domingo, 6 de febrero de 2011

Cañas... y ceniceros

Imagen extraída de: http://foro.caranddriver.es/

No pudimos entrar al concierto, así que nos echamos unas cañas. Entre otras cosas, recordamos lugares donde, ahora, se nos haría extraño que se fumase. Es más, nos echaríamos las manos a la cabeza si hoy viésemos a alguien fumar allá: hospitales, colegios, cines, autobuses de línea e interurbanos (con el mareo insufrible que llevaba consigo para un montón de niños/as), trenes, aviones, etc. Eso nos llevó hasta ese nauseabundo y horripilante olor de los ceniceros de los autobuses que unían los diferentes municipios. ¡Puag! Era realmente desagradable...

2 comentarios:

binguero dijo...

¡Qué rabia lo del concierto! pero en fin, no voy a hacer más mala sangre que ya voy bien servido... Estuvieron bien las cañas, la verdad es que me quedé con ganas de más, pero el deber manda y al día siguiente tenía que currar. Como era de sospechar, Kike y Fernando acabaron sucumbiendo a los encantos de la noche y a sus irresistibles aromas etílicos. En cuanto a los ceniceros de los autobuses, es uno de los peores olores de mi infancia, recuerdo esos buses que hacían la ruta escolar y que antes habían sido ocupados por rudos currantes que fumaban un Ducados tras otro en sus confortables (¿?) butacas. Los ceniceros rebosantes de colillas, compartiendo espacio con chicles masticados hasta la náusea y demás envoltorios de aperitivos y bollos de dudosa salubridad, se convirtieron en una de mis peores pesadillas. Procuraba no abrirlos, algunos estaban tan saturados que podían desbordarse y precipitar su contenido sobre tu chandal limpio, pero siempre había alguien que se adelantaba y con total desdén, fruto de la osadía infantil, dejaba al descubierto las vergüenzas de aquel recipiente que en apenas unos segundos hacía las veces de hediondo ambientador, consiguiendo así arruinarte el trayecto en el autocar. Yo he sido fumador y jamás se me ha ocurrido siquiera fumar en un coche, hoy en día cuesta creer que no hace mucho ésta era una práctica habitual en todos los lugares, incluídos los medios de transporte públicos; y luego dicen que los ochenta no fueron para tanto... Besos perfumados.

closada dijo...

Jua, jua, jua... yo no tuve la "suerte" de coger un autobus escolar; pero, sí que viví el olor de ceniceros de los autubuses a Huesca o de las excursiones del cole ¡Qué horror!
Por cierto, los ochenta fueron para tanto... ¡y más!

Besicos sin nicoticon ni con