miércoles, 29 de agosto de 2007

Travesía: Gabardito - Lizara - Gabardito. Segunda etapa

Desayunamos temprano, a las 7:15. Durante éste, se nos unen el señor de nuestra habitación y la linda francesa ciclista de la noche anterior. Para nuestro gusto y panza, es escaso, pero es lo que hay, así que poco podemos hacer. Partimos y pronto, y aunque voy a ritmo lento, me alejo de Bea y Josepo. En seguida, cojo al hombre de nuestra habitación y hablo un ratillo con él, aunque también quedará detrás. Al llegar a un punto, decido ponerme la crema de protección solar y dejarla en medio del camino, junto con una nota, para Josepo y Bea. Es en este momento que el hombrecillo de la habitación vuelve a pasar a mi lado. Mientras me extiendo la crema y escribo la nota veo a Josepo a lo lejos, así que le espero: “Quillo, que me voy a ni ritmo. Nos vemos en el Collado de Secús”…

En este punto, aprovecho y me pongo la cremita


El hombre está lejos, pero al llegar a un refugio le alcanzo. Miro un poco más adelante y están los dos quillos del día anterior, así que apresuro la marcha y les saludo. Camino unos metros con ellos. Por desgracia ellos van hacia Estanés para dar un rodeo hasta llegar a Gabardito, así que no podré marchar con ellos. Sigo mi camino en soledad, así que decido que será bueno reconstruir los mojones que se han caído en esa noche de lluvias y tormentas. A pesar de ello, mi ritmo es rapidillo y llego al pie del Secús bastante pronto.

Sarrios posando


Allá, decido esperar al hombrecillo-compañero-de-habitación. Iniciamos juntos el ascenso, pero no aguanta mi ritmo… ¡Jolines! En un pis-pas llego al pico. Al ratillo, el quillo. Será él quien nos haga una foto a Luchito y a mí en el Puntal de Secús. Nos damos la mano: “Encantado de conocerte. Que vaya muy bien”. Un nuevo ser conocido por el mundo…

Con Lucho en el Puntal de Secús. Foto realizada por el compañero de habitación y de ruta


Desciendo y espero sentado la llegada de mis compinches de travesía. Al rato aparecen, pero he de bajar a buscarles porque no entienden lo que les digo a grito pelado. Así que, de nuevo, para arriba, aunque en este caso sólo hasta el Collado.

Josepo en la nieve...


Llegamos e iniciamos la bajada. La marcha es lenta, muy lenta, y aún así les saco distancia. A esa velocidad el itinerario marcado no termina nunca. Un porrón de marmotas, y una que me da un susto de espanto. Mi corazón, por los aires ¡Buf! Casi muero del susto, carajo. Josepo se ríe, y los tres seguimos avanzando. Yo voy por delante, marcando el camino, hasta que ya se ve claro: un sendero bien definido se divisa a lo lejos. Ya no hay pérdida, pienso, así que es la hora de coger mi ritmo. “Josepo, me marcho a mi ritmo, que yendo tan lento me canso mucho”.

Acelero, y pronto me alejo. Sigo solito, a toda velocidad. Al fin, Gabardito. Me siento a la sombra y, al rato, llega uno de los dos quillos que se dirigían a Estanés. Seguidamente, el otro. Otra vez la envidia, jajaja… ¡cervecita fresca! Pues nada, a leer se ha dicho. Las letras van entrando en mi cabeza y el tiempo pasa deprisa. Por fin, una hora más tarde (casi), llegan Josepo y Bea. Dos coca-colas y un agua de litro y medio. Descanso a la sombra y después para Hecho. Son las 18.30, a esa hora comemos. Es una pena, Zaragoza ya no está tan lejos…

Gracias, Josepo y Bea, porque fuisteis una compañía cojonutta ¡Anda que no noslo pasamos bien ni na’!”

1 comentario:

Lina dijo...

HELLO!!
I would want a lot to read what you write but Haime!! I do not know the language.
mine blog and only poetries you want to visit it? I waited for to you? Thanks soon Hello
and good night