lunes, 6 de febrero de 2012

Vacaciones de verano: Bogotá

 
Plaza de Bolívar (Bogotá)

14 de Agosto

Poco tiempo habíamos tenido para estar junto con Felipe y Milena. Además, no habíamos tenido la oportunidad de conocer a mi pequeño sobri Nicolás. Por eso, lo primerito que hicimos, después de desayunar, fue marchar al aeropuerto para poder despedirnos de ellos. Y, además, había que hacer entrega a Felipe de la camiseta del Calaveras y Diablillos, guardada en mi armario desde hace ya tres años a la espera de ese deseado encuentro. Demasiado tiempo, en mi parecer, para poder realizar ese presente…

Lo segundo que hicimos, esta vez por necesidad (y ya que en España no se puede), es ir a cambiar los euros “€”, por pesos colombianos “COL”. En este punto, considero preferible sacar dinero allá (a través del cajero), que cambiar dinero, puesto que te darán como máximo 2400 COL, por 1 €. De esta manera, se va perdiendo mucho más dinero por el camino que por posibles comisiones que te pueda cobrar el banco.

Como estábamos en Unicentro, aprovechamos para tomar un pequeño refrigerio. Unas ricas empanadillas acompañadas con ají como tentempié previo al almuerzo (lo que acá conocemos como comida), en casa de Juan Antonio y tía Maus. Allá, degustando una deliciosa sopa mexicana y un vinito de Ribera del Duero que llevamos desde acá, nos íbamos a juntar con más parte de la familia que vive en Bogotá: mi primi Mónica, Herman y una, por ser nuestro primer encuentro, tímida sobrinita llamada María Camila.

La comida (cena), fue en casa de los primis Mónica y Herman, donde comenzamos ya a plantear el que sería nuestro itinerario. Consejos, precauciones, lugares que visitar, nunca están de más a la hora de organizar (más bien saber a dónde irás y poco más), un viaje. De alguna manera, esta conversación nos acercaba ya a todo lo que vendría más adelante.

15 de Agosto

El desayuno iba a ser en un sitio especial. Marchamos a una hamburguesería que le gusta mucho a Rodri. Ésta tiene un encanto especial, al estar decorada de carteles de grupos de música y de películas que forman parte de mi particular “museo audiovisual”. Había que tomar fuerzas para nuestra primera incursión a las calles de La Candelaria, donde hicimos nuestra primera parada en la librería del Centro Cultural Gabriel García Márquez, un elegante espacio circular donde se pueden encontrar interesantísimas publicaciones.

Un tintico en el Centro Cultural Gabriel García Márquez

Antes de almorzar, Marta se compró una camisetica con los “Tres monos”. Bogotá es una ciudad situada entre los 2630 metros y los 3250 metros de altitud, razón por la que podríamos definir su clima como un Otoño fresquito. Es decir, que sus temperaturas oscilan durante todo el año entre los 6 ºC y los 24 ºC

El almuerzo es en la Plaza de San Andrés, dentro de un centro comercial. Es un día fresco, así que hay que tomar algo contundente. Marta le mete al ajiaco y yo al calentao. Mientras, en l exterior, está cayendo una lluvia que da hasta miedo. Menos mal que estamos a cubierto… Bueno, ya sólo queda hacer un poco de tiempo para ir a tomar una cervecita por la “T” y, más tarde volver a casa. Allá, como decidimos que hay que ser algo previsores, así que decidimos comprar ya el billete de avión para Cartagena. Nos metemos en la página de Avianca y nos salen realmente baratos. ¡Qué bien! Esto supone un pequeño ahorro con la previsión de gastos calculada.

16 de Agosto

Elegimos un nuevo lugar para desayunar. Para esta ocasión nos acercamos a la Universidad Javeriana, donde hay un ambientazo tremendo. El alumnado va de aquí para allá, hay vida y un continuo movimiento de gente, de conversaciones y risas que llenan la atmósfera.

Estos días de reencuentros, de adaptación y de toma de contacto, son al mismo tiempo, como ya han podido imaginar, una incesante carrera de preparativos. Esa mañanita había que acercarse a la estación de autobuses a por el billete a “Piticli” (nombre cambiado por mi absurda cabeza del verdadero “Pitalito”), donde nos alojaremos para ir a visitar el Parque arqueológico de San Agustín.

Elegimos viajar con Taxis Verdes, por un precio de 40.000 COL cada uno con descuento de carné joven (sí, el de acá de Zaragoza Conection), y una duración de 9 horas aproximadamente.

Asimismo, aprovecho el momento para fotocopiar y laminar (plastificar), mi pasaporte. Es una manera de poder llevar siempre encima una fotocopia y no perder el original por allá. Tras recorrer todas las terminales de autobuses, por fin logro llevar a cabo esta ardua tarea.

Pero, lograr fotocopiar y laminar un pasaporte es mucho más fácil que encontrar tabaco de liar en Colombia. Nos dirigimos al ladito de Andino, de nuevo por la “T”, a una especie de estanco. Allá, vivimos una de esas anécdotas que quedan retenidas en la cabeza y que, al recordarla, siempre vuelves a tener un instante de carcajadas. “Este es un lugar de vicio”, nos señala el dueño del local. “Acá se puede beber y fumar, porque es un lugar de vicio. Acá se venden puros…” Descubrimos entonces que el tabaco de liar es extremadamente caro, prohibitivo; pero, al menos, nos hemos reído de lo lindo con los comentarios del vendedor.

Pronto se hace la hora de almorzar (o más bien tarde, porque son ya unas horas…), así que vamos a la “T” a una crepería donde la comida es deliciosa.

  Y de allá, nos vamos a buscar a Pablo, mi otro sobrinito que tiene ya tres añitos. Es cariñoso y alegre, así que rápidamente nos ha encandilado, sobre todo a Marta. Con él, vamos al Andino, a unos recreativos que tiene su planta especial para los más peques. Hemos de dejar un rato a Pablo y Rodri allá porque tenemos una nueva misión: comprar calcetines para Marta, quien no siguió mis recomendaciones. Obviamente, eso tuvo sus consecuencias: Los días anteriores Marta tuvo que ponerse mis zapas (que le iban un poco grandes), mientras yo tenía que llevar mis zapas de río; por esta razón, tuvo que comprarse unos tenis, bien baraticos; y finalmente la mencionada compra de calcetines, que encontramos a buen precio en B-Kull.

El día había sido intenso. Así que la comida (recordemos que es la cena), fue a horas ya tardías. Fue en casa de tía Maus a base de unos perritos calientes preparados por Herman que estaban ricos, ricos. Yuuuuuum.

Antes de marchar a dormir, aun tenemos que pasar por casa de Mafe, no sin antes hacer una pequeña parada en casa de primis Mónica y Herman para que nos dejen un celular con el que poder realizar llamadas en nuestro periplo colombiano. En casa de Mafe, recordamos algunos de los momentos que vivimos cuando marchamos Rodri, ella y servidor a Barcelona. Fueron días que, sin duda, forjaron más fuertes lazos de unión.

Llegamos tarde a casa. Estamos cansados, pero la previsión vuelve a nuestras cabezas. Buscamos algún hostal donde alojarnos en Cartagena y reservamos uno a un precio bien barato. Madre mía, dónde iremos a parar…

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