Estar de mudanza es una auténtico coñazo. Cajas, y más cajas, que se llenan de CD's y libros y que no tienen fin. Y cuando piensas que ya has terminado... ¡Zas! Más cosas. No se termina nunca. Un viaje, dos viajes, tres viajes... El coche, de lado a lado cargado de bultos. La bici, con su cesta llena y conmigo a cuestas con la mochila a la espalda y el carro de la compra en la mano haciendo malabarismos para no caerme de ella. Los paseos con maletas llenas de libros y objetos que pesan un quintal. La mirada a la casa que se va vaciando, poco a poco, pero que tarda más de lo esperado. La mirada ilusionada a la nueva casa; pero, desesperada al ver cómo se van apilando las cajas.
Estar de mudanza es un auténtico coñazo. Te quita todo el tiempo libre que tienes y, con ello y el trajín que lleva consigo, agota cuerpo y mente. ¡No puedo más!
Mas, estar de mudanza es algo maravilloso si vas a un nidito donde reina el amor, las risas, el cariño, los buenos momentos y la alegría. Sin duda alguna... ¡Me encanta estar de mudanza!
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