jueves, 11 de julio de 2013

Cumpliendo años, cumpliendo sueños...

Hace poquito fue mi cumpleaños. Han pasado apenas un par de semanas y, debido al intenso trajín que llevamos, parece que ha corrido ante mis ojos una eternidad.

Uno de mis sueños de toda la vida, desde que era peque (pero sobre todo de mi etapa de teenager), era el de montar en sidecar. Notar el ruido de su cercano motor, viajar a ras de suelo, sentirse allá sentado en la cabina... No sé exactamente qué era lo que esperaba y, sin embargo, me lo imaginaba como algo tan fantástico que, siempre que veía uno, me giraba para verlo pasar. Entonces, mi cabeza me llevaba a ese estado medio onírico en el que me veía dentro de él, viajando, alzando los brazos a modo de triunfo y, por qué no, escuchando a los Ramones. Soy consciente de que es un sueño muy tonto; mas, que se le va a hacer. Uno que no tiene muchas ambiciones en la suya vida... ¡Es lo que tiene ser así de freaky!


Una semana antes de mi cumpleaños subí a Daroca a pasar los últimos días de trabajo, de este curso lectivo, de Marta. Quién me iba a decir a mí lo que me esperaba... Confabulada con sus compis de curro, al rato de estar allá, me comunicó que me había preparado una sorpresa, puesto que se acercaba mi aniversario. Me vendaron los ojos y descendí intrigado las escaleras. Salimos a la calle y me introdujeron, a través de indicaciones, en un sitio donde me podía sentar.

¡Mi amor lo había hecho! Gracias a su regalo, había cumplido uno de mis sueños y, ¡por todas las marismas del mundo!, eso no se puede olvidar. Un regalo inimaginable para una sorpresa maravillosa.

Gracias, muchas gracias.


Hoy me compré un sidecar;
llevé a mi novia a pasear
Su melena rubia al sol,
escuchando el bello ruido que produce mi motor

Soy el mejor, soy el mejor

Me dio un beso y me puse a temblar,
ya no me fijaba en el sidecar
...

(extracto de letra de canción de Depressing Claim)