martes, 15 de mayo de 2007

Cerradura - Beenie Man - Lila Downs

Una vez más, mis andanzas comienzan a ser redactadas desde el Jueves. Y, como no, los sucesos se desarrollan apresuradamente, como si cada uno quisiera atropellar al anterior, aniquilarlo, en una tortuosa cadencia de acontecimientos.

Mi relato comienza en el autobús hacia Huesca. Al final, decidí hacer caso a mis quillitas de clase y marché a La Cerradura. Detrás de mí, un quillito que chillaba como si le fuese la vida en ello empezaba a enervar mi santa paciencia. Afortunadamente, la capital oscense está cerca y el aire de la ciudad aliviaba mi existencia. La fiesta, en el local de Sara. Unos duros, unos juegos y unas risas nos preparaban para asistir al recinto cerrado pasado el Sabeco. La noche, entre bailes, risas e historietas varias, iba transcurriendo con la satisfacción de estar disfrutando de lo lindo la compañía de los/as quillitos/as de mi clase. Gracias a todos/as por darme una noche tan genial, de verdad. Así hasta que termina la música. Nos despedimos y María, Vero y yo nos vamos a almorzar: Alegría, dénos de comer…

¿Qué hora será? Abro el bolso, introduzco la mano… ¡El móvil no está! Cómo soy el hombre tranquilo, no decido nada. Vero, buena consejera en estos menesteres, llama a “Orange porque sí” y bloquea las llamadas de mi móvil. Situación: No tengo móvil y a las cuatro de la tarde marcho a Bilbao. ¡Mal plan! Joder, no tengo el número de Patricia y sin el mío no podemos localizarnos si pasa algún contratiempo ¿inesperado? Vero tiene la solución: Cuando llegues a Zaragoza, las tiendas ya están abiertas, así que puedes duplicar la tarjeta…

Zaragoza. Dicho y hecho. Después de saludar a Ana y María, al establecimiento de Orange. El duplicado gratis. Mi hogar, cerquita. Llego y a dormir. Me despierto y Asun está por casa. “Christian, que han llamado unos chicos a Conchi para devolverte el móvil. Mira que es raro encontrar gente así de honrada…” No podía ser, la conjugación vital no podía ponerme la miel en los labios para, al segundo, arrebatármela de un manotazo. Con la tarjeta duplicada, obviamente, ya no podía ponerme en contacto con ellos. A esto le llamo yo tener suerte, jejejejé.

Duermo prácticamente todo el viaje hasta Bilbo. Allá me espera mi querida Patry, con su nuevo aspecto. ¡Estás igual de guapa, quilla! Relajación, disfrute, paseíllos rumberos por Iurreta, por Durango… Una tarde y una mañanita que me encantan. Y después de comer, a Bilbao. Allá tienen que llegar Jorge, María, Luna y Ana. Mi opción: “quedamos en la Estación de autobuses”. Su propuesta: “No, mejor en el Ayuntamiento” Pues, ala, al Ayuntamiento. Bajamos del autobús que va desde Durango y allí está la manifestación convocada por ANV en defensa de sus candidaturas para las elecciones del día 27.


Foto de la manifa (enviada por Patry)

Caminamos hacia el punto de encuentro y ya me temo lo peor: la manifa terminará allí seguro. Pues claro, como no, he acertado. Como hablan mucho rato en euskera, no me entero de nada. Y, luego, en castellano, me asombra cómo hablan de esta etapa neofranquista (quillos/as, os habéis pasado tres pueblos) y de que tienen que contaminar todo (centros de día, tabernas, escuelas…). Bueno, el calor sofocante, la larga espera y la increíble multitud de gente van desanimándonos a Patry, Nora y servidor, durante la interminable ausencia de mis compinches. Pero, por fin, llegan, justo en el momento en que termina la concentración en la plaza ¡Malditos pincheputas! ¿Cómo habéis tardado tanto?


Las diez de la noche. Es la hora del concierto. Entramos y canta un pavo. Entre el público, gente de Zaragoza (bastantes, por cierto), unos/as que conozco y otros/as que no: Edgar, Balba, Rapsusklei, Ruth, Cheik… Otro quillo que canta… Y, por fin, Beenie Man sale al escenario. Dancehall, reggae, a todo trapo ¡Brutal! Bailamos como posesos, el ritmo nos desborda, estamos entusiasmados. Termina el concierto y la opinión es unánime: Tremendamente bueno. ¡Sí, sí, sí, ha merecido la pena venir! Semejante descarga de ritmo bailongo nos deja con ganas de más. La sala reggae (y posteriormente funky), es nuestro destino de baile nocturno. Allí hasta la hora de dormir. Tres en el coche, Ana y Luna, a la playa.

Las diez y han montado el rastro… ¡En un polígono industrial! Pues nada, a pasar por en medio con el coche. Pero, carajo, hay que ir a Gorliz a por nuestras chicas. Lo extraño es que la gente no protesta. Estarán acostumbrados ya, supongo. Croissant a la plancha, café con leche y coche hasta la localidad playera. De camino, la bandera de Jamaica. Mal tiempo y para Donostia, de tapeo loco. Antojo de longaniza incontrolado. Mil vueltas para salir: el kursaal desde diferentes posiciones. Y una vuelta más para ir a Zaragoza. No hay nada como perderse…

Flamenquillo en la Plaza de la Magdalena. Mariscada en La Casa del Mar: Mónica, Conchi y yo en la tripada del siglo. Nos lo pasamos en grande ¿eh? De recuerdo, una pintada en el Salón. Nos perdimos el Circo Chino, pero ganamos en diversión. 1, 2, 7, silla, 5, 6, 3, jazz, 9, 10… Buf ¡este juego es brutal!




Lunes. En mi cabeza Lila Downs. Voy a clase de mañanita. No hay. Voy a clase por la tarde y, al salir, llamo a mi compañera de curro. “No, no hace falta que me suplas” ¿Qué? No podía creerlo. Hago unas gestiones, cojo la bici y pedaleo como un loco. Mon velo, en casa. Camino apresurado al Teatro Principal. Llamo a Carmencita: “A esta quilla la invito al concierto yo…” No la localizo ¡Merde! Sí, quedan entradas, así que, aunque la vea yo solito, sentadito en la fila 11, he de entrar. Me apena no haber localizado a ma chèrie Carmen, porque creo que cada acontecimiento tiene a una persona y éste, sin duda, era para mi súper compi de clase.



Sale, delgadita ella. Desde mi butaca la aprecio frágil, pero llena de una fuerza y energía difícilmente superables. Ella es la Tierra, las raíces, el purito colorido del México lindo. Canta, baila, estremece…



Estoy en el rincón de una cantina
oyendo una canción que yo pedí,

me están sirviendo ahorita mi tequila;
ya va mi pensamiento junto a ti.

Yo sé que tu recuerdo es mi desgracia,
y vengo aquí nomás a recordar.
¡Qué amargas son las cosas que nos pasan
cuando hay un mal amor que paga mal!

¿Quién no sabe en esta vida
la traición tan conocida
que nos deja un mal amor?

¿Quién no llega a la cantina
exigiendo su tequila,
exigiendo su canción?

Me están sirviendo ya la del estribo
ahorita ya no sé si tengo fe;
ahorita solamente yo les pido
que toquen otra vez "La que se fue"

Menos mal que, al final, pude asistir...

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