28 de Agosto de 2011
Marchamos a la Biblioteca de España pensando que será un conjunto urbanístico y arquitectónico donde poder pasar la mañana. Así que, cogimos el metro y, haciendo transbordo, el metro-cable.
Comienza la ascensión por el aire y, desde las alturas, podemos divisar, a medida que pasamos sobre los edificios, otra Medellín. Casas hacinadas y castigadas por la tormenta del día anterior ofrecen la sensación de pobreza. Veo gente arreglando sus tejados, que utiliza piedras y ladrillos para que no se levanten. Sin duda, esto no es un Medellín para “gringos”.
Bajamos y la zona es un poquito mejor de lo que hemos estado viendo durante el trayecto; pero, no mucho. Allá “hay barro”, no cabe ninguna duda. Somos los únicos “gringos” de la zona y, para colmo, la biblioteca está cerrada. Ésta consta tan solo de dos edificios y un mini mirador. Vamos, que realmente está muy alejada de la idea original que rondaba por mi cabeza. No obstante, había merecido la pena caminar por esta otra Medellín.
Es curioso que el metro-cable cueste sólo 1.500 COL y que, además, vaya junto con el billete del metro. No sé lo que costaría en Zaragoza (acá llamado telecabina), pero seguro que más de 5 €. Bueno, lo acabo de mirar. Costaba, nada más y nada menos que… ¡9 €! El precio de adulto de ida y vuelta. ¡Hay que joderse!
Regresamos al centro. Ese día había menos gente y pudimos disfrutar más del urbanismo de esa zona. De nuevo, decidimos almorzar por allá, puesto que, por la tarde, tomaremos el autobús a Cartagena de Indias.
En el autobús, nos ponen Transformers ¡Qué película más mala, por favor! Y dicen que es la mejor de las tres… ¡buuuf!
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