Madrugamos para ir a sacar platita (en Medellín, el banco en que me chingan está en menos sitios), y así marchar cuanto antes a Guatapé, conocido como el pueblo de los zócalos. Guatapé es un pueblo precioso, lleno de colorido y construcciones que bien podrían encontrarse en ese pueblecito paisa de Medellín, pero mucho más bonitas. Y, sobre todo, reales.
En la Plaza de Guatapé
Su colorido y los zócalos, con motivos realizados de manera muy infantil, con diseños de trenes o caballos, le dan el aspecto de un gran poblado pensado para el disfrute de los niños; pero, sin perder el buen gusto y el atractivo para los ojos que divisen esta apacible y, al menos ese día, tranquila villa.
Una calle de Guatapé con sus coloridos zócalos.
Allá, por fin, y como no podía ser de otra manera, nos comimos una deliciosa bandeja paisa. ¡Brutal! Todos los alimentos requetebuenos para una bandeja que aún retenemos en nuestra memoria.
Con las bandejas paisas... ¡yuuuum!
Para ir al famoso Peñón de Guatapé o Piedra del Peñol hay varias posibilidades: moto-chiva, por unos 10.000 COL; esperar al colectivo (2.000 COL); o tomar un chiverito, que nos salió por solo 1.400 COL. Las moto-chivas suben hasta la entrada al Peñol, mientras que el chiverito te deja en la carretera, con lo que hay que realizar un ascenso de unos 800 metros hasta las escaleras de la imponente roca de granito. Así que, al descender del chiverito, obviamente, ya hay alguien que te ofrecerá transporte.
El Peñol
A nosotros nos tocó la insistencia de un hombre que nos ofrecía el transporte en caballo, quien iba rebajando el precio a medida que nos negábamos a su insistencia. Finalmente, nos llegó a pedir la irrisoria cifra de 2000 COL por su servicio. La respuesta fue un “no” rotundo. A nosotros nos gusta caminar y, además, esos caballos estaban escuálidos y, entre risas, dudábamos si llegaríamos montados en ellos hasta arriba.
El Peñol
La entrada cuesta 8.000 COL y, nada más pasar la ruletilla de ingreso, ya comienza el ascenso de unas escaleras que suben 200 metros. Unas de subida y otras de bajada se entrecruzan formando una especie de visión laberíntica como la que aparece en algunas películas.
La vista es espectacular. Una inmensa extensión de agua e isletas conforman una magnífica panorámica. Es como asomarse a un acantilado y divisar un mar en que se diseminan islas llenas de vegetación. El borde de las tierras al llegar al agua crea preciosos contornos y, de fondo, las montañas, majestuosos ellas, le dan un cierto aire irreal.
Espectaculares vistas desde El Peñol
Había merecido muchísimo la pena este viajecito de dos horas de ida y otras dos de vuelta.
El colectivo de regreso, al llegar la noche, se encendió en su interior. Luces rojas recorrían el techo por encima de los asientos y la imagen de la Virgen del Carmen sita en la cabina del conductor quedaba enfatizada por una luz azul celeste que resplandecía a su alrededor.
Para la noche una horrible ensalada, pero al menos ensalada, en Marta Puntico.
2 comentarios:
¡Que recuerdos amorcete!Me encanta la idea de que tu blog sea útil para futuros viajeros porque toda la información es genial. Mil besos de martes libre loco
Me alegro de que te guste la idea... ¡Ojalá le sirva a alguien que viaje por allá!
Besitos gordos
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