Este director es de lo mejorcito que hay en la actualidad. Una película deliciosa, llena de sentimientos, de reflexiones, de expuesta estupidez actual. De nuevo, el director se adentra en el difícil terreno de las relaciones amorosas, transmitiendo, con una “violencia sentimental”, toda clase de sensaciones y pensamientos. El tiempo, el tiempo, y sobre todo el futuro (esa cosa que se inventaron para dirigir la vida de las personas en la sociedad), como el momento para vivir, en lugar de disfrutar el presente, que es cuando se habita en este puto planeta. El futuro como momento para amar, el futuro como momento para sentir lo que de verdad se desea en la actualidad… mal plan, quillos/as, mal plan. Obviamente, el fabuloso Kim Ki-Duk sabe lo que lleva entre manos y lo enseña con maestría.
Y todo ello sin dejar de lado la ridícula magnificencia que está adquiriendo la estética, la sandez a la que se ha llegado con tanta majadería sobre la belleza del cuerpo humano. Una hermosura efímera, la exterior, que se puede perder “de un plumazo”.
Que os puedo decir: No os la perdáis chamacos/as.
¡Genial! Este director es de lo mejorcito que hay en la actualidad. Una película deliciosa, llena de sentimientos, de reflexiones, de expuesta estupidez actual. De nuevo, el director se adentra en el difícil terreno de las relaciones amorosas, transmitiendo, con una “violencia sentimental”, toda clase de sensaciones y pensamientos. El tiempo, el tiempo, y sobre todo el futuro (esa cosa que se inventaron para dirigir la vida de las personas en la sociedad), como el momento para vivir, en lugar de disfrutar el presente, que es cuando se habita en este puto planeta. El futuro como momento para amar, el futuro como momento para sentir lo que de verdad se desea en la actualidad… mal plan, quillos/as, mal plan. Obviamente, el fabuloso Kim Ki-Duk sabe lo que lleva entre manos y lo enseña con maestría.
Y todo ello sin dejar de lado la ridícula magnificencia que está adquiriendo la estética, la sandez a la que se ha llegado con tanta majadería sobre la belleza del cuerpo humano. Una hermosura efímera, la exterior, que se puede perder “de un plumazo”.
Que os puedo decir: No os la perdáis chamacos/as.
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