domingo, 30 de marzo de 2008

Vacances de semana Santa II: Viernes

Era Jueves y ya estaba en La France. Aix-en-Provence está bien cerquita de Marseille, por lo que, después de tantas horas de viaje, el trayecto se me hizo cortito. Era noche de descanso, de ponerse al día, de reencuentro de seres tanto tiempo separados por el espacio geográfico.

El Viernes ya había que empezar a moverse. Era día de visitas y de compras musicales. Tras la comida, salimos a recorrer las calles de la ciudad. La opción de comprar música reggae en francés se afianzaba en mi cabeza, así que buscamos la tienda que todavía resistía a la maquinaria FNAC, que ha acabado con todo comercio musical de Aix-en-Provence. La fortuna hizo acto de presencia y llegamos a la puerta de una tienda de ropa y complementos… Corbatas a 5 euros. Las más horteritas están de moda. Ya eran mías, sí, sí ¡como molan!

Visitamos a un amiguete de Anaïs la mar de majo. La navegación internauta tiene sus frutos. Ya está decidido: iremos al cinema. El té con limón, en un antiguo bar de “come niños”, rico, rico, y, seguidamente, 7 vírgenes, en V.O.S.F, jejejeje. Sí, en castellano con subtítulos en francés. Y como son andaluces, a la pobre Anaïs le cuesta un porrón entender a los de la película. Era la 9ème quinzaine de cinéma hispanique la que me había otorgado la oportunidad de entender una conversación entera sin ningún problema, jajajaja. Y en cuanto a la película, pues mucho mejor de lo que me esperaba, la verdad, aunque el final, con la cámara enseñando la camiseta del quillo armado con el palo, me pareció demasiado evidente (mejor que hubiera aparecido durante la película, en alguna imagen casual y al final también de refilón), y muy facilón. A ver, el transcurrir del filme es efectivo en la muestra de esa realidad social que es la de la delincuencia, la marginación, la falta de expectativas de esa juventud que no vive con las mismas oportunidades; pero, quizás falla en que lo hace muy superficialmente y cayendo en algún que otro tópico, a parte de flojear en algunas de las situaciones. El final, realmente malo.

La cena, en un restaurante chino de comida asiática que, al ser pequeñito, es agradable y acogedor. Velada deliciosa con múltiples conversaciones que nos llevan de la película a la política, de los desastres de la Tierra a los juegos de palabras: “je porte une crevette jolie”.

El frío viento nos hace caminar tiritando entre la gente que comienza ya la diversión. Una cerveza blanca en el irlandés mientras esperamos al noviete de Anaïs. La fiesta y la diversión serán la causa de que me quede sin conocerlo. Bueno, ya habrá otra ocasión, espero… Nosotros, nos vamos a nonón.

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