Vía de la Plata: Granja de Moreruela - Benavente - Villabrázaro

Sellito de Villabrázaro (Bar Real)

Esta etapa, al final, fue más larga de lo esperado. En principio, tenemos que ir a Benavente, donde pasaremos la noche en un hostal, puesto que el albergue, según nos comunicaba un cartel de Moreruela, se encuentra cerrado.

Tocaba caminar por las vías del tren

El camino, en su mayoría, transcurre entre cultivos, por caminos paralelos a la N-630. Así, hasta llegar a Barcial del Barco, donde decidimos que iremos por las vías del tren. Se supone que el camino por allá es más corto; pero, ¡qué carajo!, cansa el doble ir de traviesa en traviesa, como si caminases imitando a Chiquito de la Calzada tutto el rato. No obstante, cambiamos de paisaje, ya que anduvimos por antiguos puentes del ferrocarril y, al terminar las vías, por un sendero que discurría entre choperas sombrías.

Uno de esos puentes antiguos del ferrocarril. Éste era bien bonito.

La llegada a Benavente es terrible, pues lo hacemos cansados y por un interminable tramo de asfalto. Al llegar, por si acaso, nos acercamos al albergue, por si hay algún cartel. No lo hay. No hay nada de nada. Además, nos entra un agobio de la leche al vernos inmersos en la urbe, llena de gente, coches, escaparates... Ya nos hemos acostumbrado a estar sin gente y con el silencio rodeándonos.

Iglesia de Sta. María de Azogue, en Benavente.

Descansamos, compramos comida por sus calles, volvemos a descansar, me compro Lituma en los Andes, y marchamos para Villabrázaro. Son siete kilómetros más, cuatro de ellos por una horrible carretera y con los pies destrozados.

Al llegar a nuestro destino, preguntamos en el Bar real por el albergue. Afortunadamente, allá nos dan la llave y... ¡el albergue es gratis! La quilla que está detrás de la barra, toma mi credencial entre sus manos. Me mira, sonríe y me dice:

- "Nos apellidamos igual, pero al revés. Yo soy De Castro Losada..." Es muy curioso este momento.

En Villabrázaro. Estamos realmente cansados.

Descubro que mis ampollas están debajo de las durezas. Por eso han durado tanto y con tanto dolor. Tendré que coser más profundamente... Al menos, sé que llegará su final.

Una tarde más de vida contemplativa.